Juliette solo intentaba proteger a sus hermanos. Donovan Black es el vampiro que llegó para protegerla a ella. Juliette tenía muy claro cuáles eran sus objetivos. Cuidar de sus hermanos menores, pagar la clínica de su madre y ayudar a su padre con el alcoholismo. Pero todos sus planes cambiaron con la llegada de Donovan Black a su vida. Donovan no tenía intenciones de buscar a su alma gemela. Con tantas responsabilidades y preocupaciones sobre sus hombros, ya tenía más que suficiente con ser el monarca de los vampiros, sin embargo no esperaba encontrarse con ella en circunstancias tan... peculiares. Oh, Juliette. ¿A dónde se fue tu Romeo?
Leer másSiempre supe que debía gobernar.
Estaba escrito en mi sangre, al igual que en la de mi padre. Y el padre de mi padre. Durante siglos y siglos, mi familia ha sido responsable de la monarquía de los vampiros.
Oh sí, esos seres chupasangre que debían esconderse del sol. Los malditos condenados a vivir consumiendo la sangre de los pobres e inocentes humanos. Asesinos de sangre fría. Bestias, presas de sus impulsos.
Nos habían llamado de mil y un maneras. Lo peor era que al final, esos solo eran prejuicios, por supuesto. Rumores infundados por los pocos humanos que sabían de nuestra existencia. Creedores de que sabían todo lo que ocurría en el submundo.
Era capaz de caminar bajo al sol con la misma tranquilidad con la que caminaba bajo la luz de la madre luna. No sabía de dónde sacaron la idea de que algo tan simple como la luz solar podría volvernos polvo, acabando con nuestra existencia en tan solo segundos.
Para mí, no había diferencia alguna, aunque sí para los vampiros más débiles. Los más jóvenes o recién convertidos podían llegar a sufrir migrañas y algún que otro malestar, pero solo quedaba como una ligera molestia, insignificante.
No morirían con un rayo de luz solar, eso era simplemente ridículo. La única diferencia es que nos sentíamos con mucha más energía durante la noche que en el día, pues la madre Luna, nuestra diosa, velaba por nosotros.
Incluso el vampiro más débil podría pasar desapercibidos como cualquier persona con fatiga.
Aunque era lamentable, ese no era el único prejuicio al que debíamos enfrentarnos. Por alguna razón, los humanos nos veían como unos genocidas que harían todo por la sangre. Animales con apetito voraz, monstruos, los peores villanos de las historias. Estaba harto de ver en películas como nos pintaban como unos salvajes, incluso capaces de comer carne humana cruda.
Y aunque no era del todo falso, tampoco era del todo cierto. No comíamos personas, solo bebíamos de su sangre. La sangre de los humanos era lo único que lograba alimentarnos. Podíamos ingerir alimentos normales, por supuesto, pero no nos proporcionaba los nutrientes necesarios para nuestra supervivencia. Aunque también la sangre animal lograba saciar un poco nuestro apetito, no había nada comparado a la sangre humana.
Pero no éramos asesinos. Al menos no en nuestra mayoría.
Nuestros poderes nos permitían beber sangre humana y luego eliminar aquel recuerdo. De hecho, al momento de morderlos, podíamos ver algunos recuerdos de ese humano. Los más relevantes de su vida. Los humanos sólo despertarían al día siguiente en su cama, con una picadura de mosquito sobre su cuello, sin recordar y sin sospecharlo siquiera.
Aunque claro, existían excepciones. Incluso siendo el monarca, no podía controlar lo que hacían todos los vampiros. Por eso creamos una corte y un tribunal. Los vampiros que rompieran las reglas, tendrían que enfrentarse a nuestras propias leyes.
No estaba permitido que secuestraran humanos para el consumo vampírico, para el pesar de muchos.
Y aunque eran leyes nuevas, yo mismo me encargaba de hacerlas cumplir. Sin embargo, existía una excepción.
Los hombres lobos tenían sus mates, los brujos sus conexiones, incluso las sirenas tenían su otra mitad. Nosotros no éramos diferentes, no del todo. Para cada vampiro existente, había una sangre especial. La chica o chico que solo con una gota de su sangre podría mantenernos activos y fuertes durante semanas.
Un alma gemela.
Un compañero de aventuras.
