—¿Qué estás diciendo, Valeria?—Su voz era grave, atónito —. Acabas de recuperar tu apellido, has pasado por el infierno ¿Después de todo lo que ese hombre te hizo... después de la traición y el deshonor... me vienes a decir que no te vas a divorciar? Dime que estás bromeando.
—No estoy bromeando, Papá—respondió Valeria, sin inmutarse, sintiendo el apoyo silencioso de su madre—. Alexander y yo nos hemos reconciliado. Hemos decidido empezar de nuevo.
—¿Haces esto por lástima? ¿Por culpa debido a su accidente? Valeria...
—No es por culpa ni por lástima. Pero saber que casi pude perderlo, me hizo reflexionar. Me di cuenta que estaba equivocada. ¡Y yo amo a Alexander! Lo amo con todo mi corazón.
—Hija...
Se tocó el vientre, allí donde sus bebés estaban.
—Y él me ama a mí. Lo sé. Lo que pasó fue terrible, sí. Pero no quiero vivir el resto de mi vida con el arrepentimiento de no haber luchado por mi matrimonio cuando tuve la oportunidad —soltó decidida —. Lo siento papá, si te sien