Julieta es una humana capturada por hombres lobo y arrastrada a la temida Cacería Sagrada, una ceremonia salvaje donde los lobos persiguen a sus futuras compañeras. Ella es salvada por Damián, un alfa atractivo y poderoso. Pero resulta ser su peor enemigo. Damián y los demás lobos toman el pueblo humano y Julieta y su familia lo pierden todo. Desde ese momento, jura nunca volver a confiar en un lobo y odiarlos a muerte. Años después, Julieta llega a Ciudad Ónix para una entrevista… y descubre que su nuevo jefe es Damián, el hombre que arruinó su vida. Mientras Damián enfrenta a su propio hermano, dispuesto a arrebatarle el liderazgo, y su vínculo con Julieta lo aleja de su destino. Y aunque ha hecho todo lo posible por alejarla, ella sigue siendo la única que desea… y la única que no puede tener. Ella quiere huir. Él lucha por mantener la distancia. Y en Ciudad Ónix, donde los secretos se ocultan en cada sombra, su vínculo prohibido podría significar la perdición de ambos.
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La gran guerra había pasado y el Rey de Todos los Lobos había ganado.
Sin embargo, no todos los cambios son buenos. Mi hogar, la manada Sombras de la Noche, había perdido a su mejor alfa: Rogelio, y habíamos caído en la oscuridad. Los humanos ya no eran bienvenidos. Mi padre y yo nos mudamos al pueblo cercano e intentamos hacer nuestras vidas.
—Pero miren lo que tenemos aquí —dijo un hombre lobo, atravesándose en mi camino; di varios pasos hacia atrás.
Me dirigía a reunirme con Nora, una amiga. No debía caminar por aquí, sabía que era peligroso, pero ella quería hablar de algo importante.
—¿Loba o humana? —preguntó otro. Era inmenso, de cabello rubio.
Excelente pregunta. Mi madre era loba, una guerrera, había muerto en un ataque. Mi padre era humano. Aún no cumplía la mayoría de edad; no sabía si tendría a mi loba. A veces sentía algo dentro de mí, pero por mi físico lo dudaba.
—Es pequeña, fuera de forma ¡Tiene lentes! —se rieron.
—Yo… solo pasaba por aquí. Me iré pronto a la universidad —mi voz salió chillona.
—¡Entonces eres una nerd!
—¡Mucho mejor! Nadie la extrañará —mencionó otro, me colocaron una bolsa de tela negra en la cabeza y me arrastraron fuera del camino, mientras gritaba.
Echaron a correr mientras se reían. Mi cabeza daba vueltas y, por un momento, perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba en el suelo, estábamos en el bosque. A mi alrededor vi mujeres aterradas, todas jóvenes, pero sabía que la mayoría eran lobas. Las conocía. Algunas estaban paralizadas de miedo, otras parecían prepararse. ¿Pero para qué?
—Comienza la gran ceremonia, muestren sus respetos a la luna lobos. Y que su presa sea marcada—gruñó un hombre grande, estábamos rodeadas de lobos, todos con máscaras con formas de lobos.
—¡Viva alfa Horacio! —gritaron varios más allá, mientras se golpeaban el pecho como animales. Vi unos lobos pálidos, sabía de dónde venían. Eran Herejes de la Noche, lobos de una manada sin escrúpulos, capaces de todo.
—¡Juli! —gritó una voz desconocida y unos brazos me atraparon. Era Nora, mi amiga, vivía en mi pueblo, Molino Blanco. Decía que su hermano la dejaba ahí por precaución, eran muy unidos. Nora era una loba atlética, alta, fuerte.
—¡Tienen que sacarla de aquí! ¡Ella no tiene nada que ver con esto! —clamó. Siempre había sido muy valiente.
—¡Te crees muy importante, niña tonta! Aquí no importa tu rango. Eres una simple media humana. No te preocupes, tú, como ella, están de relleno. Ningún lobo las elegirá nunca. Nadie se rebajaría a tan poco —resopló uno con una voz extraña, como si arrastrara las palabras.
—¡Juro que voy a vengar esto! Juro en el nombre de...
