SENTENCIA DE LUNA Fue Desterrada de su manada .Traicionada por su pareja destinada y condenada sin pruebas. Nayara lo perdió todo en una sola noche. Acusada de un crimen atroz, fue juzgada sin piedad y desterrada como una asesina. La manada la repudió. Su compañero destinado, Gael, no la protegió. Bajo el mandato de Lidia, la Luna Madre, su nombre fue borrado, su existencia reducida a un recuerdo maldito. Pero mientras ellos la olvidaban, ella sobrevivía. Crecieron en su piel las cicatrices del abandono, en su alma la furia de la injusticia. Y con el tiempo, comprendió la verdad: su caída fue orquestada. Sus enemigos no querían solo desterrarla, querían destruirla. En el exilio, Nayara encontró respuestas. No fue la primera en ser traicionada, ni será la última. Khael, el legítimo Alfa de la manada, también fue condenado por la misma mentira, por la misma mujer que los engañó a todos. La verdad quedó enterrada bajo hechizos y engaños, pero ellos han regresado para desenterrarla… y hacer pagar a quienes los condenaron. La justicia no es suficiente. La venganza es su derecho. Cuando la luna ilumine su regreso, no habrá súplica que la detenga, ni lazos que la retengan. La manada pagará su deuda de sangre. Gael enfrentará el peso de su traición. Y cuando todo arda bajo el juicio de la loba que una vez desterraron, Nayara decidirá si queda algo por lo que luchar… o si destruirá todo a su paso. Porque esta vez, ella dicta la sentencia.
Leer másQuerido lector, Has caminado junto a Nayara y Gael desde la oscuridad del exilio hasta la luz de un río que los devolvió a la vida. Fuiste testigo de su dolor, de sus pérdidas y de la fuerza que hallaron en el amor y en la manada. Cada batalla, cada lágrima y cada abrazo los condujo hasta aquí: un final que no es despedida, sino un nuevo comienzo. Esta historia nos recuerda que la verdadera victoria no está solo en vencer enemigos, sino en sanar las heridas del alma. Que el pasado puede doler, pero no define el futuro, y que el amor —ese amor tierno y ardiente, protector y libre— es capaz de transformar incluso la cicatriz más profunda en una promesa. Gracias por acompañar a estos lobos en su viaje. Ellos seguirán viviendo en las páginas y en tu memoria, porque los personajes que amamos nunca mueren: se quedan latiendo en el corazón del lector. Que cada Luna te recuerde que siempre es posible volver a empezar. Gracias por acompañarme y te invito a seguirme en la app y descubrir mi
Epílogo — La Noche de Lorien Un año después, la manada se había convertido en un lugar donde la rutina no era sinónimo de aburrimiento, sino de calma conquistada. El peligro, aunque nunca desaparecía por completo, ya no rondaba como un fantasma constante. En su lugar, los bosques respiraban un aire distinto, con más risas que gritos, con más canciones que lamentos. Y, en medio de todo eso, la casa del Alfa y de su Luna se había transformado en el centro de un pequeño universo gobernado por cuatro voces infantiles: los trillizos —Lorien, Selene y Amaris— y Nay, la hija de Mónica y Varek. Los días de Gael y Nayara eran un torbellino. Apenas despertaban, tres pares de ojitos los reclamaban con la insistencia de la vida misma. Lorien solía ser el primero en abrir los brazos y balbucear sonidos que parecían órdenes disfrazadas de inocencia. Selene, siempre más tranquila, prefería rodar hasta encontrar el pecho de su madre, buscando ese refugio tibio que la calmaba. Amaris, en cambio, te