Y una deliciosa comida.
En la mayoría de los casos, esas personas se volvían las parejas de sus vampiros. Sin embargo, no en mi familia. El linaje debía permanecer puro, por lo que incluso si lograba encontrar mi donante, como solíamos llamarles, solo podría mantenerla como una amante.
Así dictaban las leyes.
Y aunque yo era el monarca y la máxima autoridad, debía mantenerme fiel a ellas, respetarlas. Las consecuencias de no hacerlo podrían ser catastróficas. Un rey que no respete sus propias reglas solo indicaba que todos los demás podrían hacer lo mismo.
Era mi deber pensar en la descendencia. Debía asegurar que el apellido Black se mantenía en el trono. Elegir a una reina y sentarla en el trono en una ceremonia apropiada para darle los poderes que necesite para reinar a mi lado.
¿Acaso quería yo ser un vampiro monarca?
Por supuesto que no.
¿Tenía otra opción?
Por supuesto que no.
Igual no debía preocuparme por conseguir a mi donante, pues las estadísticas de encontrarlas eran tan pequeñas, que incluso algunos vampiros creían que era un mito, yo incluido.
No existían registros que respaldaran que era una realidad. Ni un solo caso registrado en toda nuestra historia. Y era comprensible, pues incluso si creías en ello, tendrías que buscar una aguja en un pajar.
La única manera de encontrar esa sangre especial, era bebiendo de ella. Un vampiro podría encontrarse con esa persona muchas veces y dejarla pasar por cualquier razón.
Y era imposible probar la sangre de todos los humanos del mundo.
Así que muchos ni se molestaban en buscarla. ¿Para qué perder el tiempo? Era solo un mito urbano, algo que los demás contaban para intentar avivar las esperanzas en los vampiros más jóvenes.
¿Por qué quién no querría encontrar a su alma gemela? ¿Quién no querría tener un compañero de vida? ¿Quién no querría pasar el resto de su larga vida con alguien que lo entendiera y amara incondicionalmente?
Sin embargo, no esperaba encontrarme con ella en una situación un tanto... Peculiar.
Oh, Juliette. ¿A dónde se fue tu Romeo?
—¿Qué? —pareció sorprenderse al escucharme.—He investigado —confesé—. Sobre aquello acerca de las donantes. Todos parecen creer que es más un mito que una realidad. Así que me preguntaba si realmente te sientes satisfecho conmigo. Sé que no soy la persona más bonita o la más inteligente, no entiendo tu cultura y siempre ando de malas. No creo ser lo que tú esperabas. Ni siquiera estoy segura sobre si quiero ser una reina. Pero tú has tenido que conformarte conmigo, así que me pregunto si estás satisfecho con que sea yo y no alguien más tu donante.Esos eran mis pensamientos más recurrentes y crueles. ¿Donovan había tenido elección o solo tuvo que conformarse conmigo? ¿No era demasiado cruel que tuviera que estar solo con aquella humana que la Madre luna eligió para él?Porque mi vida mejoró por completo cuando él llegó. ¿Y la suya?El caos llegó conmigo cuando entré en su vida. No solo tuvo que cuidar de una humana, sino que también con toda la familia que yo traía conmigo.¿No era y
—¡Juls! —Julia corrió hacia mí apenas me vio.Antes de bajar al comedor, había pasado por mi habitación. Me di una ducha rápida y me cambié la ropa. No quería que los vampiros del castillo quedaran ciegos por los celos del monarca.Ya me podían agradecer por permitirles seguir con los ojos en sus cuencas.Así que ahora me encontraba con mis hermanos después de estar toda la noche separados. Los pequeños brazos de Julia me envolvieron, mientras su cabeza se reposaba contra mí. Incluso Nótt y Dagr se acercaron corriendo al verme, como si me hubieran extrañado.—Hola, mocosos revoltosos.Noté que Justin no se encontraba en el comedor, pero supuse que habría desayunado antes que los demás y estaría estudiando. Yo también debería estar pasando mi tiempo estudiando, pronto se vendrían un par de exámenes que estaban haciéndome doler un poco la cabeza.—Te extrañé —lanzó un puchero en mi dirección, enfurruñada.—Y yo te extrañé a ti, mi rayito de luz.Jake me miró de reojo, como si estuviera
