Plantada en el altar por el hombre que ama profundamente, el mundo de Altagracia se derrumba en mil pedazos y su infierno comienza. Luego de haberlo perdido todo y desheredada de su millonaria fortuna Altagracia regresará a vengarse del hombre responsable de cada una de sus desgracias sin saber que Gerardo Montesinos, el hombre más poderoso, rico de la región y el culpable de su calamidad, tiene un plan elaborado también para destruirla, y la venganza es solo el inicio para el fin de los dos. ¿Altagracia logrará su propósito antes de que la venganza la arrastre consigo?
Leer másHemos llegado al final de ésta gloriosa historia y sigo sin creerlo. Cada vez que sucede no lo creo, y cuando llega, simplemente me da nostalgia. No puedo creer que haya terminado. Estoy en agradecimiento con los lectores que quisieron y amaron ésta historia como yo hice en escribirla. La amé desde que estuvo en mi mente como una idea. Es irracional el amor que le tengo a ésta historia en particular, y agradezco full todo el recibimiento. Fue un mar de emociones encontradas en todo éste viaje, y como siempre sucede, me entristezco cada vez que le tengo qué decir ádios a mis personajes principales. ¡Gracias! ¡Gracias! El agradecimiento qué tengo es enorme. Gracias por querer mi historia. Cada línea fue hecha con mucho amor y con demasiada dedicación. Agradezco en especial a:Goss FMMiles CuparesPama Hérnandez BraSandra Georgina Osornio LimaCristina AguileraAleKaro OjedaMaribel MarreroIliana FerreiaMi querida Rossi ZamoranoY a todos los lectores que estuvieron presentes en la
***Ha pasado un mes desde que su hermosa bebé vino a éste mundo.Altagracia la tiene en brazos, amamantándola frente a la playa, sentada bajo una campaña que la protege a ambas. El viaje a la playa en la isla que su esposo le regaló es un hecho. Ésta es la luna de miel de la que hablaban, con sus tres hermosos hijos juntos a ellos, en un paraíso que abunda en amor, en felicidad y en exclusiva ternura.Sus dos hijos varones están armando castillos en la arena, y su padre los acompaña. Altagracia tiene una sonrisa plasmada desde que llegaron a la playa. Gerardo disfruta y juega con sus hijos en una hermosa imagen para Altagracia. Los hombres de su vida en su propio mundo.Mientras ella está junto a su adorada princesa.—Ángela, mi amor —Altagracia besa su cuello—. ¿Quién es la bebé más hermosa del universo?Su hija heredó los ojos verdes de su padre, al igual que Matías. Nació con abundante cabello, de tono caramelo, casi rubio. Es simplemente perfecta. Pese a que dice que su hija se p
Altagracia se acaricia su vientre ya de nueve meses mientras riega el jardín en su hacienda en Los Reyes. Su sonrisa resplandece.Sergio y Matías corretean en el patio junto a ella, divirtiéndose con un cachorro de no menos de cinco meses. Los mira con amor a los dos, y también mira con amor su embarazo. Ya han pasado cinco meses desde que le dijo que Sí Acepto a Gerardo, y su matrimonio ha resultado ser un cuento de hadas.La luna de miel fue por al menos dos días en Acapulco, debido a que Matías y Sergio no paraban de llorar por sus padres. Ambos decidieron que alargarían su luna de miel cuando el bebé naciera. Al igual que los niños, tampoco le agrada estar lejos de sus bebés. Ya casi tres bebés.—Toma, mami —Sergio trae un ramo de dientes de león. Altagracia se agacha a recibirlo.—Oh, mi amor. ¿Para mí?—Y para mi hermanito —Sergio dice—. ¿Cuándo voy a conocer a mi hermanito?—Muy pronto. Ya casi todos vamos a conocer a tu hermanito —Altagracia le toca la punta de la nariz con el
Altagracia creyó que sería una buena idea hacerle una pequeña broma inocente a su marido. Y como lo había sospechado, si funcionó. Al ver la palidez de Gerardo cuando él le devuelve la mirada, Altagracia no evita echarse a reír un poco.Altagracia le sonríe a su abuela mientras se acerca al altar. Es una hermosa imagen ahora porque la última vez fue ella quien la llevó al altar. No Roberto por las indiferencias. Ahora con el beneficio del perdón, es un sueño hecho realidad. Altagracia logra finalmente llegar al altar.—Gerardo —Roberto le habla, mirándolo a los ojos—. Te entrego a mi hija —su padre coloca su mano en la mano de Gerardo—, te entrego a mi hija para que la ames, y la cuides. No le hagas daño, y si ya no la amas, devuélvemela a mis brazos. Estará segura en los brazos de su padre. Mi hija te eligió como su compañero de vida, y mi es deber entregártela como Dios siendo testigo —Roberto hace llorar a más de una persona. Coloca la mano en el hombro de Gerardo—, cuídala.Gerar
