Máximo Galloway, es un hombre hermético y está envuelto en un pasado de secretos que oculta a la perfección, directo y poco paciente, se enfrenta a su empleada, Abby Benson, su directora de finanzas, quién durante dos años y en silencio ha provocado algo en él que no puede descifrar, su plan es evitar a toda costa estar cerca de ella, pero alguien se ha dado cuenta de lo que sucede, arma un plan para acercarlos y hacerles ver que son hechos el uno para el otro. Máximo al ver que la primera parte de sus reglas autoimpuestas se ha roto, está dividido entre darse una oportunidad con Abby o continuar acompañado por sus propios demonios.
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Máximo
— ¿Es todo lo que puedes dar, Galloway? —levanto la mirada hacia el hijo de puta que tengo como entrenador.
Davis.
Necesito tomar más aire. El sudor se ha adueñado de mi cuerpo en esta última dos horas. Las piernas me temblaban por todo el gran esfuerzo que daba en el nuevo entrenamiento.
«Mierda, la cena de los viernes»
Me reincorporo poco a poco sin dejar de observar la sonrisa que tiene el maldito. Realmente lo está disfrutando. No puedo evitar hacer una copia casi exacta de esa sonrisa.
— ¿En serio es todo? —escupe divertido mientras me acerco por una botella de agua y la toalla para secar mi rostro.
Doy un sorbo sin responder y sin dejar de mirarlo, al terminar, agarro aire de nuevo y lo suelto lentamente, listo para contestar.
—Cena familiar. Te espero mañana a la misma hora…—le aviento en el aire una botella de agua y la atrapa soltando un murmuro.
—Como tú lo digas, tú eres el jefe.
Una hora más tarde.
—Mierda, m****a, m****a.—chasqueo la lengua.
— ¿Pasa algo, señor Galloway? —encuentro mi mirada a través del espejo retrovisor con la de Edison mi chófer.
—Es la amiga de mi madre y debe de estar Amber. Se supone que los viernes es familiar. —sigo maldiciendo unas cien veces más. Acomodo mi americana mientras camino cauteloso hasta la entrada. Pienso en crear una excusa y escabullirme, pero es tener un sermón por parte de mi madre.
No me gustan este tipo de sorpresas, ni que nadie me cambie los planes. Lo odio. Si Amber está con su madre aquí, es por algo. Y yo sabía en probabilidad que es por dinero. Mi madre tendrá que haberme informado que estarían otros invitados aparte de la familia, no me gusta convivir con Amber y su familia los Clarke.
«Ni con nadie, Galloway»
Soy demasiado celoso de mi vida privada. Y lo peor del asunto es que Amber lo sabe.
Presiono el timbre, y sin duda aparecería la rubia tonta que siempre me desviste con la mirada. Siempre incomodando cuando llego a visitar a mis padres.
«Y ahí estaba…»
—Buenas noches, señor Galloway—ni muestro un gesto en mi rostro en señal de responder su saludo, mi humor ya no era el mismo.
Entro a la gran sala familiar y ahí están todos. Hablan de algo entretenido, que ni se dan cuenta de mi llegada. Excepto Melani, mi pequeña y tormentosa hermana.
— ¡Yeiii! ¡Que ha llegado mi hermano favorito! —Edward, mi hermano mayor, escupe su bebida.
— ¡Eso has dicho cuando he llegado! —se queja divertido Edward, y me doy cuenta de la presencia de una rubia a su lado.
Ah, la rubia. La de hace semanas… «¿Ara? ¿Kitty? ¿Katy? Ah, Stacey.» Tuerzo mis labios al sentir el abrazo efusivo de mi hermana, acompañado de un murmuro.
—Salvaste mi noche, la bruja de la mejor amiga de nuestra madre y su hija, ósea tu ex prometida, están aquí, y va a cenar con nosotros. ¿No lo crees imprudente? ¿Por qué no cenan, pero en su casa? Nunca me han caído bien esas mujeres.
Se queja Melani mientras se separa del abrazo, deja un beso rápido en mi mejilla y sale de la sala.
Todos me saludan y regreso el saludo educadamente. Pasamos al comedor, y Amber se sienta a mi lado.
