Izabell, una escritora talentosa y soñadora que se sumerge en un mundo de pasión y secretos. Utilizando un seudónimo para proteger su identidad, crea historias eróticas inspiradas en su primer amor, un amigo de su hermano que ahora es un mafioso, y su enamoramiento actual, un apuesto profesor universitario. Sin embargo, su tranquila vida se ve sacudida cuando una fan la invita a una cita y descubre que el novio de esta es su antiguo amor, ahora inmerso en el peligroso mundo de la mafia. El triángulo amoroso se intensifica cuando el profesor universitario muestra interés en Izabell, desatando un torbellino de emociones y dilemas morales. ¿Quién ganará el corazón de Bell?
Ler maisAún me parece increíble, como si hubiera pasado ayer, la primera vez que vi a Dominic Nolan. Yo tenía catorce años, una edad en la que mi experiencia amorosa se limitaba a suspirar por personajes ficticios. Y entonces, mi hermano Martín decidió traer a casa a su “nuevo mejor amigo”. ¿Su nombre? Dominic Nolan, un chico de diecinueve años que parecía salido de una novela de romance adolescente. Podría decir, con total vergüenza, que fue mi primer gran amor platónico. Ah, porque yo trataba de captar su atención con todas mis fuerzas… ¿Él? Él apenas notaba que existía.
Mi adoración llegó a niveles tan extremos que, sí, me convertí en una escritora en ciernes por él. Me lancé al mundo de la Nube, publicando historias tan ridículas que si las leyera hoy, probablemente me pondría colorada de vergüenza. ¡Escribía desde el móvil! Historias en las que Dominic y yo éramos protagonistas de cuentos ingenuos: el príncipe y la princesa, el chico malo y la chica nerd, mi primer beso, mi primer novio… En fin, la crema y nata de la inocencia adolescente.
Con el tiempo, mi obsesión solo fue creciendo, y justo cuando empezaba a considerar dedicarle un poema o, peor, una canción, Dominic y Martín se fueron a la universidad. ¡Una semana estuve de duelo! ¿Cómo iba a sobrevivir sin mi hermano, mi mejor amigo? Él era quien me ayudaba en matemáticas, me calmaba cuando mis padres discutían, y me sacaba por helado cada fin de semana. La vida iba a cambiar, y vaya que cambió.
Dos años después, justo cuando la rutina familiar parecía estabilizarse, llegó la peor noticia. Un policía apareció en nuestra puerta y, con el tono más solemne que había escuchado en mi vida, nos dijo: “Señores Brok, lamento informarles que su hijo Martín falleció ayer en un ataque armado en el campus universitario…” Sentí que el mundo se detenía. Mi hermano, mi héroe, se había ido para siempre.
Fue entonces cuando nuestra casa se llenó de gente, ofreciendo sus condolencias. Yo solo quería encerrarme y escribir, perderme en mi propio mundo, pero mis padres me prohibieron hacerlo. Así que escapé al jardín, donde la multitud se sentía lejana. Estaba allí, buscando un rincón donde llorar a solas, cuando vi a Dominic. Claro, el muy guapo, bajo la luz de la luna, discutiendo con alguien en voz baja. Me escondí detrás de unos arbustos, pero no dejaba de pensar en lo increíblemente bien que le quedaba esa camisa que marcaba cada uno de sus músculos. En medio de mi trance, escuché algo que me dejó helada:
—¡No quiero errores! Esos malditos pagarán por la muerte de mi amigo, te lo aseguro.
Mis ojos se abrieron de par en par. Dominic, mi crush, estaba listo para desatar una venganza digna de una película de acción. Apenas procesaba lo que había oído cuando él se giró y, con una precisión digna de un halcón, me vio escondida.
—Bell, sal de ahí —ordenó. Ah, sí, claro. ¡Justo como lo había imaginado! Mi primer cara a cara con Dominic y, por supuesto, era en el funeral de mi hermano. Quise hacerme la despistada.
—¿Desde hace cuánto estás ahí escondida? —me preguntó, con esa mirada fulminante que solo él sabía poner.
