75. FINAL Y EPÍLOGO
Dos semanas después de aquella noche de tormenta, el mundo parecía distinto.
El aire del cementerio, húmedo y saturado de incienso, envolvía a la multitud reunida. Lorenzo permanecía erguido, la mirada clavada en la tumba aún fresca de su hermano. A su lado, Odeth le sostenía la mano; más allá, Catalina temblaba y sollozaba como un tallo frágil, mientras Cielo intentaba consolarla sin éxito.
Era un entierro en su mayor parte silencioso, incómodo, lleno de miradas cuyo único objetivo no era acompañar el momento de dolor de la familia, sino agradar al nuevo duque. Por fortuna, las autoridades fueron prudentes con los detalles de la muerte de Marcus.
Las autoridades lo habían reportado ante todos de manera generalizada: un asesinato. Pero la envenenada realidad si fue suministrada a Lorenzo. Su hermano había sido descubierto por el esposo de su amante y asesinado allí mismo, en la cama que había compartido con la mujer. Desnudo, su dignidad había sido cortada y dejada a un lado, al igual