—Siempre tan atractivo, Máximo—susurra Amber, levanto discretamente mi mirada para ver si alguien más ha observado esta pequeña escena.
No la miro, tenso la quijada, odio cuando hace eso. Odio cuando lo hace en este momento delante de mi familia.
—Guarda tus comentarios, no me interesa saber.
La fulmino con la mirada, pero ella solo muestra una sonrisa, se acaricia un mechón de su cabello negro mientras sonríe.
—He regresado de París, y… ¿Así me recibes? —y pone una mano en mi pierna por debajo de la mesa.
Levanto la mirada de mi plato, pero nadie se percata del incómodo momento. La sangre empieza a hervir. Quiero retirar su mano con toda la brusquedad y si pudiera sacarla arrastras del lugar… Lo haría.
No la quiero cerca de mí ni a su familia.
—No me interesa de donde vengas, siempre tendrás este trato, Amber.
Muevo mi pierna para que retire la mano y con la poca dignidad que le queda la quita. Escucho el carraspeo de mi hermana.
— ¿Y ya regresó Benson de su viaje de Hong Kong? —pregunta Melani para desviar la atención de Amber.
Y lo logra.
«¿Abby Benson?» Ruedo los ojos cuando pregunta precisamente por ella. Muevo mis hombros despreocupado y muy desinteresado por ella.
—Arthur me ha notificado que hoy ha llegado—levanto mi mirada hacia ella—Ni se te ocurra dejarte influenciar por ella de nuevo. Te lo prohíbo. —le advierto con el tenedor en su dirección. Sí, le he advertido, más bien fue una amenaza sutil.
Ella solo me saca la lengua como una cría.
—Ya te he dicho que ella no fue la que tomó la decisión de ir de copas, YO la convencí. Además, es una de las personas, que me caen mucho mejor que «OTRAS»—remarca la palabra en dirección a Amber, esta solo se lleva un pedazo de carne a la boca casi fulminándola con la mirada.
—Como sea, pero es empleada. Entre menos tengas que interactuar con ella, mejor—escupo irritado.
Abby Benson, directora de finanzas de Empresas Galloway. Una mujer que las veces que he cruzado con ella, simplemente chocamos. Podría despedirla o terminar su contrato, pero es demasiado buena en su trabajo, se ha ganado el puesto a pulso. Pero me irrita. No puede mantenerse sus opiniones, siempre tiene que defender su punto de vista, y por más que pido que se calle, ella simplemente se aferra. No se puede mantener una relación laboral entre los dos, obligué a Arthur a mantener todo lo de finanzas con ella, entre menos tenga que hablar con ella mejor. Lejos de mí, y de su actitud rebelde. Quiere implementar sus ideas, pero el jefe, soy yo.
No ella.
—A ver, ¿Yo escojo con quien interactúas? ¿Verdad que no? Bueno si es que lo haces, —la fulmino con la mirada. Eso ha sido actitud «Benson». Tengo que hacer algo para que no se mezcle con mi pequeña hermana. No necesito dos mujeres así en mi vida. No lo voy a tolerar.
—Estás advertida, Melani Galloway—advierto solo para Melani, mientras los demás están en sus pláticas. Melani intenta fulminarme con su hermosa mirada, pero solo tarda unos segundos antes de soltar una risa. Y después toda la atención se centra en ella.