—¿Escondida? No sé de qué hablas. Solo estaba paseando cuando escuché que mencionabas mi nombre y, pues, decidí acercarme. —Él soltó una risa irónica.
—Ahora entiendo por qué Martín te llamaba "pequeña mentirosa".
Y ahí, como si fuera un golpe directo al corazón, comencé a llorar. Solo recordar ese apodo me desmoronó. Dominic, sin decir más, me acercó y me abrazó con fuerza.
—Bell, Martín no era solo mi amigo, era como un hermano. Su muerte no quedará impune; te lo prometo.
Apenas pude murmurar, con la cara enterrada en su pecho:
—¿Lo prometes, Dominic? ¿Prometes vengar a mi hermano?
—Te lo prometo, pequeña.
—¡Izabell! ¡Bell! ¿Dónde estás? —Escuché a mi madre gritar desde la puerta.
Dominic me soltó con cuidado y me dijo en voz baja:
—Es mejor que vuelvas. No le digas a nadie que me viste aquí.
Asentí, mientras él se inclinaba para darme un beso en la mejilla antes de desaparecer en la noche. Esa fue la primera y última vez que estuve tan cerca de él.
Cuando me acerqué a mi madre, intenté mantener la compostura.
—¿Con quién estabas? —me preguntó.
—Con nadie, mamá. Solo quería aire fresco.
—Pero te vi con alguien.
—No, mamá, ya te dije que estaba sola. Tú no estás bien, deberíamos volver adentro.
Ese día descubrí una habilidad que no sabía que poseía: la capacidad para mentir, algo que en ese momento me pareció de lo más normal. Tiempo después, sin embargo, me daría cuenta de que esa habilidad estaba muy lejos de ser algo común.
IzabellNo hay mayor orgullo para una madre ver a sus hijos graduarse o culminar la primaria, pero no había mayor satisfacción que ver a tu hija vestida de blanco a punto de subir a un altar para enlazar su vida junto a la persona que ama. Eva tenía puesto un hermoso vestido blanco, su cabello tenía un peinado elegante acorde a la ocasión y en sus manos llevaba un ramo de rosas blancas. —Mamá, por favor no vayas a llorar. Tu maquillaje está hermoso para que lo quieras arruinar en este momento. —recriminó mi hija. —No puedes pedir eso, no tienes idea de lo orgullosa que me siento. ¡Vas a casarte! ¿Tienes idea lo que eso significa para mi? Todo padre sueña con este momento. Yo no tuve una boda como la de mi hija, con javier mi primer matrimonio todo sucedió tan rápido que apenas pudimos ir con un abogado y casarnos, ni siquiera estaba realmente enamorado. Con Dominic fue distinto, nos casamos por amor. La ceremonia fue sencilla y pues mi vestido aunque fue de color blanco, fue simpl
—Disculpe señorita aca esta lo que me pidió. —Muchas gracias. —Por cierto, su papá llamó dice que la esperan para la cena y le suplican que sea puntual. —Muchas gracias. —¡Ah! ¡Feliz Navidad!—Feliz Navidad para ti también.Hoy se se celebraba la noche bien en Londres y pues los empleados habían asistido las primeras horas de la mañana, muchos para no dejar nada pendiente ya que después de hoy nos veríamos dentro de dos semanas. El trabajo era sobreabundante y necesitaba de ayuda. Mi padre y mi madre junto a mis hermanos habían viajado hasta Londres para pasar estas fiestas como familia.“Hola mí amor, que tengas una linda mañana” Envié un mensaje a Damián, ya que por la diferencia de horarios de seguro apenas y se estaba levantando. Teníamos ocho meses de estar separados, él en Chicago y yo en Londres, pero ni los kilómetros habían apagado nuestro amor. Nos habíamos visto solo en tres ocasiones durante este tiempo y lo aprovechamos al máximo.Siempre nos llamábamos y teníamos a
