Blake Jarold Gates, jamás imaginó que al escapar del control de su dominante familia, terminaría en las manos de un millonario despechado cuya esposa lo dejó para irse con otro y ahora él creyéndola su esposa la quería hacer blanco de su venganza, pero ella no estaba a dejarse dominar, ni con él, ni con nadie. Extracto La joven sentía como su cuero cabelludo le ardía ante la presión ejercida por el hombre, sin embargo, no estaba dispuesta ni a llorar, ni a pedir clemencia, Blake Gates nunca suplicaba, y no iba a empezar ahora; a pesar de que sus ojos estaban picándoles por las lágrimas, las contuvo, jamás se doblegaría y mostraría ninguna debilidad, ni menos ante un patán que seguramente hasta se excitaría de ver a la mujer en una posición de debilidad. —¡¿Acaso te has vuelto loca?! ¿Quieres morirte? —le susurró de manera peligrosa, pegando su boca cerca de su rostro, haciéndole sentir ese aliento mezcla de menta dulce, que le contrajo el estómago de manera extraña. —Al parecer, quien desea morirte eres tú —le habló en el mismo tono usado por él—. ¡O me sueltas! O juro que te dejaré eunuco ¿Tú verás lo que te conviene? Ante las palabras de la chica, Ethan de manera inconsciente se llevó una mano a su parte íntima, apartándose un poco de ella, temiendo que arremetiera en su contra y cumpliera con sus amenazas. Cuando de repente la escuchó empezar a contar. —Cinco, cuatro…—Ethan frunció el ceño y la interrumpió. —¿Qué significa eso? ¿Es una amenaza? —interrogó con una expresión de desagrado. —No es una amenaza, es un hecho y esto es el conteo previo, al llegar a uno deberás cargar con las consecuencias de atacarme, tres… dos…
Leer másCapítulo 1. Una trampa
Ethan Beckham, sentía la boca seca, su cabeza embotada, tenía la sensación como si estuviese en una burbuja, por más intentos de abrir los ojos estos parecían haber sido pegados con cola. Se giró del otro lado de la cama, y allí se dio cuenta de un cuerpo femenino desnudo debajo de él, la cual tenía el brazo fuertemente aferrado a su cintura, con una de sus manos rodeó su silueta esbozando una leve sonrisa.
Por un momento, frunció el ceño al darse cuenta de que no recordaba cómo llegó allí, una pizca de nervios recorrió su cuerpo, sin embargo, de inmediato logró tranquilizarse, la mujer entre sus brazos no podía ser otra que su esposa, pensó, ya tenían dos meses de casados, por eso no hizo ningún esfuerzo para levantarse, sin embargo, un par de minutos después se dio cuenta de su error, al escuchar el duro golpe de la puerta al abrirse y la voz histérica de su mujer.
—¡Maldi@ sea Ethan Beckham! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! A mí que te he amado como a nadie… ¡Eres un miserable! No creas que esto se quedará así —expresó indignada.
Al escucharla, Ethan miró sorprendido a su lado y vio a una joven acostada junto a él, la cual no tenía idea de quién era, nunca la había visto en su vida, enseguida giró su vista a su esposa, la cual estaba por completo enfurecida.
—Madelaine amor… por favor déjame explicarte, no sé qué pasó aquí… esto no es lo que parece, yo… —empezó a decir tratando de recordar lo sucedido, pero es como si los recuerdos hubieran sido borrados de su mente de un solo plumazo e incluso sus palabras sonaron absurdas hasta para sus propios oídos.
La mujer lo miró con desagrado, se asomó en la puerta y gritó.
—¡Vengan! Pasen y vean al gran empresario y todopoderoso Ethan Beckham, revolcándose con una zorr@, ¡Poniéndome los cuernos! —vociferó alterada—. Vean y sean testigos de su infamia, mientras frente a la gente pregona que me ama y que soy su gran amor, por detrás se revuelca con otra —espetó con indignación.
Enseguida, animados por Madelaine, entraron a la habitación un gran número de reporteros, todos ocupados en sus manos con cámaras de videos y fotográficas, capturando imágenes y videos de la desnudez de Ethan y compañía.
