Mundo ficciónIniciar sesiónKate Langley no derramó una sola lágrima cuando Grayson Maxwell desapareció después de su noche de bodas. Tampoco lo hizo siete años después, cuando él regresó, pidiéndole que llevara el caso de divorcio... de su amante. Lejos de quebrarse, deslizó otro documento sobre la mesa y disparó: —Firma aquí. Tu felicidad con ella me importa un carajo. Pero Grayson no era el tipo de hombre que aceptaba órdenes sin más, y su respuesta fue tan inesperada como cruel: —Lo haré... solo si pasas una noche conmigo. Kate lo odió por esa propuesta, y se odió aún más por aceptarla. Lo que no imaginaba era que, tras esa noche, Grayson no desaparecería de nuevo. Al contrario, empezó a invadir cada rincón de su vida, como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo entre ellos nunca hubiera terminado. —¡Estamos divorciados, maldita sea! ¿Qué más quieres de mí? —gritó, atrapada entre la pared y sus brazos. Grayson sonrió, acercándose hasta rozar sus labios. —Quiero recuperar todo lo que es mío… Empezando por ti, Kate. Pero cuando su hijo enferma, Kate se encuentra entre la espada y la pared, dónde la única salida es el hombre que había jurado mantener lejos de su corazón. Obligada a pedir su ayuda, tendrá que revelar el secreto que había guardado todos esos años: la verdadera razón por la que él nunca debió regresar. Y cuando está a punto de alcanzar la felicidad, su mundo se desmorona cuando descubre que todo lo que ha creído hasta ahora, no es más que una mentira.
Leer másC1-NOVIO HUMILLADO.
—¿Grayson? ¿En serio creíste que iba a desperdiciar mi vida con un hombre tan frío y aburrido? ¡Ojalá encuentres a otra pobre idiota! ¡Una que aguante tu personalidad de nevera averiada!
El salón se llenó de risas, algunas nerviosas y otras descaradas.
“Qué humillación” murmuró una mujer con collar de perlas.
“Siempre supe que ese compromiso era una farsa” comentó otro.
Esa noche, la familia Langley no habia escatimado en gastos, cuando organizó la mejor fiesta de compromiso de Londres. Todo para anunciar con bombos y platillos la "unión perfecta" entre Katerina Langley y Grayson Maxwell.
El padre de la novia, Reginald Langley, un hombre de porte imponente, habia tomado el micrófono y habló con una sonrisa ensayada.
—Queridos amigos, familia, aliados —comenzó—. Esta noche celebramos más que un compromiso. Celebramos la unión de dos imperios. Llamo a mi hija y a su prometido, Grayson Maxwell, para que me acompañen.
Grayson habia dejado su copa y caminó hacia su futuro suegro, que soportaba por una sola razón: Los Langley le habían robado algo. Y esa boda era su forma de recuperarlo… aunque eso implicara compartir el apellido con una muñeca de porcelana cabeza hueca como Katerina. Se detuvo al borde del escenario y espero... pero comenzó a tensarse, cuando Katerina no apareció y los murmullos comenzaron.
Por otro lado, Mirabelle Langley, la matriarca de la familia, apretó el abanico en su mano.
—¿Dónde demonios está esa niña? —siseó entre dientes, mientras caminaba entre los invitados.
Los minutos se estiraron y Reginald, molesto, chasqueó los dedos hacia uno de sus guardaespaldas, que asintió y se alejó por un pasillo lateral.
Entonces, una de las empleadas apareció pálida y temblorosa. Se acercó a Reginald y le susurró algo al oído, haciendo que su rostro, se transformara en una máscara de furia contenida.
—¡Miren lo que está en las redes! —gritó de repente un invitado, alzando su teléfono.
Todos sacaron los suyos. En cuestión de segundos, el salón se llenó de luces de pantallas, de jadeos, risas contenidas, y expresiones escandalizadas.
Y Grayson Maxwell vivió la peor humillación en sus 29 años de vida.
