Capítulo 2: Ya No…

Capítulo 2: Ya No…

De vuelta en esa gran villa por un momento se sintió ridícula.

Tanta casa…

Tantas decoraciones y muebles lujosos…

Solo para que 2 personas habitaran ese lugar.

Porque ella era un ama de casa y como tal era su obligación mantener el orden y cuidar a su hijo… ya que es lo único que sabe hacer, según su suegra.

Esa casa jamás ha tenido sirvientes, ya que ella es considerada como tal.

En eso su mirada se fijó en la gran foto que estaba adornando arriba de la chimenea.

El retrato de su boda.

La imagen de una joven ilusa, con los ojos llenos de amor abrazando al hombre que acababa de destrozarla.

Inconscientemente, extendió la mano y tocó el rostro del hombre, con lágrimas en los ojos sin darse cuenta.

“Vanesa, no importa lo que pase, para mi eres especial… única y yo, deseo que juntos formemos una gran y hermosa familia”

“Mi amor… yo… yo tengo oligospermia y… sniff…”

“Gracias Vane, sé que en este momento el tratamiento es doloroso, pero te prometo que tú y nuestro hijo serán lo único que importe en este mundo”

Y ahora, tiene un hijo con otra mujer… 

Promesas. Todas, MENTIRAS.

Agarró el pesado marco dorado y lo estrelló contra el borde de mármol de la chimenea.

El cristal estalló en mil pedazos con un sonido agudo.

Luego, pisó con toda su fuerza el rostro sonriente de Arturo en la fotografía, retorciéndolo contra los fragmentos afilados.

Ella inclinó la cabeza hacia atrás, tratando de detener las lágrimas.

No supo cuánto tiempo había pasado antes de arrodillarse, recoger la foto, arrojarla a la chimenea y prenderle fuego.

Mientras ardía, todo estaba claro. Se vio a sí misma:

Se había casado justo después de graduarse de la universidad, sin experiencia laboral, sin ingresos y había perdido el contacto con sus amigos, completamente aislada del mundo.

Arturo le había dicho que no necesitaba ganar dinero, él la mantendría. Ella se había sentido profundamente conmovida.

Pensaba que casarse con el hombre que amaba y darle un hijo era la vida feliz que tanto anhelaba.

Pero ahora… perdió todo…

- JA… en verdad que soy una idiota – se dijo a sí misma , apretando los puños mientras las llamas consumían el último pedazo del retrato. – al menos no deje que rompieras mis alas por completo.

Porque él lo intentó. Con saña. 

Cada vez que buscaba un trabajo, usaba sus influencias para que la despidieran al día siguiente. Si insistía, sí mostraba un atisbo de independencia, llegaba la violencia. 

Una bofetada, un empujón brutal. Luego, las lágrimas de cocodrilo, los regalos caros y la cantinela: "Aarón necesita a su madre en casa. ¿Quieres destruir a nuestra familia?"

Mientras las llamas se apagaban, la escena en la oficina. El embarazo. La protección de Arturo a esa mujer.

Todo esto se repitió ante sus ojos.

¿En qué se engañaba?

Debería haberse ido desde la primera vez que la golpeó…

- Basta. Arturo no sirve ni como hombre ni como esposo.

Subió las escaleras y fue a su habitación.

Se paró frente a su tocador y al abrir el cajón de en medio para sacar dos tarjetas bancarias: una era la que le dio Arturo para los gastos domésticos y la otra, sencilla, que era solo suya.

“Por suerte, sus golpes me despertaron a tiempo” – pensó mirando la segunda tarjeta.

Pese a los golpes, sus ganas de buscar un trabajo no disminuyeron… al contrario, tomaron más fuerza.

Pero esta vez no buscó un lugar físico y aprovechando que su carrera era flexible, busco empleo por internet empezando a ofrecer sus servicios como diseñadora gráfica independiente en varias páginas de internet.

Al principio fue difícil, pero con persistencia… Su seudónimo ya era popular y varias empresas importantes ya la habían contratado y poco a poco había conseguido una pequeña fortuna.

Esa cantidad se convertiría en un nuevo comienzo, porque ya era hora de salir de este ostentoso y frío infierno llamado hogar.

En eso sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del teléfono.

Era su suegra.

En cuanto pulsó el botón de respuesta, su suegra se lanzó a una diatriba de insultos.

- Maldita inútil, buena para nada ¿Quién te crees que eres? ¡¿AH?!

En esos momentos ella se sentía tan cansada de ese show, porque siempre era lo mismo.

- ¿Por qué no hablas? ¿Qué? ¿Ahora eres muda? – la voz chillona al otro lado de línea siguió hablando y soltando veneno – ash… pero es mi culpa por dejar que mi hijo se casara con una huérfana estúpida como…

- Entonces debe alegrarse señora – la interrumpió empleando un tono de voz gélido.

- Que…

- Porque dentro de poco va a tener a un nieto al cual amar en verdad y yo estaré lejos de sus vidas con mi hijo – declaró terminando la llamada y por primera vez se sintió tan bien.

“Ahora tu eres quien se queda con la palabra en la boca” – pensó de forma burlona.

Dejó escapar un suspiro y comenzó a empacar algo de ropa para su hijo y para ella.

Justo en eso volvió a sonar su teléfono, por un momento pensó que era su suegra la que llamaba para tener una revancha, pero se asustó al ver que era una llamada de la academia de Aarón.

Inmediatamente deslizó el dedo para responder.

- ¿Sí?

- Buenas tardes, señora Hughes, le llamamos para avisarle que Aarón se cayó en el patio, se golpeó la cabeza y lo llevan de urgencia al hospital.

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