La bestia se marchó, en dirección de la cabaña.
La luna roja lentamente comenzó a descender y pronto el cielo quedo totalmente negro, y una densa bruma se puso sobre la ciudad de Gevaudan.
Al día siguiente la luz matinal no salió, el día se pintó de un negro profundo, como un tapete de cilicio, un grito casi como el aullido del lobo se oyó en la ciudad, el aullido de dolor fue feroz, el excelentísimo luis X, salía por la mañana naturalmente a la fuente, y noto que la puerta de la casa estaba abierta, sus ojos se posaron en una mancha de sangre que estaba plasmada sobre la fuente, luis corrió de toda prisa, y lo que vio, lo conmocionó totalmente hasta a las lágrimas, luis, no lo pudo soportar más, y callo de rodillas, Genoveva su esposa, salió de prisa en dirección del jardín de donde había surgido el terrible gemido, y al llegar sintió que su alma se desvanecía y callo desmayada al instante.
Sobre la fuente estaba el cuerpo de Lucrecia despedazado, y con los restos de ella en el agua de la fuente, luis X apenas pudo reponerse, sus ojos estaba rojo de la conmoción, miro a su esposa, y dejo salir un aullido de desespero e ira, que casi lo enloqueció.
El cielo claro sobre la vida de luis X, se volvió, negro, como el telón de cilicio que lo dominaba todo, luis X, llamo a sus criados sus gritos, que casi caen de espalda, cuando vieron a la niña despedazada en la fuente, dos solados del ejército de los dragones se acercó hasta luis X, que le dijo unas palabras en silencio, los soldados salieron de inmediato en dirección la mansión del conde dragón, que todavía descansaba, la luna rojiza no le había permitido tener un descanso, la luna roja le hacía perder el sueño el conde. Que aquella mañana yacía vestido con una bata roja purpúrea.
Los dos soldados del dragón llegaron hasta la mansión del conde, que permanecía bien resguardada, los dos soldados bajaron de sus caballos y se dirigieron hasta la entrada de la casa, uno de los guardas les abro la puerta, y los dos soldados entraron en casa, donde reinaba la paz, los dos soldados subieron hasta la alcoba donde reposaba el conde, que abrió los pasos que subían por las gradas de la mansión, el conde se levantó al instarte.
Momentos después dos toques suaves se oyeron en la puerta,
—pasen, ¿qué vienen a buscar? Preguntó el conde algo harto,
—mi señor, ha ocurrido una tragedia, que ha conmocionado a mi señor luis X, y su prima ha caído de bruces desmayada,
—¿qué ocurre? Habla de inmediato irrumpió el conde.
—mi señor, nos envía a por vuestra ayuda, es Lucrecia, mi señor, ha sido despedaza en la fuente del jardín de la casa de mi señor, y sus restos fueron dejados en la fuente del lugar, el conde palideció,
—¿despedazada dices, Lucrecia?
—sí, mi señor, la pobre e indefensa niña fue hecha pedazos, por lo cual mi señor, solicita de vuestra ayuda mi señor.
El conde se vistió de inmediato, y marcho con los soldados y su guardia en dirección de la mansión de luis X, que todavía estaba de pie mirando los restos de la niña, Genoveva había sido llevada a la recámara de la casa, su fuerza se había marchado, y sus ánimos se perdieron bajo la densa penumbra que cubría la ciudad de Gevaudan.
El conde dragón llegó hasta la mansión de luis, que se dio la vuelta, para mirar que llegaba a su casa, los ojos del conde se pusieron rojos de la ira, ante la horripilante imagen, camino lentamente hasta donde estaba luis, y le abrazo con fuerza, un pequeño sollozo se oyó,
—¿hay algún indicio de que pudo haber sido? Pregunto el conde dragón,
—tuvo que ser esa maldita bestia, mi señor, siguió luis, enfurecido, dame vuestra potestad, deseo yo mismo cazar esta bestia de inmediato,
—necesitamos la firma del administrador de diócesis de Menst. El señor Étienne Lafont, que podrá solicitar que se autorice enviar cazadores hasta el condado.