Dos almas, un cuerpo… y un destino marcado por la pasión y la venganza. A finales del siglo XIX, Elizabeth, una joven noble, es condenada a un matrimonio sin amor con el viejo duque Quiroga. Su vida se consume en la monotonía, sin conocer el verdadero significado del deseo... hasta que un ataque a su carruaje lo cambia todo. Al borde de la muerte, Elizabeth despierta con una nueva presencia en su interior: Cielo , una poderosa bruja de otro mundo. Juntas, descubrirán que no solo comparten un cuerpo, sino también una sed insaciable de libertad y justicia. Pero el destino les guarda una sorpresa aún mayor: Cielo, quien en su mundo murió sin encontrar a su alma destinada, finalmente la encuentra… en esta nueva vida, en este nuevo cuerpo, en alguien prohibido . Con magia, astucia y un fuego recién encendido en su pecho, Elizabeth y Cielo están listas para romper sus cadenas. El mundo de la nobleza jamás volverá a ser el mismo.
Leer másLORD MARCUSCuando entré a la casa, Catalina me recibió en el vestíbulo. Había algo extraño en su rostro, un gesto breve, apenas perceptible, como si contuviera palabras que no podían salir mientras la sirvienta estuviera presente.Una parte de mí se alegró, aunque no por la curiosidad. No, era otra clase de alegría, más instintiva. Esa parte mía que últimamente se encendía con solo mirarla. Mi esposa insípida, la muchacha callada y rígida que creí condenada a aburrirme toda la vida, había desaparecido. En su lugar había surgido una mujer con imaginación, con energía, con un apetito que me había sorprendido. Tanto que, lo admito, mis escapadas a otras camas se habían vuelto menos frecuentes. Menos frecuentes, sí, pero no eliminadas. Ningún hombre debería privarse por completo de los placeres que se ofrecen con tan poca resistencia.La servidumbre se retiró y Catalina me condujo a nuestra habitación. Apenas cerró la puerta, se giró hacia mí con una urgencia que no intentó ocultar.—Por
EL DUQUEEn este momento, todo apesta.Hasta hace poco mis achaques eran los típicos de la edad: cansancio, dolores en las articulaciones, insomnio. Molestias que se sobrellevan con vino, compañía y silencio. Pero desde hace unos días siento algo distinto. Siento que la muerte me vigila. Quizás esté parada a los pies de mi cama, quizá se siente en la silla junto a mí. No estoy seguro. Pero la siento cerca. Y necesito que se vaya.No quiero morir.Y ese miedo me está volviendo insoportable, irritable, cruel incluso con quienes no lo merecen... aunque pocos en esta casa merecen otra cosa.Antes de que ese cura apareciera con su hedor a santidad rancia, yo estaba intentando poner las cosas en orden. No porque me importara demasiado, sino porque era lo correcto antes de abandonar este mundo. Pero cada decisión que tomo me resulta amarga.Lo normal sería que mi hijo mayor heredara el título. Lo propio, lo que dicta la tradición. Pero Lorenzo siempre ha sido una decepción. No me engaño: sé
JAIMEPese a la peligrosidad de ese cura, sé que no actuará aún. Un hombre como él disfruta del proceso y busca alterar la mente de su objetivo: rondar como lobo, espera el momento en que la presa está más vulnerable para lanzarse. Si hubiera querido, habría investigado primero y solo habría llegado por ellas con documento de sentencia en mano. Eso me da tiempo, aunque no demasiado.Tengo otros asuntos que concluir. Asuntos que ellas —Cielo y Elizabeth— han dejado para después mientras subsanan las urgencias que se han presentado en su camino. Ellas luchan contra los estigmas de esta época, una bruja malvada y el casi inminente desvanecimiento de la duquesa. Por otra parte yo debo hacer lo que el duque no hizo o no quizo hacer: castigar al responsable del secuestro de la duquesa.Las pregunta martílléanen mi cabeza desde que hablé con él: ¿quién se habría beneficiado más con el secuestro y posible muerte de la duquesa?En teoría, cualquiera podría buscar sacarle dinero al viejo. El
ELIZABETHEl sueño de hoy ha sido más vívido… y ahora creo que no es la primera vez que lo tengo.Mi cuerpo está en el suelo, mi cabeza contra una piedra fría, y de pronto estoy de pie, mirándome. Es absurdo. No entiendo qué ocurre. La sensación es extraña, como si hubiera dos de mí: la que yace inerte y la que observa con ojos atónitos.Entonces, alguien habla detrás de mí.—Ven conmigo. Llegó tu momento de partir.Me vuelvo y lo veo. Es… hermoso, etéreo. Su sola presencia parece fuera de este mundo. Y aunque mi lógica me grita que debo seguirlo, aquel hilo rojo atado a mi dedo se tensa y me retiene.—Siempre será tu decisión —dice aquel ser con un rostro inexpresivo, demasiado perfecto, demasiado lejano a lo humano—. Pero aunque decidas quedarte, a la final todo terminará… y no puedo garantizarte que la próxima vez sea de una forma tan pacífica.No comprendo del todo sus palabras, pero mientras él habla, la escena en la que está mi cuerpo avanza sin que pueda detenerla. Un hombre asq
JAIME¿Acaso dijo que podría estar con las dos y que ella no lo consideraría inmoral?La idea me golpeó como un puñal envuelto en terciopelo. Es absurda, impensable, contraria a todo lo que he creído. El hogar se construye con una sola persona, con un vínculo, con un juramento que ata dos vidas una sola dirección. Así ha sido siempre, así me lo enseñaron, así debería seguir siendo.¿O no?Esa duda, tan venenosa como persistente, se instala en mí. La voz de Cielo sigue rondando en mi cabeza, como un eco que no me deja en paz. ¿Por qué ella lo dice con tanta serenidad, como si la moral de este mundo no tuviera peso sobre la suya?Ahora la habitación está en silencio. Ella se ha marchado y me deja a solas con mis pensamientos, aunque en verdad no estoy solo: la promesa que hemos renovado me arde en el pecho. Volveremos a estar juntos, pase lo que pase. Pero para eso debemos atravesar un obstáculo más grande incluso que el duque.Zoraida.Ya sé dónde se esconde. Lo descubrí casi por accide
MARIANA - ZORAIDAMatarla.Matarla.Matarla.Cada noche sueño con ello, y cada vez que me miro al espejo —o que respiro— imagino nuevas formas, cada vez más crueles, de arrancarle la vida. Todo es su culpa. Esa maldita vieja. Solo pudo ser ella.El fuego debió extinguir su vida, pero cuando entró en contacto con su piel, las llamas se transformaron mientras ondeaban de manera impresionante, el dorado se volvió rojo sangre y no quemó su piel. Era una escena impresionante, amenazante.Entonces lo comprendí. Lo que los demás solo murmuraban, yo lo confirmé en carne propia, la diferencia de nuestro poder: Cielo Seraphina Holloway era la bruja más poderosa de los últimos doscientos años.El azul de los ojos de la anciana se intensificó a grado lumínico mostrándome su poder a tope. Una fuerza invisible me arrebató el libro de las manos y lo arrastró hacia aquel fuego que lo desintegró en segundos. La vi caer de rodillas en vuelta en llamas, mientras aquella fuerza ahora me arrastraba a mí.N
Último capítulo