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EL PRINCIPIO DE LA VENGANZA.

La luna se puso roja, como una enorme bola de fuego ardiente, el condado de Gevuadan se tornó rojo, desde las colinas de la ciudad, un aullido espeluznante se oyó, el aullido fue tan potente que todos los habitantes de la ciudad lo oyeron, la luna roja se mostraba como un terrible presagio, como una promesa sobre el condado, que estaba a punto de mancharse de sangre.  Salió de la cabaña, atraída por la luz rojiza que había borrado con en su totalidad el bosque del conde Magnus, el silencio alrededor del bosque era infinito, ni una sola ave nocturno dejo oír su canto, era como si las propias aves, presintieran que algo terrible estaba a punto de suceder, Eliza levanto la vista al cielo, y se quedó paralizada mirando la enorme luna rojiza, que lentamente comenzó a tener poder sobre el cuerpo de Eliza, que sintió que en su cuerpo, la bestia iba creciendo dentro de ella, hasta qué instantes después estaba totalmente convertida en un enorme bestia.

Pero esta vez era diferente, la fuerza de la bestia era insaciable, y su sed de venganza y sangre, parecía no tener límite, era como si la luna tuviese poder sobre el ser de Eliza, a tal grado, que quedo domina por completo por las potentes influencias de la luna. Lentamente, la mente de que invadida de imágenes de habitantes del condado que se burlaban y gritaban viva vos a su madre y ella, la ira en la bestia aumento terriblemente, como si hubiese sido inyectada del peor de todos los venenos, el odio.

Eran las nueve de la noche, cuando la bestia decidió correr en dirección del pueblo, la bestia corría bajo las sombras rojas y negras de la luna, que teñían de un color horripilante todo el bosque, que yacía silencioso, solo un tropel se oía en el bosque, y era el tropel de la bestia, que corría a grandes zancadas, babeaba y jadeado con asqueroso aspecto.

La bestia llegó hasta una de las villas de la ciudad, y su olfato la llevo hasta una hermosa campiña yacía adornada de bellos jardines, y elocuentes muros, que mostraban la campiña de una forma deslumbrante,  la bestia llego hasta la campiña, se detuvo un instante, delante de la bestia dos enormes perros negros le hacían frente, pero los ojos de la bestia brillaron de furor, y los enormes perros se lanzaron furiosos contra la bestia, que cogió los dos perros del cuello, y los devoro al instante, sin que se oyese un ruido.  En la campiña habitaba la hermosa Genoveva, qué era prima segunda del conde dragón, era esposa del soldado de armas del conde dragón el excelentísimo Luis X, galardonado por sus grandes destrezas, con el sable, y con su poderío de ataque a caballo, la pareja había engendrado dos hermosas hijas, que eran el deleite de su padre, la bella mariana, era la más hermosa de las dos hijas, tenía apenas once años, y dos años después de ella, le había nacido a la pareja la hermosa Lucrecia, que era de bello aspecto y de ojos azules, Lucrecia era delicada, y dulce. 

Lucrecia amaba el color rojo, casi toda su vestimenta tenía un toque rojizo, y tez blanca, y el dulce aspecto del color de su piel le daban un tono pálido, que le hacía resaltar en el ropaje rojo y delicados, la bella Lucrecia se había levantado de su cama, atraída por fulgurosos rayos rojizos que entraban por uno de los ventanales de la casa, sus padres, y la hermosa mariana permanecían dormidos, Lucrecia como pudo encendió una pequeña vela se vistió de prisa, y salió de la habitación, simulo caminar en puntillas, e instantes después en el medio del silencio había llegado a la puerta principal de la casa, con todo el sigilo que le dieron sus brazos abrió la puerta y salió de la casa, los ojos azules de Lucrecia se abrieron de par en par, cuando vio por primera vez la enorme luna roja, y se imaginó que el que aquello solo era el presagio y el inicio del fin del mundo.

Lucrecia se quedó parada mirando la enorme luna, luego camino hasta el jardín de la campiña, que estaba muy bien adornado de cultivado de las más bellas flores, Lucrecia se detuvo en una pequeña fuente, que goteaba suavemente rompiendo el silencio que rodeaba la casa. La pequeña Lucrecia se sentó en una base de roca bien contorneada, que de lo que estaba formada la fuente, se acomodó mirando al cielo, en dirección de la hermosa luna, Lucrecia no le dio importancia de que su vestido se mojase en las aguas frías de la fuente.

La bestia se quedó inmóvil detrás de las viñas que comenzaban a dar sus frutos. Un pensamiento apremiante, cruzo por la mente de la bestia, que lentamente comenzaba a unirse en cuerpo y alma con el ser de Eliza,

—¡este es el inicio Eliza, dijo la bestia con una voz ronca, y gutural!

—él ¿inicio de qué? Pregunto Eliza que susurro en la mente de la bestia la pregunta,

—de tu venganza, cuando tu madre murió, fui insertado en ese frasco que tomaste días atrás, dijo la bestia, y cuando lo tomaste, liberaste mis dotes y mis poderes, que se han posicionado ahora en tu cuerpo. 

Becketr Castell

Agradezco que leas mi escrito, espero que juntos podamos tener un viaje espeluznante, y alegre hacia el año 1700 en Francia, agradeceré sus comentarios. ATT: Becketr Castell.

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