Amira es obligada por su madrastra a casarse con un hombre millonario que le doblaba la edad, sacrificando su vida para costear los gastos médicos de su media hermana. Su padre, sin saber qué hacer, apoya la decisión de su esposa. Amira, sumida en el dolor, tuvo que aceptar la propuesta, enterrando en lo más profundo de su corazón al gran amor de su vida: Pascual. El día de su boda, sorprende a su media hermana teniendo relaciones íntimas con Pascual, su amor de toda la vida. Con el corazón destrozado, enfrenta a su media hermana. Sumergida en llanto, Amira pensó en renunciar a ese matrimonio arreglado, pero se detuvo. Por un instante creyó que quizá ese enlace sería la mejor opción para vengarse del daño que le causaron
Leer más—Perdona, Amira. Sabía que estabas despierta; te escuché cantar hace rato. Por cierto, ya se me había olvidado lo hermoso que cantas. Ella lo interrumpió, seca:—Ya basta, Paulo. Dime, ¿qué quieres? —Solo vine a traerte algo de comer —extendió las bolsas—. Debes alimentarte. —Bien, gracias. Ya puedes irte.Paulo dio un paso adelante, acercándose a ella, y con voz angustiada dijo:—Amira, por favor, debes creerme. No sabía que mi padre se había casado, y menos contigo. ¡Juro que no sabía nada! ¿Por qué permitiste eso? ¿Él te obligó a casarte? —Ya no importa, Paulo... Por favor, vete antes de que llegue tu padre —respondió con ojos entristecidos. —Por favor Amira, déjame ayudarte. Necesito saber qué ha pasado todo este tiempo. Dime, ¿qué te ha hecho mi padre? —¿Para qué quieres saberlo? ¿Realmente quieres conocer al monstruo que es tu padre? —Se giró hacia él, dejando caer la cobija. Paulo observó las vendas en sus manos y muñecas, y con voz preocupada, preguntó:—¿Qué te pasó?
—Paulo, dime qué está pasando. ¿Por qué Assim dice que eres su hijo? —Las lágrimas resbalaban por su rostro, mientras el nerviosismo la invadía y sus esperanzas se desmoronaban.—Lo siento, Amira…—¡Cállate! —Amira lo interrumpió con voz temblorosa—. ¿Todo este tiempo has sabido lo que tu padre me ha hecho y nunca hiciste nada? ¡Eres un desgraciado, igual que tu padre!—Amira, por favor, detente. Déjame explicarte. Yo no sabía que eras la esposa de mi padre ni que estabas asi, en estas condiciones… —Luego volteó a mirar a su padre con los ojos llenos de traición —. ¿Por qué nunca me dijiste que te habías casado? ¿Por qué le has hecho esto a ella?Assim se acercó a Amira, deslizando su brazo alrededor de su espalda con falsa ternura:—Lamento no haberte invitado a nuestra boda, hijo. Estabas tan ocupado estudiando en Italia que no quisimos distraerte. Además, ella está perfectamente bien —miró a Amira con una sonrisa forzada—. ¿Verdad, cariño? —La miró mientras sonreía.Amira observó a
Pero ella no reaccionaba. En él se notaba la desesperación y preocupación al ver a su gran amor de la infancia en esas condiciones inhumanas. Al tomarle el pulso, noto que era débil. Sin pensarlo, la levantó en sus brazos y corrió hacia la puerta para llevarla a un hospital.Al salir del cuarto, Sam lo intercepto en el pasillo:—Paulo, ¿qué estás haciendo? ¿A dónde la llevas?—¡Esta grave! ¡Necesita un hospital ahora! ¿No ves que está desmayada y ensangrentada? Necesita un médico — asintió con desesperación.—Paulo, no cometas una estupidez. Llévala de vuelta a su cuarto y no te metas en problemas que no te incumben, antes de que…Paulo lo miró con determinación, y lleno de rabia lo interrumpió.—¡Cállate! —rugió Paulo—¿Quién te crees para darme órdenes? No dejaré que ella muera…No sé qué hace aquí, pero la sacaré de inmediato de este lugar.Paulo, desesperado, se giró para marcharse, pero un golpe de pistola en su cráneo lo derribo, cayendo al suelo desmayado junto a ella. Sam recogi
La mujer volvió su mirada hacia las chicas hasta mirar a una de ellas que negaba con la cabeza, suplicando en silencio que no hablara, pero fue inútil. La mujer con lágrimas en los ojos respiro profundo, y sin importar nada más tomo su decisión y hablo.—Fue Anna —volteó la mirada hacia ella, dejándola en evidencia frente a Assim. Anna clavo su mirada en la joven y, con veneno en la voz, escupió:—¡Eres una puta! ¡Te pudrirás en el infierno, zorra!Assim observó firmemente a la joven antes de pronunciar: —Bien hecho. Gracias por tus servicios. —Empuño su arma y le dispara en la cabeza de inmediato, sin pensarlo. La sangre salpico a las demás, que quedaron paralizadas por el shock en ese instante, luego con una voz fría y una mirad vacía, espeto. —No confío en las chismosas lambonas como esta. Luego su atención se volvió hacia Anna, que temblaba desesperada, llena de miedo y cubierta de sangre: —¡Por favor, señor! ¡Se lo suplico! no me mate. Yo no ayudé a Hansel. Yo le dije que no