Desperté sintiendo calor. Un brazo envolvía mi cintura desde atrás, pegándome a un cuerpo duro y firme. Recordaba a la perfección cada segundo de la noche anterior, sin embargo, llegados al final, cuando Donovan me llevó en brazos hacia el baño, las cosas comenzaban a volverse borrosas para mí. Estaba un poco confundida respecto a las cosas que le dije, pero de lo que estaba segura es que volvimos a hacer el amor dos veces más durante la noche, con intervalos y descansos de mi parte.La pasión que nos envolvía desde hacía tanto tiempo terminó explotando en mi cara. Fue uno de los momentos más increíbles de mi vida. Esperaba que el cuerpo me doliera, que sintiera aquel golpe de mi mejilla. Incluso cansancio. Pues nada estaba más lejos de la realidad, me encontraba relajada y cómoda. Satisfecha. Fuimos apasionados, casi salvajes. Aunque por supuesto, Donovan tuvo que contenerse.Si no se contenía, probablemente hubiera terminado como puré de Juliette.Gracias a su mordida, mi cuerpo se
Eso no tenía ningún sentido. Pero ahora que Jake me lo decía... Juliette había caminado por los pasillos como si supiera exactamente a donde se dirigía, a pesar de estar en mi habitación inicialmente.Y ese era un lugar que no conocía hasta esta noche, por lo que no tendría sentido que se supiera el camino a la perfección.—¿Cada cuánto sucede esto? —pregunté, sintiéndome mal por no saberlo desde antes.—Cada noche —asintió Jake, mirándola jugar con Nótt—. No siempre, pero más seguido de lo que nos gustaría. Que se quede en la cama es lo raro, llegados a este punto.—¿Y tú la cuidas? —anonadado, volteé a ver a Jake con atención.—Todos lo hacemos. Nos turnamos para cuidar de Juliette cada noche. Nunca ha pasado nada, pero no es precisamente buena idea dejarla vagar sola. Ninguno quiere que se haga daño, así que nos quedamos con ella hasta que solita decide que es hora de volver.—¿Incluso Julia?—Julia es más inteligente de lo que parece. Fue ella la primera en notarlo —sonrió—. Y Jul
No supe en qué momento me quedé dormido. No supe si fue ella quién tiró la toalla primero o si fui yo quién decidió que ya era más que suficiente. Acurrucados, después de explotar del placer, terminamos dormidos uno al lado del otro.Los vampiros nos considerábamos seres nocturnos porque no necesitábamos dormir como lo hacían los humanos. Cuando sentíamos cansancio, bastaba con dormir un par de horas y ya estábamos como nuevos.Pero después de utilizar mis habilidades, solía dormir por algunos días. Era una habilidad peligrosa que usaba todas mis energías. No solía usarse a menos que se estuviera en peligro de muerte, pues me dejaba completamente debilitado y fuera de la ecuación.No esta vez, noté con diversión. La sangre de la reina era algo fascinante. Me tentaba a explorar que otros beneficios podría traerme. Me sentía revitalizado y más fuerte que nunca, solo por morderla.Y de repente, como si pensar en mi reina despertara todos mis instintos, noté que ella no se encontraba en l
El sudor comenzó a cubrirnos, la temperatura de la habitación se elevó mientras sus gemidos me enloquecían.Sus gestos me estaban haciendo perder el control. Con cada embestida soltaba algún jadeo, mientras sus ojos se cerraban y mordía sus propios labios para contenerse. Sus manos se crispaban, sus mejillas se encontraban completamente rojas mientras una ligera capa de sudor cubría su frente.El movimiento de sus caderas exigentes estaba acompañado por el bamboleo de sus pequeños pechos.Gritó cuando fui muy brusco. Y aunque no parecía ser de dolor, igual quise preguntarle. La necesitaba comunicativa, sobre lo que le gustaba y sobre lo que no.—¿Estás bien, mi amor?—No me digas mi amor —gruñó.—¿Por qué?—Porque sólo lo dices porque estás teniendo sexo conmigo.Bueno, quizás tuviera que darle un poco de razón en eso. Reí por lo bajo, por lo que aprovechó el momento para morderme el hombro con fuerza. Siseé por lo bajo al sentirlo y ella también gritó al sentirme crecer dentro de ell
Último capítulo