Sangre, vampiros, gas pimienta, carmesí, peligro.Las palabras se repitieron en mi cabeza en un orden inconcluso. Ni siquiera entendía de dónde venían, o que querían decir, pero fue lo primero que percibí al iniciar un nuevo día.Mi cabeza dolió apenas abrí los ojos. Todo por la maldita luz que se filtraba por las ventanas. Gruñendo por lo bajo, tomé una de las almohadas y la puse sobre mis ojos.Estaba confusa, con los rastros del sueño sobre mí. ¿Había tenido una pesadilla? Lo más seguro. Y debió ser una muy mala, pues aún sentía mi corazón acelearado.Me revolví en la cama, sin intenciones de levantarme. Estaba tan cansada, todos mis músculos dolían por alguna razón, al igual que mi barbilla. Me sentía como si llegara de una larga sesión de ejercicios, a pesar de que no tenía ni el tiempo para ello, ni las ganas.—Juliette, se te hace tarde —indicó mi hermano menor.Gruñí con frustración. Odiaba aquel momento en el que tenía que abandonar al amor de mi vida, llamado cama, para enfr
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