SENTENCIA DE LUNA Fue Desterrada de su manada .Traicionada por su pareja destinada y condenada sin pruebas. Nayara lo perdió todo en una sola noche. Acusada de un crimen atroz, fue juzgada sin piedad y desterrada como una asesina. La manada la repudió. Su compañero destinado, Gael, no la protegió. Bajo el mandato de Lidia, la Luna Madre, su nombre fue borrado, su existencia reducida a un recuerdo maldito. Pero mientras ellos la olvidaban, ella sobrevivía. Crecieron en su piel las cicatrices del abandono, en su alma la furia de la injusticia. Y con el tiempo, comprendió la verdad: su caída fue orquestada. Sus enemigos no querían solo desterrarla, querían destruirla. En el exilio, Nayara encontró respuestas. No fue la primera en ser traicionada, ni será la última. Khael, el legítimo Alfa de la manada, también fue condenado por la misma mentira, por la misma mujer que los engañó a todos. La verdad quedó enterrada bajo hechizos y engaños, pero ellos han regresado para desenterrarla… y hacer pagar a quienes los condenaron. La justicia no es suficiente. La venganza es su derecho. Cuando la luna ilumine su regreso, no habrá súplica que la detenga, ni lazos que la retengan. La manada pagará su deuda de sangre. Gael enfrentará el peso de su traición. Y cuando todo arda bajo el juicio de la loba que una vez desterraron, Nayara decidirá si queda algo por lo que luchar… o si destruirá todo a su paso. Porque esta vez, ella dicta la sentencia.
Leer másCAPÍTULO – “EL JUICIO DE LA LUNA” Punto de vista: Consejo de Ancianos La Sala del Juicio estaba cerrada. De forma literal y simbólica. Sus muros de piedra ancestral, marcados por grietas y símbolos tallados con garras, vibraban con una energía que no venía de ningún hechizo… sino de la memoria misma del lugar. El círculo se había formado en completo silencio. Los Ancianos, cubiertos con sus capas rituales, formaban una circunferencia perfecta alrededor del fuego central. El fuego que solo debía encenderse cuando la verdad y la justicia se enfrentaban sin máscaras. Khael fue el primero en cruzar el umbral. Vestía una ropa ceremonial ,pantalones de cuero negro, camisa gris oscura ajustada al torso ancho y una capa sin adornos, negra como la noche sin luna. Su cabello recogido hacia atrás dejaba a la vista las cicatrices que no había ocultado ni siquiera para esa ocasión. Caminaba con paso firme, con el cuerpo erguido, como quien ya no teme ni a la muerte ni al juicio. A su lado,
Capítulo: La Caída de la Luna FalsaPunto de vista: GaelEl despacho olía a madera vieja, a decisiones antiguas, a errores heredados por generaciones de Alfas en la manada Fuego de Luna.Gael estaba de pie, con la espalda recta, frente a su padre. Aldric parecía haber envejecido diez años en los últimos días. Las ojeras profundas marcaban el paso del tiempo en la oscuridad de su mente… una mente herida por el olvido, por la traición de su memoria. El rostro de la que fue su compañera —la verdadera madre de Gael— se le escurría como agua entre los dedos.Cuando Gael cruzó el umbral, lo encontró golpeándose el rostro con las garras apenas asomadas, haciéndose cortes que, aunque su lobo podía sanar, dejaban cicatrices del alma, visibles en su carne.No lo detuvo.Lo observó en silencio.—Estás pagando tus culpas —dijo Gael al fin, con una dureza serena.Aldric dejó caer las manos, sangrantes. Su mirada era la de un hombre destruido por su propia ceguera.—Nunca voy a terminar de pagarlas