—Te estaba esperando. —dijo mi madre, quien tenía una toalla en su mano. Me encontraba nadando desde hace una hora. —Tú padre ya está de vuelta. Sé que lo estas esperando. No quería parecer ansiosa, pero era así. Habían pasado seis meses del incidente con Agustín. Seis meses en que mi padre había desterrado a Damián, todo ese tiempo él había insistido con mi padre en que podía confiar en él. Pero simplemente mi padre no cedió. Este último viaje iba a reunirse con él e iba a tomar la decisión si le permitía regresar a la casa. Yo mejor que nadie estaba interesada en que Damián estuviera de vuelta. Mi madre sabía que esperaba a mi padre para esperar su respuesta. Me sequé y me dirigí a su oficina. —Hola papá. —me acerqué y lo abracé. —Hola mi amor. —¿Qué tal te fue? —La reunión fue un éxito. Logramos un trato y ahora nuestra constructora va absorber tres constructoras pequeñas de Londres, seremos la más poderosa de la ciudad. —Eso es perfecto papá. Sabía que ibas a poder convenc
¡Pam! ¡Pam!—¡Maldita! ¿Por qué hiciste eso? El arma que tenía en mi mano había lanzado dos disparos, pero no en dirección de Damián sino de Agustín. Uno de los disparos dio en su pierna derecha. Damián abrió sus ojos, quien los había cerrado al escuchar los disparos. Me vió y después se dirigió hacia Agustín. Estaba sorprendido. Corrió hacia él y lo empujó hacia la pared, presionando con su rodilla en la herida de la bala. —¡Dile la verdad! —Espetó furioso Damián. —Ya dije la verdad. —Damián, presionó la rodilla —¡Aaaaaah! —grito de dolor Agustín. —Dile que fuiste tú quien mató a Aidan y robó el dinero. ¿Por qué había disparado hacia Agustín? Por qué me di cuenta de que Dasha estaba oculta en una habitación y apuntaba en contra de Damián. Se supone que ella era la novia de Damián, pero le había ocultado la verdad sobre su verdadero parentesco con Tony. Así que ella era cómplice de Agustín, aquí el único traidor era ese desgraciado. Ví como se esfumó al ver como le disparaba a
EVAAbrí mis ojos desconcertada. Sentí un dolor en mi cabeza. Entonces recordé el golpe en la cabeza, estaba siguiendo a Dasha y alguien me golpeó con algo. Miré alrededor, me encontraba en una habitación. No había ni una sola ventana, solo dos puertas y una cama en la cual me encontraba recostada. Me levanté y me dirigí a una de las puertas, era un cuarto de baño. Me dirigí a la segunda puerta y estaba con seguro, intenté abrirla con todas mis fuerzas pero fue inutil. ¿En dónde estaba? ¿Quién me había traído a este lugar?Busqué en la habitación algo que me pudiera ayudar a salir de este lugar. Pero no había nada, solo sábanas y almohadas, fui al baño y solo habían productos de higiene. Ni siquiera había un espejo. De pronto escuché ruidos en la puerta, alguien iba a ingresar. Tomé la posición de defensa preparada para atacar a la persona que se apareciera. —¡Tranquila no hagas nada! vengo en paz. —¿En paz? me tienen secuestrada en un lugar que no tengo idea en dónde es. —Esto
Damián Jalaba mis manos con fuerza, trataba de liberarme de las sogas que me ataban. Llevaba más de un día acá encerrado. Dominic insistía en que le dijera sobre el dinero que supuestamente había robado, pero no tenía una explicación para eso, ni siquiera supe nada de ese dinero. Solo quería soltarme para encontrar a Agustín y pedir explicaciones, estaba seguro que él tenía algo que ver con ese dinero. Continué con mi esfuerzo, estaba a punto de lograr quitarme las cuerdas de las manos. Si lo lograba el resto sería más fácil. De repente la puerta de la habitación en donde me encontraba fue abierta con violencia. Era Dominic y su cara me indicaba que no estaba nada feliz. —¿En dónde está? —exclamó —¿De qué hablas? —¡Mi hija! ¿En dónde está? Desapareció desde la mañana. —No tengo idea de lo que hablas. —Eva no está y estoy seguro que tienes la culpa. ¿Cómo que no estaba? —Estoy atado de manos y pies ¿cómo voy a tener la culpa de que ella desaparezca? —Tienes una organizació
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