Capítulo — Bajo el Río de la Luna Los días aprendieron a respirar sin prisa en la manada. Las patrullas iban y venían como olas, el martilleo de las reparaciones sonaba a mañana nueva, y al fondo, como campanadas pequeñitas, se oían los balbuceos de los trillizos. Siempre juntos. Siempre buscándose, enredándose las manitos como si ya supieran que el mundo es menos pesado cuando se comparte. Nayara los vigilaba con una ternura atenta, esa que nace de quien atravesó el exilio y regresó con el corazón entero a pesar de las grietas. Gael, entre entrenamientos y decisiones, se detenía a mirarla cada día un momento más. No como Alfa, no como custodio del territorio, sino como el hombre que sigue encontrando milagro en la mujer a la que eligió. Nayara entrenaba al grupo de guerreros con la precisión que Khael le había tallado en el cuerpo: pasos cortos, rotación de caderas, contraataque sin concesiones; ojos pensando, manos que dicen la verdad antes que la voz. En el polvo del claro, su s
Capitulo —Auxilios de Vida La casa grande estaba iluminada con antorchas y faroles. El fuego chisporroteaba en los braseros y el olor a carne asada se mezclaba con el de los panes recién horneados y las frutas frescas. Sobre las mesas, los manjares brillaban como un regalo de la Luna misma, y el aire estaba impregnado de risas, conversaciones y brindis. Por primera vez en mucho tiempo, la manada entera celebraba sin miedo, unida bajo el mismo techo. Era una imagen poderosa: hombres, mujeres, ancianos y niños compartiendo un mismo lugar, un mismo latido, un mismo espíritu que hasta poco tiempo atrás parecía imposible. Cada sonrisa era un recordatorio de que habían sobrevivido, de que la oscuridad había quedado atrás y de que la esperanza renacía. Nayara se movía entre los presentes con sus tres pequeños, que despertaban ternura en todos. Lorien descansaba tranquilo en los brazos de Khael, Selene dormitaba sobre el regazo de Eliana y la pequeña Amaris jugaba con los dedos de Alaric,
CAPÍTULO — CONSEJOS BAJO EL SOL El parque de la manada se había convertido en el rincón favorito de Nayara. Allí los niños jugaban entre risas, el aire olía a flores silvestres y la brisa suave arrullaba las ramas de los árboles como si fueran canciones de cuna. Aquella tarde, Nayara llegó con sus tres pequeños envueltos en mantas claras. Los mayores de la manada se acercaban para acariciarles las manos diminutas, los niños corrían alrededor cantando su nombre. Pero ella buscaba algo más que compañía: buscaba esa calma que solo dan las charlas entre mujeres que se entienden con la mirada. Mónica ya la esperaba, sentada bajo un roble, con su hija Nay —la ahijada de Nayara— en brazos. La niña reía al ver a sus primitos, y las dos mujeres se fundieron en un abrazo que contenía años de historia y complicidad. —Mirá lo que hemos construido, Naya… —dijo Mónica, con una sonrisa cargada de orgullo y nostalgia—. Antes creímos que la vida nos iba a arrancar todo, y acá estamos, con nuestros
CAPÍTULO — LA CEREMONIA DE LOS TRES CACHORROS El amanecer apenas comenzaba a teñir el cielo de oro y púrpura cuando la manada Fuego de Luna despertó con un júbilo contenido. Esa noche, bajo la Luna llena, se celebraría la ceremonia más esperada en décadas: la presentación de los hijos de Nayara y Gael. Los aullidos de la víspera aún vibraban en los árboles. Los ancianos hablaban de augurios, de señales divinas, de cómo la Luna había derramado tres bendiciones en una sola madre. Los jóvenes corrían con flores blancas, los niños decoraban el claro con ramas de laurel y lirios. Todo el territorio parecía palpitar como un corazón gigante. En el centro del claro, se levantó un altar de piedra antigua, decorado con símbolos grabados por generaciones pasadas. Sobre él, se dispusieron tres mantas: una azul oscuro, una rosa suave y una blanca inmaculada. Alrededor del altar, los lobos formaron un círculo perfecto. Cada Beta, cada Gamma, cada guerrero estaba presente, con las cabezas inc
Último capítulo