UN AÑO DESPUÉS...Abby ― ¿Qué? ―miro lo que sostengo en mis manos, estoy en shock, Melani toca la puerta al ver que no salgo del baño. ― ¡Apúrate! Máximo está nervioso, me va a matar si no llego contigo para que abran la pista―vuelve a tocar y yo no quito la vista de la prueba de embarazo, apenas hace un mes que dejamos de cuidarnos, había afrontado el miedo de embarazarnos...y ahora... estoy embarazada y estoy en shock total. La perilla se mueve inquieta y desesperada por qué Melani intenta abrir la puerta. ― ¡Abby me estás asustando! ¡Abre la puerta! Solo ibas hacer pis rápido... ― ¿Qué pasa que no llega Abby? Máximo está histérico...―escucho la voz de Edward, salgo de mi trance al escuchar "
Máximo Voy por el sendero que me lleva a la nueva casa de la playa, bajo del auto, cuando lo estaciono frente a la casa, puedo ver a un lado el auto de mis padres, bajo quitando la corbata de un tirón, la arrojo en algún lugar cuando corro al interior de la casa, el corazón palpita a gran velocidad, la adrenalina corre por mis venas, la respiración es inestable, el miedo, la angustia, desaparecen, subo de dos en dos las escaleras hasta la nueva habitación, la sonrisa se evapora cuando no encuentro mi objetivo, antes de regresar hacia el pasillo veo un detalle. La fotografía de nosotros dos en la mesa de noche, sonrío. Cierro la puerta y salgo corriendo hacia las escaleras, cuando estoy a punto de bajar, entra Edward junto con el equipo de seguridad. ― ¿Dónde están todo
Máximo ― ¿Máximo? ―la voz de mi madre me hace volverme hacia ella. ―Pasa, madre―arreglo mi corbata negra, me miro en el espejo, mi madre se acerca, me toma del brazo para girarme, ella agarra mi corbata y comienza a anudarla de nuevo, no me había dado cuenta de que no estaba haciendo bien el nudo. ― ¿Estás seguro de querer hacerlo de este modo? ―asiento sin dudar. ―Está bien, tienes nuestro apoyo. Bajo la mirada a la vestimenta de mi madre, sus ojos se cristalizan. ―Madre...―ella niega y se limpia las lágrimas que han caído por sus mejillas. ―Lo sé, lo sé, es solo que sigo consternada, ver a todos vestidos de luto esperando para hacer esa conferencia, Edison con todos los de
Máximo Hoy es una hermosa mañana, el clima es soleado, el auto se estaciona en la acera del edificio justo a tiempo para empezar nuestra rutina de un lunes, el fin de semana estuvimos encerrados en nuestra habitación con un maratón de sexo especial, nuestros cuerpos volvieron a conectarse como hace mucho no lo hacía, el amor al final nos hizo más fuertes más felices, y el hilo delgado del que ambos dependíamos emocionalmente se ha reforzado como nunca, Edison se baja junto con Blair para abrir nuestras puertas, Abby sonríe y ese brillo que hace mucho no veía se instala en su hermosa mirada azulada. Ella pone un pie sobre la acera y se gira hacia mí, antes de cerrar la puerta me da una sonrisa, una de esas que son para siempre, esas dónde tu corazón se agita, se desestabiliza por la emoción,
Máximo Tiembla, tiembla y empieza a deshacerse poco a poco cuando comienzo a dejar besos por sus piernas, luego subo hasta sus muslos y antes de centrarme en lo que más me gusta, la hago esperar. ―Máximo…―sus manos se van a mi cabello y sus dedos se deslizan y tiran de él, casi suelto una maldición, pero sé que está empezando a volverse loca del deseo, la música suena de fondo, el ambiente está cargado totalmente de deseo, de necesidad, de amor. ―Paciencia―atrapo sus manos y las retiro de mi cabello, no quiero distraerme. Mi erección está en su espléndido y doloroso momento, retomo el camino de besos, comienzo a sacar mi lengua y a acariciar su pálida y tibia piel, subo a su vientre brincando una de las mejores partes, escucho una maldición entre
Abby ―Te amo―susurro contra sus labios al rodearlo por el cuello después de ponerme el anillo de compromiso, me empuja contra la puerta del auto para cubrir mi piel que muestra de más por el vestido corto al estirarme. ―Yo más, nena―sus manos se van a mi trasero―Odio éste vestido, lo voy a quemar. ―Basta, déjalo en paz, me ha ayudado a pasar desapercibida para el plan―recuerdo lo de París―Tenemos todas las pruebas para meter a Amber a la cárcel―el asiente. ―Voy a entregarlo a Edison, y él al encargado de la investigación. ¿Nena? ―nuestras miradas se encuentran al separarme para verlo de frente―Perdóname. Debí creerte. ―Tendrás que hacer mucho mérito, Galloway―él asiente emocionado, t
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