—Cuando ese hombre horrible asesinó a Laura... te vi asomarte por esa puerta. Sentí ganas de correr en ese instante, pero sabía que no lo lograría. Mientras se llevaban el cuerpo de Laura, vi una puerta a un costado. Luego, esos hombres nos llevaron a un pasillo, y en ese momento pude escabullirme hacia la puerta. Entré, corrí como loca buscando esta habitación... pero debo marcharme. Sé que me están buscando. ¡Por favor, dime cómo puedo salir de este lugar! —preguntó desesperadamente, sin dejar de mirar hacia la puerta.Amira la observó y luego bajó la mirada antes de responder:—Lo siento. Llevo años encerrada en este infierno y no he podido salir. La última vez que lo intenté, asesinaron a Emilio... el único hombre que me había tratado con respeto y cariño en esta casa —dijo, mientras sus ojos se entristecían.La joven se levantó completamente alterada:—¡Eso no es posible! Debe haber una salida. ¡No me mientas! Dime cómo puedo salir de este lugar.Amira se levantó rápidamente y se
—¡Por favor, Assim! Haz lo que quieras conmigo, pero no le hagas daño a la señora Ligia... Te lo ruego... Ella no tiene culpa de nada. Fui yo quien la obligó a ayudarme. ¡Solo yo debo pagar por esto!Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas mientras comprendía que, por su culpa, la señora Ligia moriría.Él rompió en una carcajada cruel:—¡Cállate la boca, zorra! Tú no me dirás lo que debo hacer. Pronto recibirás un... regalito especial — añadió con una sonrisa sádica mientras se levantaba de la silla. Agarró brutalmente del brazo a la señora Ligia y escupió—: Espero que jugar a la heroína te haya servido de algo... Traidora.Sin mostrar la más mínima emoción, arrastró a la señora Ligia hacia la puerta.Amira, presa del pánico, se aferró rápidamente al pantalón de Assim con todas sus fuerzas, tratando de sostenerlo mientras gritaba llena de dolor.—¡No lo hagas! ¡Te suplico que no la lastimes! — imploró entre sollozos, pero fue completamente inútil.Assim salió del cuarto si
Jim se acercó un poco más y le susurró al oído: —Amira, ¿recuerdas el lugar donde se efectuó la subasta? ¿Recuerdas cómo se llama? ¿O si llegaste a ver algo durante el camino, el nombre de una calle o algo parecido? —preguntó con ansiedad.Amira se secó las lágrimas con el dorso de la mano y respondió: —No Jim, disculpa por no poder ayudarte, pero no sé dónde queda, nunca había estado en ese lugar. Pero escuché a Assim hablar por teléfono y mencionar algo llamado como "El Jety"... No se si sea el nombre de ese horrible lugar.Jim la interrumpió repentinamente: —¡El Jety! Creo saber dónde es —sus ojos se iluminaron momentáneamente antes de que Assim se acercara.—Jim, lárgate. Necesito hablar con mi mujer —ordenó Assim frunciendo el ceño con severidad, clavando la mirada hacia Jim.Mientras Jim se alejaba en su silla de ruedas, Assim se inclinó hacia Amira: —Quería informarte que ya vendieron los órganos de Emilio y su familia...Tú esposo ha ganado mucho dinero el día de hoy —su voz got
Ella permaneció allí sentada, observando fijamente a la familia de Emilio sin poder hacer nada para salvarlos de las garras de aquellos monstruos. Solo continuó llorando desconsoladamente, procurando que Assim no la viera, pues sabía que sería peor para ella. Después de varias horas, llegaron a casa. Assim la sujetó con fuerza del brazo y le advirtió: —Que sea la última vez que haces una estupidez como la de hoy, porque no volveré a perdonarte la vida. ¿Entendido? —frunció el ceño con severidad.Amira, temblando de miedo, lo miró y respondió:—S-sí, Assim, lo entiendo —tartamudeó, conteniendo las lágrimas. Assim se marchó y Amira corrió a su habitación. Se arrojó sobre la cama y rompió en llanto desgarrador. No podía creer todo lo ocurrido ese día. Aún estaba en shock. Ver a Emilio en aquella camilla, mutilado, había sido lo más doloroso que sus ojos habían visto. La impotencia de no haber podido ayudarlo ni a él ni a su familia la consumía. Las horas pasaron hasta que, exhausta, se
Amira no aguanta las náuseas y sale corriendo al baño. Assim ordena a Sam que la siga. Al llegar, Amira vomita y rompe en llanto desconsolado al comprender que Emilio estaba consciente de su tortura... No entendía por qué Assim hacía esto, y menos aún por qué la había llevado a presenciarlo. Sam toca la puerta:—Señorita, por favor salga. Debemos regresar —dice con voz firme. Amira se mira en el espejo mientras seca sus lágrimas, luego regresa a la sala y, al ver a Assim, le espeta:—¿Por qué me trajiste aquí? ¿Disfrutas verme sufrir? —¿En serio querías perderte este maravilloso espectáculo? —replica él con sarcasmo— ¿No querías ver a Emilio? Pues obsérvalo bien, será la última vez que lo verás. ¿Ves qué buen esposo soy? Te traje a despedirte de tu amante... puta asquerosa. Así que te quedarás aquí hasta que yo lo decida —su mirada gélida la atraviesa. Amira sentía que enloquecía. Quería huir, desaparecer de ese lugar, pero la ansiedad y la impotencia la paralizaban. Tras subasta