Mundo ficciónIniciar sesiónTras el brutal engaño de su novio y una humillante entrevista de trabajo, Valeria Neville busca consuelo en el alcohol, terminando en los brazos de un hombre adinerado, el presidente del grupo empresarial Baskerville: Alexander Baskerville. El resultado del desenfreno llegó un día, enterándose de un embarazo múltiple. Cuatro vidas en su interior. Y él, Alexander Baskerville se había ido, dejándola a su suerte. Ella, prometió en su interior que ese idiota tendría que arrastrarse a ella, lo haría pagar.
Leer másCapítulo 161 Epílogo El día que Erika fue arrestada, fue un día raro para Valeria. Después de todo se descubrió que Erika y su difunto marido sí habían raptado a Valeria de pequeña. Erika que sostuvo la mentira por muchos años, finalmente declaró, presionada por todos lados. Valeria lloró mucho, al fin se revelaba la verdad, pero aún sentía que esa parte robada de su vida, jamás podría recuperarla. Alexander siempre estuvo allí para ella. *** Cuando los cuatrillizos ya tenían alrededor de dos años de edad, Valeria y Alexander habían decidido volver a casarse. Querían hacerlo de una manera sincera, que quedaran bonitos recuerdos de ese día, y no aquella boda que se llevó a cabo de forma abrupta y que solo había sido un trámite. Valeria estaba frente al espejo, mirándose. Se veía hermosa. Tenía lágrimas en los ojos, pero se contuvo para no arruinar el maquillaje. Diana se acercó, también contenta y llena de mucha emoción. —¡Felicidades, hija!—expresó, con la voz temblando d
Cuando Valeria despertó, se encontró en la habitación de un hospital, y a su lado se encontraba Alexander. Él se inclinó sobre ella, con el rostro iluminado por el alivio.—Menos mal que has despertado, Valeria. ¿Cómo te sientes, cariño?—preguntó amoroso, mientras besaba su frente y su mejilla con una ternura gigantesca.Ella sonrió, todavía un poco débil.—Creo que estaré bien, eso creo. Supongo que ya prepararon la cesárea, ¿no es así?El hombre asintió con la cabeza.—Están preparándote. Te llevarán a quirófano dentro de una hora, más o menos. ¿Crees que deba estar allí contigo también?—¿Estás seguro? ¿Podrás estar allí sin desmayarte?—preguntó ella, un poco divertida.Alexander sonrió con su pregunta.—¿Crees que soy tan cobarde como para desmayarme en el nacimiento de mis hijos? Por supuesto que no lo haré. No me voy a desmayar, así que despreocúpate.Ella asintió con la cabeza.—En ese caso, entonces no te apartes de mi lado.—Prometo que no me voy a ir de tu lado, cariño.Desp
Esa mañana se habían terminado de afinar los últimos detalles de la habitación de los cuatrillizos. Valeria y Alexander estaban contentos con el resultado. Ambos se abrazaron, mirando el espacio cuidadosamente decorado.—Me encanta el lugar—comentó Valeria, acariciando su vientre abultado—. Y pensar que solo faltan algunos días para el nacimiento de los bebés. Estoy tan nerviosa y al mismo tiempo emocionada—admitió, con una enorme sonrisa en la cara.Alexander la abrazó por los hombros, atrayéndola a él con cariño.—Yo también estoy bastante ansioso por conocerlos—le mencionó—. Me llena de emoción, y todavía es increíble que me voy a convertir en padre, ¡y no solo de un bebé, sino de cuatro!—confesó, con una sonrisa que denotaba una genuina felicidad.Valeria suspiró, inclinando la cabeza sobre su hombro.—No pude encontrar a un hombre mejor. Creo que estábamos destinados a encontrarnos—dijo, con un tono de diversión.—¿Por qué te estás riendo, Valeria?—le preguntó él, cariñosamente.
—¿Qué estás diciendo, Valeria?—Su voz era grave, atónito —. Acabas de recuperar tu apellido, has pasado por el infierno ¿Después de todo lo que ese hombre te hizo... después de la traición y el deshonor... me vienes a decir que no te vas a divorciar? Dime que estás bromeando. —No estoy bromeando, Papá—respondió Valeria, sin inmutarse, sintiendo el apoyo silencioso de su madre—. Alexander y yo nos hemos reconciliado. Hemos decidido empezar de nuevo. —¿Haces esto por lástima? ¿Por culpa debido a su accidente? Valeria... —No es por culpa ni por lástima. Pero saber que casi pude perderlo, me hizo reflexionar. Me di cuenta que estaba equivocada. ¡Y yo amo a Alexander! Lo amo con todo mi corazón. —Hija... Se tocó el vientre, allí donde sus bebés estaban. —Y él me ama a mí. Lo sé. Lo que pasó fue terrible, sí. Pero no quiero vivir el resto de mi vida con el arrepentimiento de no haber luchado por mi matrimonio cuando tuve la oportunidad —soltó decidida —. Lo siento papá, si te sien
La chica finalmente miró a Leo. Su voz sonó molesta por la presión. —¿Por qué hace todo esto? ¿Por qué insiste en ayudarme cuando no se lo pedí? —farfulló, no porque quisiera ser malagradecida, sino porque se sentía incómoda con la intromisión. Leo la miró por un instante, un gesto de fastidio. Volvió a fijar la mirada en la carretera. —¿Cuántas veces te voy a repetir que no seas formal conmigo? Solo dime ‘tú’, otra vez —repitió. Ella suspiró sonoramente, volviendo a dirigirse a él. —No entiendo por qué insistes en ayudarme cuando claramente ya has hecho mucho por mí. —¿Cómo quieres que no me preocupe? Ese día, cuando apareciste de la nada y te lanzaste a la carretera sin pensar, parecías estar huyendo de alguien o algo. Y ahora mismo tienes un moretón en el ojo. Alguien te lo hizo. Entonces, dime quién te ha golpeado y por qué no denuncias esto a la policía. Deberías hacerlo para que se tomen represalias contra esa persona. La mujer se puso otra vez incómoda, sintiendo
Valeria volvió a casa. Su madre, Diana, se dio cuenta de que su hija parecía un poco diferente, como si estuviera más contenta. —¿Estás bien, Valeria? Te noto diferente —admitió, acercándose—. Parece que algo bueno ha pasado. Diana percibió el reflejo de la felicidad en sus ojos, ese brillo que volvía a resplandecer de alguna manera. Significaba que algo bueno había ocurrido. Valeria sonrió ampliamente y abrazó a su madre. —En realidad, no te equivocas, Mamá —susurró, con alegría—. Ha pasado algo muy bueno. Alexander y yo hemos decidido empezar de nuevo. Queremos estar juntos. Ambos sabemos que el divorcio no es algo que deseamos. Espero que lo entiendas, Mamá. Diana se llenó de sorpresa por la noticia, pero al mismo tiempo, sintió una genuina felicidad. Ver a su hija contenta hacía que ella se sintiera igual. —¡Por supuesto que estoy contenta por ti, Valeria! No te imaginas lo feliz que me siento al escuchar eso —dijo, abrazándola de nuevo. Valeria se separó de ella, c
Último capítulo