—¿De tu estúpida madre humana? —respondió el lobo, riéndose, los demás empezaron a burlarse. —Al menos tú sí vas a tener una loba, eso lo reconozco. Tienes fuerza y espíritu.
—Ya vas a ver lo que voy a hacer con mi fuerza y espíritu —dijo ella.
—¡Dejen de pelear como niños! La Cacería Sagrada comienza dentro de poco —respondió uno inmenso, parecía un alfa.
—¿Cacería? —pregunté, espantada.
—Es un ritual antiguo, prohibido. El rey jamás permitiría algo así. Es vinculante y sagrado. Si te atrapa un lobo… eres de él. Para siempre —dijo Nora, preocupada—. Es una forma antigua en que los lobos encontraban a sus compañeras, cazándolas.
Sentí un nudo en el estómago.
—¿Y qué pasa si lo hacen? ¡Yo no quiero ser la mate de ninguno de ellos! —dije horrorizada.
Aún tenía esperanzas de encontrar a mi mate. Cuando cumpliera la mayoría de edad, podría encontrarlo. Y, si no, elegiría a alguien. Me enamoraría, como los humanos.
—No lo permitiré, ¿está bien? Tienes que confiar en mí —dijo ella, mirándome a los ojos. Su cabello era negro, sus ojos grises, hermosos. Nora sobreviviría. ¿Pero qué sería de mí? Finalmente apareció la luna llena y los lobos empezaron a movilizarse.
—Ponte esto, humana —me dijo un lobo y me tiró un pedazo de tela roja. Las mujeres se lo colocaban en los ojos, era una venda. Ellas con sus instintos, irían en la oscuridad.
—Prepárense para correr. Recuerden: la Cacería Sagrada nunca termina. Ya lo verán. Esta noche determinará sus vidas —clamó un lobo.
Ni siquiera había empezado a procesar qué era lo que pasaría cuando escuché un disparo y Nora me jaló. Empezamos a correr, temblaba de pies a cabeza, me quité la venda y ella me guiaba.
—¡Por aquí! ¡Por aquí! — me decía ella, más allá mujeres que gritaban y corrían.
Esto era lo más salvaje que había experimentado en toda mi vida. ¡Debería estar en la universidad! ¡Estudiando para ser doctora! Cuando Nora me detuvo y me apretó contra el tronco de un árbol.
—Quédate aquí y no te muevas —demandó, y me dejó, mientras escuché que peleaba.
En segundos, alguien me tapaba la boca. Pataleaba cuando me cargó, mis lentes se cayeron. ¡Me habían atrapado! ¡Uno de estos salvajes me había atrapado! No vi quién era, hasta que llegamos a una cueva y el hombre me dejó en el suelo. Ahí me di cuenta de quién tenía frente a mí.
Era un hombre lobo alto, fuerte, de cabello oscuro. Al quitarse la máscara, apareció el rostro más hermoso que había visto en toda mi vida. Los lobos solían ser magníficos, pero este me había dejado sin aliento. Él me observaba con la boca abierta.
—Eres tú... Sabía que eras tú —me dijo; se inclinó para verme mejor y, sin embargo, no se acercaba a mí, como si yo tuviera algo contagioso.
—¿Quién eres? —pregunté, aterrada. Había algo que me atraía profundamente, pero no podía confiar en ningún hombre que estuviera metido en semejante locura.
—Tranquila, no voy a hacerte daño. Mi nombre es Damián.
Algo en su tono de voz me tranquilizó. Todo en él me invitaba, me llamaba, como si fuera un terrible y exquisito veneno. Incluso su nombre.
—Yo soy...
—Julieta. Lo sé. Te he visto en el pueblo. Tu padre es el profesor de ciencias —interrumpió, y me quedé sorprendida. Le iba a preguntar cómo sabía de mí, pero él continuó —¿No tienes loba?
—Aún no tengo la mayoría de edad. Cumplo en las próximas semanas.
Su expresión me dijo todo: yo era vergüenza, sería una simple humana. Dentro de mí, siempre lo supe, por eso quería hacer mi vida en el mundo humano.