*Meses después*—Éste vestido es precioso, Gracia. ¡Tan sólo mírate! —es la dulce voz de Azucena, agachada mientras ayuda a estirar la cola del vestido de su hermana—. Nuestra abuela hizo un hermoso trabajo.—No puedo creer que ya llegó el día. No puedo creerlo —Altagracia se mira en el espejo. Tiene exactamente cuatro meses de embarazo, y su pancita sobresale en el vestido blando de novia hecho por Aleida. Su embarazo le da un toque especial y hermoso al atuendo, y en general, a toda ésta celebración que apenas comienza—. Estoy tan nerviosa.—¿Cómo no lo vas a estar? Si la última vez…Altagracia se echa a reír por el comentario de Rita.—No te preocupes, Rita. Sé que hacer para compensar ese pequeño detalle —Altagracia le guiña un ojo a Rita. Su prima también se echa a reír confidente a la idea clara de Altagracia. Ella vuelve a mirarse en el espejo, vislumbrándose a sí misma y sobre todo a su vientre. Lo acaricia con tal suavidad que teme molestar a su bebé en espera—. ¿Estamos casi
Caminando de un lado al otro en un pasillo solitario, de brazos cruzados, Altagracia está de esa forma desde hace un par de minutos en la fiscalía de la ciudad.Partió temprano a la ciudad para resolver unas que otras cosas importantes acerca de Compañías Reyes y temas de las dos haciendas a su nombre: Los Reyes y Villalmar. Sin decirle a nadie, se acercó a la fiscalía en búsqueda del fiscal Omar para que le hiciera un último favor.—No es posible, señora Reyes. No estamos-—Se lo suplico, sólo será ésta vez —Altagracia pidió en voz baja—, necesito hacer esto. Lo necesito, señor Omar. Usted más que nadie sabe por lo que he pasado. Gerardo y a mí nos ha ayudado. En estos momentos, soy yo quien le pide que haga esto como un último favor.Omar miró el lugar hacia las celdas. No convencido de lo que Altagracia pedía. Mantuvo la calma y sólo por conocer su caso confirmó con un asentimiento determinado.—Quince minutos. La acompañaré.Y desde entonces está esperando el resultado de la visi
Gilberto también le sonríe, y Altagracia lo abraza.—¿No extrañas un poco a Ximena? Porque yo sí —Altagracia vuelve a su escritorio. Estira la mano para tomar lo que Gilberto le acerca—, pienso en ella cada día. A veces la extraño, pero sólo por ella volví a ser yo. Quiero que la empresa de préstamos esté a tu nombre, Gilberto —al decir esto lo toma de sorpresa—, has sido un ángel para mí, y lo mínimo que puedo hacer es esto —saca de los gabinetes del escritorio unas cuantas hojas ajenas—, lo hice antes de que se descubriera mi identidad, aún como Ximena.—¿Cómo así, señora Altagracia? ¿Usted —Gilberto abre los ojos—, me está dando una de sus compañías?—Qué bueno que me entiendas —Altagracia le sonríe con suavidad—, fuiste fiel a mi madre y me fuiste fiel a mí. Mereces ser recompensando y lo sé. Es tuya —Altagracia asiente—, ya no tienes porqué trabajar para mí.Gilberto se quita los lentes, tomando los papeles.—En mis momentos más oscuros estuviste para mí. Quiero recompensar tu ay
Altagracia toma asiento junto a Gerardo, aún en la sala donde acaban de ver a Rafael marcharse de Los Reyes. Ambos observan al pequeño Matías descuidarse del alrededor para interesarse en sus juguetes, todavía en los brazos de su padre. Si fuera por ella, ya estuviera soltándole la noticia, pero sabe que esto merece ser especial para él. Para ambos.—Gerardo, amor —Altagracia acaricia su mejilla con suavidad—, me gustaría decirte algo.Gerardo sienta a Matías en sus piernas luego de darle un beso en la mejilla.—¿Qué sucede?—Es sobre…nuestra boda —Altagracia le muestra esa gran sonrisa qué solo es capaz de hacerlo olvidar de todo lo demás. Le sonríe antes de continuar—, quiero que nuestra boda sea aquí.La manera en la que le confiesa las palabras hace de un Gerardo un ilusionado por su amor. Los ojos de Altagracia brillan con un toque especial, y esto le devuelven la vida para siempre.—Haremos esto dónde y cómo tu prefieras —Gerardo busca sus labios en un imperioso toque suave—, do
Temprano en la mañana, luego de besar a Altagracia en la frente para no despertarla, Gerardo salió a la oficina de Campos Del Valle, y se acercó a Santa María para examinar su hacienda con respecto a sus días ausentes.Caminando cerca de los graneros con algunos trabajadores que lo están poniendo al tanto de la producción de Santa María Gerardo escucha atentamente. Ha pasado toda la mañana de esa manera, algo ocupado, y no ha tenido tiempo de llamar a Altagracia. A la distancia minutos después puede ver a Fernando bajándose de la camioneta. Le pide unos segundos a los trabajadores, en especial a su capataz, a quien le palmea el hombro antes de hacerle una seña a Fernando para que se acerque.—¿No has dormido bien? —pregunta Fernando, poniéndose ya a su lado. Empiezan a caminar por la enorme tierra que separa el granero con la casa principal.Gerardo inclina el rostro en gesto desinteresado.—Dormiré bien cuando me digan la sentencia del desgraciado —admite Gerardo, poniéndose las manos