Cuando Ethan se dio cuenta del circo que estaba montando la mujer a su alrededor, se encolerizó, porque nunca le gustó llamar la atención y le desagradaba las escenas y espectáculos, además, le parecía que se estaba pasando de la raya, además una leve sospecha se empezó a abrir paso en su interior.
Se levantó cubriendo la parte baja de su cuerpo con una sábana y caminó hacia los reporteros.
—¡Entrégame la cámara! —le exigió a uno de ellos, mas el hombre parecía inmune a su petición—. ¡M@ldita sea! Te dije que me entregarás la cámara —repitió.
Como el hombre lo ignoró, el enojo de Ethan aumentó, con una mano se ajustó la sabana en la cintura y con la otra manoteó la cámara arrebatándosela para segundos después, estrellarla con fuerza contra el piso.
—¡Largo! —exclamó furioso mientras despojaba a dos más de ellos de la cámara partiéndola en pedazos. Sin embargo, no pudo evitar alcanzar a otros dos que lograron escapar.
Cuando quedó solo en la habitación con su esposa, dirigió su atención a ella.
—¿Por qué hiciste esto? ¿Qué necesidad tenías de traer a la prensa? ¿Querías desprestigiarme ante la opinión pública? —interrogó molesto.
—¡Tú te lo buscaste! —declaró desafiante mirándolo con una expresión que no denotaba ningún dolor por la traición, sino más bien satisfacción, frunció el ceño desconcertado.
—¿Qué es todo esto Madelaine?
—Beckham, ¿Eres tú el infiel y ahora pretendes culparme a mí y pedirme explicaciones? Estás equivocado Ethan Beckham rompiste nuestro contrato, ahora debes asumir las consecuencias, te enviaré a mi abogado para que me firmes el divorcio y me transfieras el 40% de tus bienes, yo no te pedí incluir esa cláusula aunque si la haré valer. ¡Hasta pronto esposito! —exclamó saliendo de la habitación.
—¡Maldit@ sea! —exclamó furioso apretando sus puños a un lado de su cuerpo—. Si esto fue una trampa Madelaine, no se va a quedar así… me la vas a pagar y te juro que desearás no haber nacido.
*****
Un par de meses después
Blake, miró la hora en el reloj de la mesa de noche, marcaban las dos de la madrugada, había estado en vela esperando la hora exacta para escapar, según decían esa la hora en que el sueño era más profundo, por lo cual su plan de escape tendría más posibilidades de éxito. Necesitaba salir de una vez por todas del control de Jarold Gates, no soportaba seguir viviendo un minuto más allí, teniendo que pedirle permiso para mover un pie y hasta para tomarse un vaso de agua con toda y su temperatura, se sentía asfixiada y no creía poder soportar más.
Abrió la puerta de su habitación para salir, apretó el bolso en sus manos, pegándolo a si pecho, lamentablemente, su huida se vio frustrada al chocarse con el cuerpo de uno de los dos hombres mal encarados, parados en su puerta como si fueran dos caninos cuidando a su presa.
—¿Adónde cree que va señorita? —preguntó el hombre y la furia en el rostro de la chica no se hizo esperar, se giró sobre sus talones y regresó a la habitación.
—¡M@ldito Jarold Gates! ¿Cómo puedes ser tan insufrible? —expresó cerrando la puerta con fuerza, sintiéndose frustrada.
Observó a todos lado, se sentía como un animal enjaulado, y eso era lo que tenía, porque vivía en una jaula de oro, no tenía ningún derecho porque todos le fueron coartados por ese ser tan dominante e impulsivo, no sabía cómo podía existir gente que se creyera con poder para humillar y controlar a los demás.
Esperó una hora más, tomó su morral guardando el dinero y algunos objetos de valor y unos bistecs que metió en una bolsa como parte de su plan para sobornar a sus guardianes más severos, un documento de identidad y volvió a hacer el intento de escapar, esta vez lo hizo por el balcón, porque seguramente por allí no se lo esperarían.
Agarró una sabana y la sujetó de unos de los muros de un lado del balcón, la sujetó con fuerza, miró de nuevo a los lados y al no ver a nadie, decidió sujetarse de la sabana y deslizarse, cuando por fin se vio libre de la habitación, empezó a correr sobre la línea de árboles, hasta encontrarse en el lugar donde días antes dejó una bicicleta, aunque todo estaba oscuro se conocía muy bien el camino.
