Mundo ficciónIniciar sesiónCapítulo 6: Vigilante
Sinceramente el plan de Adriana era bueno y de hecho tenía algo de lógica, por lo que acepto su sugerencia.
Por suerte agradecía que aun la tecnología no había matado los teléfonos de la calle, por lo que tras insertar unas monedas marcó el número de Arturo.
- ¿Quién? – se escuchó la voz irritada de él al otro lado de la línea.
- Soy yo.
- Vanesa, tú…
“No idiota, cálmate, no te alteres” – pensó mordiéndose la lengua para reprimir el instinto de insultarla.
- Amor, ¿Dónde están? Los extraño mucho – dijo empleando un tono dulce en su voz.
- Estoy en un hospital de rehabilitación.
- ¿Rehabilitación?
- Hm… la lesión que sufrió Aarón fue algo grave y le afectó su habla.
- ¿En… en serio? – preguntó dejando notar la alegría en su voz, pero rápidamente se arrepintió – perdón amor, no fue mi intención – dijo al imaginar que ella estaría con el ceño fruncido.
- Necesito dinero.
- Si... si, am… ya te envió el dinero para que pagues el tratamiento de nuestro niño.
- Gracias.
- Entonces ¿estás quedándote con él?
- Si.
- Está bien amor, cuídense y am… ¿Por qué no me llamas por tu celular?
- Me quedé sin batería y se perdió mi cargador.
- Ah entiendo, ahora te deposito una buena cantidad hasta para que te compres un cargador.
- Hm… gracias y oye, perdón por actuar de forma impulsiva.
- Me alegro que meditaras tu error mi amor – comentó mientras hacía la transferencia.
Vanesa fijó su mirada en la pantalla de su móvil, sonriendo de lado al ver la cantidad de dinero depositado.
- Perdón amor, creo que hable así porque me sentí muy sola.
- Tranquila mi amor, te perdono y te prometo que cuando nuestro hijo salga de terapia iremos de vacaciones familiares ¿te parece?
- Me parece bien – indicó terminando la llamada – idiota, a la próxima no demuestres que te alegra que nuestro hijo se lastime – dijo mirando con odio el teléfono.
Ahora debía aprovechar esa generosidad, por lo que fue al banco para sacar ese dinero y hacerlo efectivo, porque así no podría rastrearla y podría moverse con tranquilidad ahora que Arturo se sentía aliviado y seguro.
Por su parte Arturo se sentía complacido y tras unos momentos comenzó a reír a carcajadas.
- Vaya parece que esa mujer hizo bien el trabajo y volvió estúpido a ese mocoso – indicó sonriendo de forma maliciosa – eso significa que ni muerto podrás superarme y solo te queda ver desde el infierno como torturo a ese niño y me quedo con todo lo que era tuyo.
En eso volvió a sonar su celular, pero hizo una mueca al ver que era Adriana.
- ¿Qué pasa?
- Jefe, necesito su ayuda.
- Que…
- Olvido su cita de las 3 y ya llegaron las personas.
- Que… tch… maldita sea, distráelos, llego en 10 minutos.
- Hm… está bien amor, no tardes.
Arturo murmuró varias maldiciones antes de poner en marcha el auto para regresar a la empresa para atender a los socios, ya que ese contrato significaba dar el siente gran paso en su empresa.
Tras salir del banco, Vanesa estaba satisfecha porque el dinero lo convirtió todo en efectivo y al mismo tiempo depósito ese efectivo en su cuenta bancaria personal, quedándose con un poco de efectivo, así no podría rastrear la existencia de su tarjeta personal.
Ahora se dirigió a la plaza para comprar algo de ropa para ella y su hijo.
Tras tener algo de ropa, paso al supermercado para comprar algo de comida preparada y algunas golosinas para mimar a su pequeño.
Al detenerse en el pasillo de las golosinas, vio que un hombre estaba mirando con atención los chocolates.
Curiosamente ese hombre estaba usando una gorra, gafas oscuras y cubre bocas… pero no le dio mucha importancia y se paró a su lado para mirar con atención los dulces.
- ¿Cuál buscas? – escuchó que le preguntaban, sacándola de sus pensamientos y mirando de reojo a ese hombre.
- ¿Yo?
- Hm… no pareces alguien que gusta de los dulces.
- No me gustan las cosas dulces.
- Es extraño escuchar que a una mujer no gusta de los dulces.
- No todas las mujeres son iguales – comentó ella de forma calmada mientras tomaba un chocolate con leche.
- Entonces ¿es para tu novio?
- Para mi hijo.
- En ese caso, compra este – dijo pasándole una barra de chocolate blanco con galleta – este es mejor y sé que les gustara – declaró dando media vuelta para alejarse.
- Espera… - Vanesa lo vio irse sintiéndose confundida mientras bajaba su mirada a la barra de chocolate – gracias – susurró sonriendo de forma débil.
Tras escoger todo fue a la caja para pagar y regresó a la habitación del hotel siendo recibida por un pequeño rubio muy emocionado.
- Mami – corrió para abrazarla.
- Jeje perdón por tardar.
- Está bien, estuve mirando la tele – mencionó empleando una voz dulce.
- Eso veo y mira, te traje algo – declaró sacando el chocolate – siii, dulce – indicó emocionado abrazando a su mamá y sin que ella lo notara él tomó algo que había pegado en su ropa.
- Pero los dulces son después de comer, así que ve a lavar tus manos.
- Está bien mami – indicó el menor sonriendo al ver que ella caminaba a la cocina.
Cuando se aseguró de que ella estaba distraída, su expresión se tornó seria y bajó su mirada a su puño mientras lo abría para revelar un pequeño rastreador.
- No sé quién seas, pero aléjate de mi madre – dijo mientras lo tiraba al suelo y lo pisaba con fuerza.
- Aarón, ven a comer.
- Voy mami – indicó sonriendo mientras corría a su lado.
Al mismo tiempo, las personas que estaban pendientes de la transmisión de ese objeto se sentían felices y orgullosos al escuchar esa amenaza.
- Interesante – dijo una mujer sonriendo de lado – aunque no lo hemos educado, él por su cuenta adoptó una personalidad parecida a la tuya.
- Tch… qué fastidio tener un clon – indicó aburrido un hombre.
- Ya deseo que lo traigas, porque solo necesitará una pequeña educación para convertirlo en un heredero perfecto.
- Bueno creo que tu deseo no tardara en volverse realidad, ya que esa mujer está por divorciarse de ese estúpido.
- En ese caso organizaré todo para darles la bienvenida a la familia.