CAPÍTULO: Donde se Encuentran los FuertesPunto de vista: NayaraEl bosque murmuraba como un viejo sabio. Las hojas hablaban entre sí, el viento acariciaba la tierra con un vaivén constante, como si susurrara secretos ancestrales que sólo los dignos podían comprender. Nayara caminaba en silencio, guiada no por una ruta trazada, sino por un instinto que le ardía bajo la piel. No era el lobo quien la guiaba. Era algo más profundo. Algo que no sabía nombrar, pero que latía en su sangre con la misma fuerza con la que ahora latía su propósito.No buscaba consuelo. Ya había enterrado el derecho a las lágrimas. Tampoco buscaba justicia inmediata ni protección. Lo que buscaba... era a él.A Khael Lorentz.No entendía del todo por qué.Él no era su Alfa. No era su compañero destinado. No era su pasado, ni su futuro. Pero en él había algo que le hablaba al corazón más silencioso de Nayara. Una quietud extraña. Una fuerza que no venía de la dominancia, sino de la resistencia. La presencia de un
Capítulo: Pruebas en la Sangre Punto de vista: Nayara El pasillo del hospital olía a desinfectante... y a traición. Pero Nayara ya no sentía miedo,lo había enterrado junto con su inocencia. Caminó por el pasillo con paso firme. El eco de sus botas resonaba como un tambor de guerra. El corazón no latía por ansiedad... latía por justicia. Había llegado la hora de hacerla. Abrió la puerta sin golpear. El doctor Varek levantó la vista, y por un segundo, palideció. —Nayara... —No. No me llames por mi nombre —le cortó ella, con voz fría—. Hoy solo quiero una cosa de vos y es la verdad. Él doctor Varek tragó saliva. Sabía que ese momento llegaría. Pero no pensó que sería tan pronto. —Yo... no puedo hablar sin autorización del Alfa. Ella lo fulminó con la mirada. —No vine a pedirte permiso. Ni a él ,ni a vos .Vine a desenterrar la verdad. Vos sabés que fui condenada por algo que no hice. Vos estuviste ahí. Vos firmaste esos malditos informes. El doctor bajó la vista. —No fui
Capítulo: Lo Que Callaron los Leales Punto de vista de Khael Lorentz Cuando Nayara regresó a la manada esa mañana, Khael no se acercó.No sabe si ni siquiera la notó . La observó desde lejos, con respeto, y entendió que no debía interferir. No era momento de consolar ni de aconsejar. Ella no necesitaba ayuda. Necesitaba justicia y venganza. Y él, que había sido testigo y víctima de lo mismo, sabía exactamente lo que debía hacer. Durante horas caminó solo en su forma de lobo buscando un olor que se acordaba muy bien, alejándose de los límites del centro de Fuego de Luna. Buscaba más que aire o distancia. Buscaba memoria.La suya y la de los que aún quedaban vivos, pero callados. La encontró exactamente a las 12 del mediodía . En unas cabañas en los límites de la manada , en los bordes del bosque, cinco guerreros ancianos lo esperaban como esperando ese momento. Estaban sentados alrededor de una fogata. Eran exiliados en vida con sus familias ,muchos ya estaban so
Capítulo: Lo Que Rompieron Por Mí Punto de vista de Gael El mundo le dolía. Le dolían las piernas, los hombros, la cabeza... hasta los párpados,pero más que todo eso, le dolía el alma. Ese lugar vacío donde antes habitaba su lobo. Ahora, solo había silencio… y un hueco insoportable. Una grieta abierta donde antes sentía el calor de Nayara. Despertó ahogado pero no de fiebre, no de pesadillas. Ahogado en dolor. Un quejido le arrancó el pecho como si se le desgarrara el alma. El aire pesaba, el techo giraba, su cuerpo crujía como un vidrio astillado. Pero nada dolía tanto como ese hueco. Ese abismo donde antes vivía el vínculo. Se incorporó como pudo. El cuerpo temblaba, las manos sudaban, cada paso era una puñalada, pero no se detuvo. No podía quedarse en esa cama. —No... no acepto esto, —murmuró con la voz temblorosa—. No sin hablar con ella. Nayara. Su compañera. Su destino. Su castigo. Su única verdad. —No acepto tu rechazo… no sin darte la
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