Se subió en ella y empezó a recorrer hasta una de las salidas del lateral derecho, la cual le quedaba más cerca y estaba menos custodiada, cuando transcurrieron unos veinte minutos, que ya estaba viendo de cerca la salida, aparecieron un par de perros oscuros parándose en su camino sin dejar de gruñirla.
—Hermosos perritos —pronunció con un poco de temor, porque estos caninos no eran amigables, los tenía Jarold para evitar la salida o entrada de intrusos, eran bastante fieros—. Les he traído unos ricos regalitos.
Enseguida abrió su bolso y comenzó a tirar los filetes de carne, los perros se debatían entre cumplir con su misión o salir corriendo hacia los deliciosos manjares. Ella alzó uno de los filetes y se bajó de la bicicleta.
—¡Oh que rico! Delicioso filete jugosito con sangre —expresó y allí los pobres animales perdieron contra su ingenio, se los tiró corriendo hacia la salida mientras ellos comían—. Se me olvidó decirles, tiene una pequeña dosis tranquilizadora que no les hará daño, solo dormirán por unos momentos, aunque nada que pueda afectarlos, lo siento, es necesario.
Subió en el muro de la verja, no sin antes desconectar por un par de segundos la electricidad, utilizando un programa en su tablet, luego extendió su vista hacia los perros que se quedaron dormidos, le dio un poco de pesar, pero estaba segura de que en solo unos pocos minutos despertarían. Se lanzó al otro lado. Cuando se sintió libre empezó a correr como loca con toda la energía y adrenalina que despertaba en su cuerpo haber escapado, caminó hasta subirse en un bus y se bajó cuarenta minutos después en el centro de la ciudad, sintiéndose por completo aliviada.
Caminó un par de cuadras, reconociendo el lugar y buscando un hotel término medio donde pudiera esconderse, sin embargo, no había dado ni dos pasos, cuando un par de hombres tan grandes como los que estuvieron en la puerta de su habitación, aparecieron y con una expresión severa le ordenaron.
—¡¡Señora Beckham!! Ni se le ocurra escaparse, ¡Debe acompañarnos! El señor Ethan, está deseoso por volver a verla.
«Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece». Eurípides.
Siete meses despuésBlake veía a su esposo corriendo por el jardín con los dos pequeños, Nathan, su hijo quien ese día cumplía un año y Holis su hermana, seguidos de Peter, que se convirtió en una especie de hermano mayor para los pequeños, los cuidaba y protegía con una fiereza impresionante, su conexión con su padre mejoró muchísimo, eran bastante cercanos y a este ya no le costaba mostrar afecto, todo lo contrario con Hadassa en su vida, se convirtió en un hombre más atento cariñoso, continuaba trabajando para la Agencia Federal de Investigación, aunque al mismo tiempo era uno de los asesores de Jasón Jarold, nuevo presidente de la república, limaron asperezas y sus relaciones mejoraron muchísimo. Al final, Marlon preparó un comunicado y reconoció sus errores en el trato con los Jarold, se disculpó públicamente con ellos, con Blake, incluso con Madelaine, también inició terapias psicológicas con el fin de poder superar sus traumas del pasado, a los cuales le debía en gran parte su
Hadassa no pudo evitar las lágrimas que rodaron por su rostro, ese era el sueño más bonito que había tenido en su vida, y empezó a hipar producto del llanto, no quería despertar, sabía que estaba entre dormida y despierta, pero no quería abrir los ojos y enfrentarse a esa realidad, a una vida donde no estuviera Marlon, el dolor era insoportable, aunque estaba agotada de siempre hacerse la fuerte, sin embargo, la verdad estaba allí, por más que se aferrara a una esperanza los hechos no podían cambiarse y si él estuviera vivo sería un milagro.De nuevo escuchó esa voz ronca que le hablaba con ternura y su piel se erizó, sintió que unos brazos la cargaban y acariciaban con suavidad su rostro, no pudo evitar un suave suspiro salir de sus labios.—Es tan hermoso este sueño… juro que no quisiera despertar —pronunció Hadassa con un tenue tono de voz.—¡Eres una perezosa! Abre los ojos, nunca sabes si tus sueños se hacen realidad —se carcajeó, ella escuchó la sonrisa y ya no pudo negarse a ab