Katerina, su prometida, estaba en una isla tropical. Bronceada, en bikini y siéndole infiel con su entrenador personal y habia subido un video en las redes para humillarlo.
Grayson detuvo el video y bajó lentamente el teléfono, su rostro era inexpresivo. Sin embargo por dentro, era lava contenida y Reginald al verlo, dio un paso al frente, tratando de excusarse.
—Esto… esto es un malentendido, señor Maxwell… Le aseguro que mi hija…
—¿Un malentendido? —Grayson lo interrumpió con una mirada peligrosa—. Su hija dejó bien claro lo que piensa. Y ahora yo dejaré algo igual de claro.
Agarró una copa de champán. La levantó como si fuera a brindar… y de pronto, la estrelló contra la mesa. El estallido de cristal sacudió a todos.
—Tienen exactamente un día —espetó—. Una día para encontrar otra novia que salve tu patético imperio financiero, Langley. Si no, mañana, cuando la bolsa abra, me aseguraré personalmente de que cada acción tu empresa valga menos que el cristal roto de esta copa. Y créame —sonrió con malicia glacial—, tengo los medios y los contactos para convertir el apellido Langley en sinónimo de quiebra.
Cuando terminó, dio media vuelta y salió, dejando atrás un silencio incómodo y decenas de teléfonos todavía grabando.
C49- ¿AÚN SIGUES PENSANDO EN ADELINE WINCHESTER?El auto se detuvo tras cruzar una verja de hierro negro. Katerina miró por la ventana, confundida. No era un parque público ni una zona turística. El camino estaba bordeado por hileras de rosales, y más adelante se alzaban faroles antiguos y un portón de madera decorado con cintas azules y blancas que se movían con el viento.James bajó primero, dio la vuelta al coche y abrió la puerta del copiloto con una sonrisa tranquila.—Llegamos.Katerina frunció el ceño, curiosa, y salió con Arthur aún medio dormido en brazos, pero apenas dio unos pasos, se quedó inmóvil. Porque frente a ella se extendía un enorme jardín privado, lleno de flores de todos los colores: lavandas, tulipanes, rosas y margaritas. Había caminos de piedra que serpenteaban entre fuentes pequeñas, bancos de hierro forjado y árboles cubiertos de luces diminutas y en el centro, un carrusel antiguo giraba despacio, acompañado por una suave melodía.También había hombres vesti
C48-SI HOY NO TE ENAMORAS DE MI.Algo cálido y pequeño se movía junto a ella y Katerina frunció el ceño, aún medio dormida. Luego, sintió un sonido suave, como un gorjeo. Abrió los ojos despacio, parpadeando varias veces hasta que la vista se aclaró, y lo primero que vio fue una sonrisa. No cualquiera, sino esa sonrisa serena y peligrosa que conocía tan bien, acompañada por los ojos más azules que había visto en su vida.—Buenos días —murmuró James.Katerina contuvo la respiración, sintiendo cómo el pecho se le apretaba.—Buenos días... —susurró, desviando la mirada. Fue entonces cuando la vio. La cabecita rubia que descansaba sobre la almohada, pegada a su costado, y su corazón se ablandó al instante.—¿Cuándo lo trajiste? —preguntó, acariciando con ternura el cabello de su hijo.—Esta mañana —respondió James con una sonrisa leve, acercándose para besarle la mejilla—. Quería a su mamá, pero tuvimos una charla de hombre a hombre... y entendió que papá se haría cargo, ya que mamá está
