IRA VENGATIVA.
Elisa se sintió protegida, y por inercia se abrazó al brazo de Didier, que se quedó en vela mirándola, Didier tenía aquella sensación de que podía mirarla toda la vida, sin aburrirse jamás, solo el mirarla, le hacía sentir un dulce placer, que solo había sentido con la madre de Elisa, las horas pasaron rápido, y pasadas las ocho de la mañana Elisa despertó como si nada hubiese pasado.
Elisa todavía abrazaba a Elisa, ella lo miró, y suspiro profundamente, como si fuese la primera vez que alguien realmente la miraba con dulce amor, pero Elisa noto, que los ojos de Didier que esa mirada no solo destilaba aquella protección, en Elisa vio en los ojos de Didier un deseo, un fuego, una pasión que deseaba devorarla toda, y ella conocía bien esa mirada penetrante.
Elisa se levantó, y salió de la habitación, y entro en la sala, y con profunda desesperación busco la carta, pero no daba con ella, estaba segura de que la había dejado en la mesa, pero ya no estaba allí, —¿has visto la carta, de inv