73. TORMENTA EN LA CABAÑA
JAIME
Casi lo pierdo todo.
Volví al bosque con la prisa del que corre para no llegar tarde a su propia desgracia. El escenario había sido armado, solo esperaba a los otros actores. No sabía a ciencia cierta como se desarrollaría la obra, pero algo me decía que hoy sería el estreno.
La cabaña estaba alumbrada por dentro. Vi cómo aquel hombre de sotana atravesaba el umbral sin dudar. La bruja cerró la puerta tras de sí con una seguridad que rozaba la temeridad. ¿Se encierran un cura y una bruja entre cuatro paredes? Me pareció una estupidez, y sin embargo, no pude apartar la mirada. No debía.
La lluvia empezó a romper el silencio. Primero, unas gotas tímidas; después, con tal fuerza que borraba los sonidos. Lo que ocurría allí dentro dejó de ser audible, pero no invisible: por la ventana empañada vi las manos moverse, gestos rápidos, la forma en que aquel hombre olfateaba la estancia como si ya supiera lo que encontró. Vi tarros de vidrio alineados en estantes, bulliciosos de líquidos p