Donovan Black

Donovan BlackES

Fantasía
Última atualização: 2025-06-18
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Índice

Juliette solo intentaba proteger a sus hermanos. Donovan Black es el vampiro que llegó para protegerla a ella. Juliette tenía muy claro cuáles eran sus objetivos. Cuidar de sus hermanos menores, pagar la clínica de su madre y ayudar a su padre con el alcoholismo. Pero todos sus planes cambiaron con la llegada de Donovan Black a su vida. Donovan no tenía intenciones de buscar a su alma gemela. Con tantas responsabilidades y preocupaciones sobre sus hombros, ya tenía más que suficiente con ser el monarca de los vampiros, sin embargo no esperaba encontrarse con ella en circunstancias tan... peculiares. Oh, Juliette. ¿A dónde se fue tu Romeo?

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Capítulo 1

Prólogo

Siempre supe que debía gobernar.

Estaba escrito en mi sangre, al igual que en la de mi padre. Y el padre de mi padre. Durante siglos y siglos, mi familia ha sido responsable de la monarquía de los vampiros.

Oh sí, esos seres chupasangre que debían esconderse del sol. Los malditos condenados a vivir consumiendo la sangre de los pobres e inocentes humanos. Asesinos de sangre fría. Bestias, presas de sus impulsos.

Nos habían llamado de mil y un maneras. Lo peor era que al final, esos solo eran prejuicios, por supuesto. Rumores infundados por los pocos humanos que sabían de nuestra existencia. Creedores de que sabían todo lo que ocurría en el submundo.

Era capaz de caminar bajo al sol con la misma tranquilidad con la que caminaba bajo la luz de la madre luna. No sabía de dónde sacaron la idea de que algo tan simple como la luz solar podría volvernos polvo, acabando con nuestra existencia en tan solo segundos.

Para mí, no había diferencia alguna, aunque sí para los vampiros más débiles. Los más jóvenes o recién convertidos podían llegar a sufrir migrañas y algún que otro malestar, pero solo quedaba como una ligera molestia, insignificante.

No morirían con un rayo de luz solar, eso era simplemente ridículo. La única diferencia es que nos sentíamos con mucha más energía durante la noche que en el día, pues la madre Luna, nuestra diosa, velaba por nosotros.

Incluso el vampiro más débil podría pasar desapercibidos como cualquier persona con fatiga.

Aunque era lamentable, ese no era el único prejuicio al que debíamos enfrentarnos. Por alguna razón, los humanos nos veían como unos genocidas que harían todo por la sangre. Animales con apetito voraz, monstruos, los peores villanos de las historias. Estaba harto de ver en películas como nos pintaban como unos salvajes, incluso capaces de comer carne humana cruda.

Y aunque no era del todo falso, tampoco era del todo cierto. No comíamos personas, solo bebíamos de su sangre. La sangre de los humanos era lo único que lograba alimentarnos. Podíamos ingerir alimentos normales, por supuesto, pero no nos proporcionaba los nutrientes necesarios para nuestra supervivencia. Aunque también la sangre animal lograba saciar un poco nuestro apetito, no había nada comparado a la sangre humana.

Pero no éramos asesinos. Al menos no en nuestra mayoría.

Nuestros poderes nos permitían beber sangre humana y luego eliminar aquel recuerdo. De hecho, al momento de morderlos, podíamos ver algunos recuerdos de ese humano. Los más relevantes de su vida. Los humanos sólo despertarían al día siguiente en su cama, con una picadura de mosquito sobre su cuello, sin recordar y sin sospecharlo siquiera.

Aunque claro, existían excepciones. Incluso siendo el monarca, no podía controlar lo que hacían todos los vampiros. Por eso creamos una corte y un tribunal. Los vampiros que rompieran las reglas, tendrían que enfrentarse a nuestras propias leyes.

No estaba permitido que secuestraran humanos para el consumo vampírico, para el pesar de muchos.

Y aunque eran leyes nuevas, yo mismo me encargaba de hacerlas cumplir. Sin embargo, existía una excepción.

Los hombres lobos tenían sus mates, los brujos sus conexiones, incluso las sirenas tenían su otra mitad. Nosotros no éramos diferentes, no del todo. Para cada vampiro existente, había una sangre especial. La chica o chico que solo con una gota de su sangre podría mantenernos activos y fuertes durante semanas.

Un alma gemela.

Un compañero de aventuras.

Y una deliciosa comida.

En la mayoría de los casos, esas personas se volvían las parejas de sus vampiros. Sin embargo, no en mi familia. El linaje debía permanecer puro, por lo que incluso si lograba encontrar mi donante, como solíamos llamarles, solo podría mantenerla como una amante.

Así dictaban las leyes.

Y aunque yo era el monarca y la máxima autoridad, debía mantenerme fiel a ellas, respetarlas. Las consecuencias de no hacerlo podrían ser catastróficas. Un rey que no respete sus propias reglas solo indicaba que todos los demás podrían hacer lo mismo.

Era mi deber pensar en la descendencia. Debía asegurar que el apellido Black se mantenía en el trono. Elegir a una reina y sentarla en el trono en una ceremonia apropiada para darle los poderes que necesite para reinar a mi lado.

¿Acaso quería yo ser un vampiro monarca?

Por supuesto que no.

¿Tenía otra opción?

Por supuesto que no.

Igual no debía preocuparme por conseguir a mi donante, pues las estadísticas de encontrarlas eran tan pequeñas, que incluso algunos vampiros creían que era un mito, yo incluido.

No existían registros que respaldaran que era una realidad. Ni un solo caso registrado en toda nuestra historia. Y era comprensible, pues incluso si creías en ello, tendrías que buscar una aguja en un pajar.

La única manera de encontrar esa sangre especial, era bebiendo de ella. Un vampiro podría encontrarse con esa persona muchas veces y dejarla pasar por cualquier razón.

Y era imposible probar la sangre de todos los humanos del mundo.

Así que muchos ni se molestaban en buscarla. ¿Para qué perder el tiempo? Era solo un mito urbano, algo que los demás contaban para intentar avivar las esperanzas en los vampiros más jóvenes.

¿Por qué quién no querría encontrar a su alma gemela? ¿Quién no querría tener un compañero de vida? ¿Quién no querría pasar el resto de su larga vida con alguien que lo entendiera y amara incondicionalmente?

Sin embargo, no esperaba encontrarme con ella en una situación un tanto... Peculiar.

Oh, Juliette. ¿A dónde se fue tu Romeo?

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