Mundo ficciónIniciar sesiónCapítulo 5: Ayuda Maliciosa
Ahora que se había decidió, Vanesa busco tener cuidado con sus siguientes movimientos… porque conocía a su esposo y sabía que era muy impulsivo.
Así que cuando Aarón recibió el alta no regresaron a casa, sino que fueron a un hotel poco conocido para alquilar una habitación y quedarse en ese lugar de forma temporal.
- ¿Aquí nos vamos a quedar? – preguntó el menor al ver la amplia habitación.
- Hm… ¿no te gusta?
- Me encanta, porque aquí no tienes que estar limpiando o cocinando – mencionó abrazándola.
- … - ella sonrió y acarició los cabellos de su pequeño – así es hijo, a partir de ahora las cosas van a cambiar para bien.
Aarón sonrió al escuchar esas palabras y se acomodó en los brazos de su mamá.
Como lo prometió esa tarde fue tiempo madre e hijo, pasando todo el día platicando o mirando películas en la tv y para asegurarse de que nada les molestara, deliberadamente dejo apagado su teléfono, porque no deseaba interrumpir ese momento tan mágico y especial.
Arturo no iba a permitir que ella y el mocoso se escaparan de su control, por lo que ignoró a Adriana ese día y pasó a la tienda a comprar un peluche y unas flores para contentar a ambos.
Fue al hospital para visitarlos, pero se encontró con la magnífica noticia de que el mocoso recibió el alta ayer… por lo que salió furioso del lugar y comenzó a llamar a Vanesa porque esa estúpida no regresó a casa.
Estuvo insistiendo en todo el camino a la empresa e igual cuando llego a su oficina.
- Vanesa, contesta el maldito teléfono – decía rechinando los dientes mientras escuchaba como la llamada seguía sonando.
- Mi amor, déjala, ¿Por qué le insiste? – preguntó Adriana buscando emplear un tono coqueto mientras se acercaba para abrazarlo.
- Suéltame – dijo furioso empujándola – tú no entiendes nada y no espero que lo hagas.
- Pero…
- Escúchame bien, si Vanesa y mi hijo no aparecen, voy a hacer que tú y el bastardito que crece en tu interior lamenten su propia existencia - declaró empujándola con brusquedad mientras marcaba a su casa para ver si su padre tenía alguna noticia sobre el paradero de ese par.
- Maldita Vanesa, esta me las pagaras… ¿Por qué no puedes dejar a Arturo en paz? – Adriana estaba furiosa y algo confundida por ese cambio tan radical de personalidad.
Se supone que Arturo no ama a Vanesa y se nota que ese niño no es suyo, por eso fue fácil para ella entrar en la cama de su jefe y conquistarlo.
De hecho, ya vivía como una reina gracias a eso: departamento lujoso, regalos extravagantes y estaba a su lado… entonces ¿Por qué de un momento a otro se preocupa por Vanesa y el mocoso?
- ¿Qué debo hacer para que te largues? – preguntó apretando los puños.
En eso el teléfono de la oficina comenzó a sonar, por lo que solo rodo los ojos mientras contestaba con fastidio.
- Oficina presidencial.
- ¿Está Arturo?
- … - Adriana frunció el ceño al reconocer la voz de Vanesa – no está, pero…
- Bien, porque contigo es con quien quiero hablar.
- Que…
- Te veo en 30 minutos en la cafetería Glamour – declaró terminando la llamada.
- Ja… hasta crees que yo… eh… ¿Hola? – Adriana estaba confundida.
“¿Qué está planeando?” – pensó preocupada haciendo una mueca.
Pero su curiosidad pudo más y con eso fue a reunirse con ella para ver que quería.
Vanesa estaba en la cafetería dejando escapar un suspiro mientras repasaba sus palabras en su mente.
Ahora que sabía que su pequeño le apoya con la decisión del divorcio, busco darle fin a esa tortura.
Esa mañana se había despedido de su hijo y le pidió que no le abriera la puerta a nadie e igual se aseguró de que tuviera comida suficiente.
Tras dejar a Aarón seguro en la habitación, fue a un bufete de abogados y le pidió ayuda a uno para redactar el acuerdo de divorcio.
Los términos eran simples: solo quería la custodia total de su pequeño.
Pero recordando la forma loca en cómo le habló en el hospital, sabía que eso no sería sencillo, por lo que decidió buscar ayuda.
Justo en eso vio a Adriana sentarse frente a ella.
- Bueno habla y dime ¿Qué quieres?
En eso vio que un mesero se acercó y le sirvió un vaso de jugo.
- Esto…
- Estás embarazada, no puedes tomar café – comentó Vanesa de forma tranquila mientras tomaba su taza y bebía un sorbo de esa bebida amarga.
- Supongo que gracias – indicó haciendo una mueca tomando un poco de esa bebida - ¿entonces?
- Necesito que me hagas un favor.
- Es gracioso que la esposa le pida un favor a la amante de su esposo – se burló sonriendo de forma arrogante.
- Digamos que esto es algo que también te conviene.
- Eso lo dudo mucho.
- Quiero que me ayudes a conseguir el divorcio.
- Que… - Adriana se quedó en shock al escuchar eso - ¿Qué dijiste?
- Que me ayudes a conseguir el divorcio.
- ¿Por qué me lo dices a mí? am… digo, solo ese es un asunto entre ustedes ¿o no?
- Tú misma debes haber notado que Arturo actúa extraño con respecto a ese tema.
- … - Adriana hizo una mueca, porque también lo había anotado – creo que entiendo tu punto.
Vanesa sonrió y le entregó la carpeta con el acuerdo.
- Si quieres léelo y como notaras, solo pido a mi hijo.
- Eso veo, pero ¿estarás bien con eso?
- Je… ¿estás preocupada por mí?
- Bueno es que Arturo siempre ha dicho que solo eres una estúpida ama de casa.
- Mejor preocúpate por ti misma si en verdad deseas ser mi reemplazo.
- Que arrogante eres – indicó haciendo una mueca – pero, acepto.
Vanesa se asombró y no pudo evitar sonreír.
- Gracias.
- Pero quiero que me prometas algo a cambio.
- ¿Qué cosa?
- Una vez que tengas el divorcio, quiero que te largues de aquí con tu bastardo y no vuelvas a aparecer frente a mí.
- Descuida, te lo prometo.
- En ese caso, tengo un plan que debes considerar para obtener un divorcio seguro – indicó Adriana sonriendo de lado.