Afuera se escuchaban gritos, me preocupé por Nora y las demás chicas, aunque sabía que eran las más fuertes y podrían defenderse. Damián parecía aterrorizado ante la idea de que alguien nos encontrara.
Se mantenía alejado de mí, sus ojos se oscurecían; respiraba agitado. Era como si aún no decidiera qué hacer conmigo. Yo lo observaba en silencio, no podía dejar de mirarlo. No solo por su atractivo, sino porque había algo en él que ni siquiera sabía explicar.
—Hace frío —dijo de pronto, y me sorprendí cuando se quitó su chaqueta y me la dio, con mucho cuidado, como si no quisiera tocarme. Tal vez los demás lobos lo molestarían por atrapar una humana.
—¿Por qué me elegiste? — pregunté; él gruñó.
—No te elegí, te tomé porque ellos podían hacerte daño, no deberías estar aquí —respondió de inmediato. Él elegía con cuidado sus palabras.
—Nora...
—Ella está bien —espetó fríamente.
—¿La conoces?
—Suelen andar juntas. Ella entrena en el equipo de atletismo y tú te quedas dibujando en tu cuaderno — sacudió la cabeza, como si no debiera haber dicho eso.
—Hago gráficos que me ayudan a estudiar. Quiero ser doctora —le confesé. Vi una pequeña sonrisa en sus labios.
—Tenemos que quedarnos aquí. En pocos días, termina la cacería —me dijo, pude sentir su tono decepcionado.
—¿Días? ¿Qué sucederá? —pregunté.
—Te atrapé. ¿No es cierto? Eres mía— dijo acercándose.
Ricardo—Se lo dije, alfa Pascal, le dije que ese bastardo lo iba a estafar. El engaño está en su sangre humana, no lo puede evitar. Se lo dije y no me creyó. ¿Por qué? Por su gran ambición por Ciudad Ónix, ese lugar de pacotilla, contaminado, lleno de humanos y vampiros— resoplé mientras estaba sentado en su salón. Mi padre estaba cada vez más cansado, su cuerpo viejo ya no daba para estos esfuerzos, así que me tocaba tratar estos asuntos.Siempre me había parecido que los Herejes de la Noche eran una pobre manada porque así lo querían, porque así les gustaba vivir: en la suciedad, en la ruina. Pero cada vez que pasaba tiempo con ellos, me daba cuenta de que quizás no lo podían evitar. Que eran así porque no había otra manera de ser. Porque habían pasado años, décadas, inclusive siglos siendo de esa manera. Siempre encerrados, sin ver otras manadas, odiando lo exterior, que aunque ahora vieran cómo era en otros lugares... simplemente no podían cambiar.Había sido invitado aquí por un
Julieta—¿Estás preparada? —me preguntaba él mientras me vestía. Pasábamos los días y noches entre su departamento y el mío, pero a él le gustaba más el mío, porque tenía mi perfume..—Lo mejor que puedo —contesté y noté su mirada en el espejo—. ¿Sucede algo?Él estaba sin camisa, el cabello revuelto de nuestro beso matutino. Cada vez que lo veía lucía más precioso.—Me encanta verte: cómo te cepillas los dientes, cómo te peinas, cómo te vistes. Cada pequeña acción es como un rito para mí —confesó y vino hacia mí, pasando sus manos por mis brazos descubiertos—. Hay veces en que no puedo creer que estés aquí.Abotonó mi camisa, me colocó aretes, mis lentes y apartó mi cabello, peinándome como yo sabía que me gustaba. Finalmente, colocó mis lentes y dejó un suave beso en mis labios.—Perfecta —indicó. En minutos él estaba listo, tomé mis cosas, el equipo nos esperaba. —Solo una cosa más —dijo y colocó sobre mí su chaqueta. Esa que había dejado una de las primeras veces que vino aquí y n
Eva—Él va a volver, es solo que quiere asegurarse. Así es mi hijo: siente la necesidad de demostrar que es el mejor —indicaba Severino. Lo iba a visitar de vez en cuando para saber si sabía de Cachorrito. Sí, me había tragado mi orgullo, dignidad y el buen juicio.Su casa era tranquila; había muchas fotos del beta, de sus antepasados, ninguna de su madre o de otra mujer. El despecho de esta familia debía ser muy profundo. El hombre vivía por su hijo, por la ciudad, por su deber. Me agradaba, no podía negarlo.—El último reto se aproxima, Damián está nervioso, aunque no lo diga —comenté.—Debe estarlo, se decidirá todo. Nuestra Luna nos ha salvado, pero es humana. Hay demasiados enemigos, sabe que tiene todo en contra. —Realmente has resumido nuestra situación —suspiré.—Si algo sé de nuestra familia es que en los momentos difíciles se hace fuerte.—¿Qué quieres decir?—Que los Malaver no mueren hasta que se haya cumplido la maldición. Es… bueno, una desgracia, pero busca sobrevivir.