Los días fueron pasando, se llevaron a Madelaine con ellos, la hicieron ver con el médico y dos semanas después decidió irse, no quería regresar con sus padres, porque no deseaba que la siguieran utilizando, quería empezar de cero en un lugar donde los recuerdos de todo lo vivido no la persiguieran.—Blake, gracias por apoyarme, por devolverme bien, por el mal que hice, lo siento tanto… a veces nos dejamos llevar por malos sentimientos, envidia, odio, egoísmo, y eso en vez de ayudarnos, provoca que nos estanquemos, nos impide avanzar y desgracia acumula sobre nuestra cabeza. Yo deseo poner distancia, ir a otro sitio, me iré a Washington y procuraré empezar una nueva vida. Voy a seguir con mis terapias, empezaré a estudiar, a amarme a mí misma y pese a que mi hijo… ya nunca podrá estar conmigo, viviré con la ilusión de que si estuvo y por él seré diferente, quizás no merecía tenerlo como hijo, porque tal vez, no tengo derecho a ser feliz. Cuida a tu bebé, a Peter, a Hadassa y a su beba
Los dos subieron al auto, Ethan llamó a Anniston quien le indicó el camino que tomaron, pues ya Anniston había salido detrás de Jasón a una distancia prudencial para no ser visto.—¡Espero equivocarnos! Porque Jasón toda la vida ha hecho las cosas correctas, no me gustaría decepcionarme de él —expresó Blake, sintiendo una opresión en el pecho.—A veces las personas cometemos locuras, recuerda cuando yo te secuestré y te retuve, solo que eres una mujer valiente, osada, sin temor —mencionó el hombre tomando su mano para calmarla.—Lamentablemente, Madelaine no es yo, ella a pesar de ser astuta para engatusar a los hombres, es débil, y en este momento de su embarazo, si Jasón la tiene, no sabemos si ha quebrado su espíritu. Solamente nos queda rogar que todo esté bien, y por primera vez, estaré feliz de equivocarme —pronunció recostándose del asiento del auto, quedándose pensativa.*****Jasón salió de la recepción de la boda de su hermana como alma que lleva al diablo, las palabras pro
De inmediato el médico llamó para que lo ayudaran a levantar a Ethan, los hombres se lo llevaron al área de emergencia, sin embargo, el médico se quedó con Blake, estaba contrariado, quería llamar la atención sobre su comportamiento, pero a la vez sentía temor, y es porque le parecía que la chica estaba demasiado tranquila, por completo relajada, cuando otra mujer en su caso estaría histérica.—Señora, ¿Puedo decirle algo sin que se moleste? —Blake asintió y el hombre continúo—, usted es extraña… no actúa como las otras mujeres —cuestionó el médico y ella alzó la ceja en un gesto de indiferencia.—Doctor, yo no soy cualquier mujer, yo soy única, especial, si usted quiere analizarme usando el patrón empleado para otras mujeres, está perdiendo su tiempo.—Ya entiendo, por eso no la veo preocupada porque el señor Beckham se haya desmayado —expresó con un poco de censura en su tono de voz—. Cualquier esposa estaría llorando histérica ¿No está preocupada que le haya pasado algo?Ella se e
Blake se quedó viéndolo con ganas de reírse a carcajadas de él, pese a ello se contuvo «¡Hombres! Por más inteligentes que sean siempre terminan pensando con la cabeza que tienen entre las piernas y revelando sus verdaderas intenciones», pensó mientras movía la cabeza de forma negativa, sin embargo, no podía negar que se sentía excitada, ese hombre la ponía como un tronco en chimenea por completo encendida, solo él tenía esa capacidad.—¿Quiere decir que logré seducirte? Si gané la apuesta, entonces, debes darme la empresa que quiero, la custodia de mi hijo e irme —respondió mostrando ligeramente su picardía.—¡Eres una tramposa! ¿Lo sabes verdad? —interrogó sin dejar de observarla.—Él tramposo es otro que fue descubierto. Lo fingiste desde el principio —respondió ella cruzándose de brazos.—No, cuando llegué y te vi no tenía idea de quien eras te lo juro —trató de explicarse más la molestia de ella era evidente.—¡¿Te acostaste con una extraña solo porque se te paró en frente en pel
Último capítulo