C47- MARIDO Y MUJER, ASÍ ES COMO SERÁ.Katerina se deslizó hacia el borde de la cama con lentitud deliberada. Sus ojos no se apartaban de los de James, brillando con una mezcla de desafío y deseo. Ella se veía salvaje, con el cabello revuelto y la piel aún ruborizada por el orgasmo.Sus manos, un poco temblorosas, alcanzaron su erección. La piel estaba caliente y tensa bajo sus dedos. James contuvo la respiración cuando ella comenzó a masajearlo, deslizando su puño de arriba a abajo con una presión perfecta. Él estaba completamente rígido, los músculos del abdomen contraídos, con una expresión de intenso placer grabada en su rostro.—Dios, eres la criatura más hermosa de este mundo —murmuró él, con voz áspera, y le apartó un mechón de pelo de la cara con un gesto inesperadamente tierno que contrastaba con la crudeza del momento.—Ahora chúpalo —ordenó, sin suavidad—. Ya me tienes demasiado cerca, mi amor. Ahora termina lo que empezaste.Katerina, en silencio, obedeció.Se llevó la pun
C46- ESTA VEZ QUIERO QUE LO RECUERDES.La puerta de la suite se cerró con un golpe sordo, aislando el mundo exterior, y James empujó a Katerina contra la pared. Sus labios chocaron con los de ella en un beso hambriento, casi violento.Pero ella no se quedó quieta; sus manos se enredaron en el cabello oscuro de él, tirando con fuerza mientras su lengua jugaba con la suya, desafiante, correspondiendo cada roce con igual intensidad. Sin romper el beso, él empezó a caminar, guiándola con pasos firmes hasta que las piernas de ella chocaron con la cama de sábanas negras.James se apartó un segundo y le acarició la mejilla, su pulgar rozando la piel encendida.—Te he deseado tanto que duele —murmuró, con un anhelo que era puro fuego—. Y ahora, Katerina, voy a hacer que sientas cada maldito segundo de lo que me haces.Ella contuvo el aliento y las mariposas revolotearon en su estómago, haciendo que su pecho subiera y bajara rápidamente. Iba a decir algo, pero él se apoderó de sus labios otra
C45- LA FIESTA PUEDE IRSE AL DIABLO.El silencio que siguió fue tenso. James miraba a Jason lleno de furia y Rebeca tosió discretamente.—Creo que iré a buscar una copa —dijo, alejándose con tacto.—Jason —siseó James con voz baja—, no es el momento ni el lugar.—¿Y cuándo lo es? —respondió Jason, su voz controlada pero cargada de resentimiento—. ¿Cuándo estés solo? ¿Cuándo no tengas a nadie que pueda ver la clase de hombre que eres?Katerina miró a James, buscando respuestas. Él mantenía la compostura, pero ella podía ver la tensión en cada músculo de su cuerpo.—Katerina —dijo James sin apartar la mirada de Jason—, ¿me concederías este baile?Antes de que pudiera responder, Jason soltó una risa amarga.—Siempre haces lo mismo, ¿no? Huir y desligarte de tus acciones.James dio un paso, pero Katerina lo detuvo poniendo una mano en su brazo.—James, vamos a bailar —dijo, intentando evitar un escándalo.Él la miró, y algo en sus ojos cambió. La furia se suavizó, y asintió, tomó su mano
C44- ¿LA MUJER DE OTRO?Después de una cena tensa, donde Jason no apartó la mirada de Katerina y James casi lo acuchilla con la mirada, finalmente llegó la hora del baile. La orquesta comenzó a tocar una melodía suave mientras los invitados se trasladaban al salón principal.James caminaba con Katerina del brazo, orgulloso y atento. Se detuvo junto a un grupo de personas mayores que sonrieron al verlo.—Quiero presentarles a mi esposa —dijo con una sonrisa—. Katerina, estos son los Henderson y los Morris, amigos de la familia desde que tengo memoria.Mientras Katerina intercambiaba saludos, una mujer elegante de unos cincuenta años se acercó por detrás de James. Tenía el pelo plateado recogido en un moño perfecto y ojos brillantes llenos de picardía.—¿Me concederías este baile, guapo? —dijo la mujer con voz juguetona, tocando el hombro de James—. Por los viejos tiempos.Katerina se giró y frunció el ceño involuntariamente. La mujer era hermosa, con ese tipo de belleza que mejora con l
Último capítulo