Damián—Creo que no tienen más para decir, alfa —susurraba el Duque, limpiándose la sangre de la boca. Tenía un traje antiguo; era una combinación de un hombre de otra época con alguien que intentaba adaptarse a la modernidad. Se manejaba bastante bien en la ciudad y, si bien no usaba computadoras y le costaba la tecnología, era extremadamente inteligente, supose que siempre lo debe haber sido. Lo conocía desde hace cinco años aunque poco lo veía, y cuando regresó me desagradó verlo cerca de mi mate, pero no podía decir que me cayera mal ahora. Además, había demostrado ser un recurso importante.—Tienes razón —suspiré.Nuestro prisionero cazador estaba desmayado en el suelo. Entre una combinación de mis golpes y el hechizo del Duque, sumado a su alimentación en él para reforzar el vínculo, el cazador había hablado bastante.Se suponía que este era trabajo de mi beta, pero él seguía intentando localizar a los cazadores que estaban en el bosque. Tenía notificaciones diarias: su padre, S
Julieta—Alguien está muy feliz hoy —indicó Nora mientras me acompañaba al laboratorio. Ella era jefe de guerreros y estaba muy ocupada; habían habido varios atentados en la ciudad durante las celebraciones del reto. Claro que yo había estado muy distraída en esos momentos… con mis propios fuegos artificiales, pensé sonrojándome. Pero ella siempre había tenido tiempo para mí. Durante el reto, ella me contó lo que había pasado desde su perspectiva y entendí los años de Damián añorándome, de ella extrañándome. De cómo siempre estuvimos unidos: yo a esa pequeña familia, a los lobos, a la ciudad… era extraordinario.—Digamos que he tenido unos buenos días —sonreí.Vaya que sí. Después de esa noche fantástica no habíamos parado. Damián decía que no tenía experiencia y era difícil de creer porque, a cada momento, encontraba un punto, un lugar en mi cuerpo que me hacía volverme gelatina. Y me esforzaba por conocer su cuerpo, cada tatuaje, cada poro de su piel. ¿Sería así mi vida de ahora en
EvaLa punta de la flecha atravesó el aire con un silbido seco, directo a mi pecho. Apenas tuve tiempo de abrir los ojos antes de sentir cómo la fuerza del impacto desgarraba mi ropa de cuero, cortaba mi piel y quemaba mi carne. Pero, antes de que el proyectil perforara mi corazón, una sombra dorada se cruzó en mi visión. El beta se interpuso sin dudar, desviando la trayectoria con su propio cuerpo. La flecha le abrió un surco profundo en el brazo, arrancando sangre al instante.—¡Cuidado!No pareció importarle. Su rostro era un retrato de furia animal: aullaba y rugía como si algo antiguo y salvaje lo hubiera poseído. Yo retrocedíy el avanzó colocándome detrás de él. Seguía en shock, la mente aturdida, los sentidos apagados. Todo había pasado demasiado rápido… demasiado. Yo no lo había visto venir. ¿Pero él sí?—¡Malditos! —tronó su voz, grave y rota, antes de lanzarse sobre los humanos que habían disparado. No tuvieron tiempo de reaccionar. En medio del caos, una figura elegante eme
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