Mundo ficciónIniciar sesiónSerena, es una joven que se queda huérfana y es enviada con su tía, la cual la pone a trabajar como su empleada. Ella ve a Serena como alguien inferior a su familia. En ese lugar, conoce a Daniel Reed, el hijo mayor de la familia, y su primo. Conocido por ser un playboy que solo busca diversión y conquistar a cualquier mujer que se le cruce en el camino. Cuando ve por primera vez a su prima, cae rendido ante su belleza y claramente la relación que comparten no lo detiene a desearla. Aunque Serena no cae ante los encantos de Daniel, él ve en ella un desafío personal. Convencido de que ninguna mujer puede resistirse a sus encantos, Daniel se propone conquistar a Serena y hacerla caer a sus pies. Ambos se verán envueltos en una historia llena de desafíos, emociones y secretos, donde Serena deberá decidir si caer ante la seducción de su primo y si está dispuesta a arriesgar su corazón en busca del verdadero amor, aunque este sea prohibido. Daniel se dará cuenta que los ricos también pueden llorar por amor.
Leer másEn la ciudad de Londres reside la distinguida familia Reed, propietaria del Imperio Reed Company. Esta familia sostiene la creencia de que ser dueños del mundo les confiere el derecho de actuar sin restricciones con quienes deseen, sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Este punto de vista, en particular, era compartido por Daniel Reed, el primogénito de la familia.
—¡Vaya, hermanito, te atreves a aparecer!
Daniel se percató como las presentes lo observaron. Su hermana y sus cuatro empleadas, quienes estaban sorprendidas al ver al hijo mayor de la familia en casa.
Él miró a su alrededor con desdén mientras se adentraba en la opulenta sala de estar de la mansión Reed. La mirada desafiante de su hermana, Emily, no hizo más que alimentar su ego.
Daniel lanzó su maleta para que una de las empleadas se ocupara de ella mientras se despojaba de su chaqueta de cuero. Se recostó en el sofá echando un vistazo a la empleada que tenía delante.
—Siempre me esfuerzo por hacer una entrada espectacular, hermanita. ¿No es así, ladies? —dijo con una sonrisa burlona mientras las empleadas bajaban la mirada, incómodas.
Emily, cruzando los brazos, no dejaba de mirarlo con reproche.
—Daniel, has estado desaparecido durante meses, y ahora decides aparecer como si nada. ¿Papá cree en serio que haces algo de provecho?
—Em, tranquila. Papá sabe lo suficiente de mí y con eso debería bastarle —respondió, moviéndose con despreocupación hacia la empleada más cercana—. Tráeme algo de tomar, estoy sediento.
—Sí, señor.
La casa estaba igual a como la dejó hace unos meses, lo único que había cambiado era la mesa del comedor. Seguramente su madre debió cambiarla por una más grande y así pudiera caber toda la comida que ahora estaba atiborrada en ella.
Daniel sonrió y miró a su hermana, quien lo seguía viendo igual que antes. Emily detestaba la forma en que se comportaba, a sus ya veintitrés años seguía actuando como un niñato de cinco. Siempre haciendo lo que quería y lo peor era que sus padres creían todas las mentiras que les decía.
—¿Por qué no vendría? ¿A caso no fueron ustedes los que me llamaron? —Daniel alzó una ceja.
Emily puso los ojos en blanco.
—No sé, pensé que harías lo que quisieras, como siempre, y te irías por ahí, haciendo lo que te gusta…
“Joder, ¿haciendo lo que me gusta, dijo?” Sí, eso hubiera resultado mucho mejor para él. Ir a algún club y follar con alguien toda la noche, era mucho mejor que regresar a casa y ver la mala cara de su hermana.
Pero debía volver a casa al ser llamado por su padre. Él era el hijo modelo ante sus ojos y no podía permitir que eso cambiara.
—¿Por qué lo dices, hermanita? ¿Hay alguna de tus amigas que esté disponible? —Daniel rio con burla.
—Idiota. —Emily masculló enfadada.
Daniel continuó burlándose de su hermana mientras la tensión en la sala aumentaba. La empleada regresó con una bandeja que sostenía una copa de whisky para Daniel.
—Aquí tiene su bebida, señor Reed —dijo manteniendo la compostura a pesar de la incomodidad en el ambiente.
—¿Vas a tomar a esta hora? —Emily lo reprendió.
—Tranquila hermana, solo es una copa.
Emily frunció el ceño ante el comentario de Daniel. Tan insoportable como siempre.
—Entonces, Emily, ¿alguna novedad en esta casa? Además de la evidente remodelación del comedor, por supuesto.
Emily suspiró, intentando mantener la calma.
—La vida sigue, Daniel. Mamá ha estado ocupada con la empresa y, bueno, ya sabes cómo es papá.
—Ah, el gran patriarca Reed, siempre tan encantador —comentó Daniel con sarcasmo.
Caminó hacia el comedor vacío y se sentó en una de las sillas, comenzando a comer todo lo que le pusieran en frente. Si hoy no habría sexo, al menos comería todo lo que quisiera. ¿No?
Tomó un plato y colocó ternera, puré de papa y ensalada. Estaba a punto de llevarse la comida a la boca cuando escuchó la voz de su padre, deteniendo el cubierto a medio camino.
—Daniel, que bueno verte a buena hora, ¿cómo te fue en Boston?
La voz de su padre hizo que se pusiera de pie en seguida. Fingió la mejor sonrisa que le era capaz de transmitir. Por otra parte, su madre también estaba presente, mirándolo seriamente, repleta de todas esas joyas finas que adornaban su cuello, orejas y muñecas.
—Perdón, creí que vendrían más tarde, por eso comencé a comer. El viaje fue largo. —Saludó a sus padres, mirando su plato de comida sin tocar—. No pasó nada interesante en Boston. Los negocios fueron cotidianos y las juntas aburridas, pero créeme que puse todo de mí.
Y así lo había hecho al salir de fiesta todas las noches, tomar hasta que no pudiera más, mientras bailaba, tocaba y follaba con quien se le pusiera en frente. Y no solo de noche, porque de día también disfrutaba de la piscina, el sexo acuático, llevando a su habitación a cualquier mujer. Asistía a las juntas de trabajo como le había ordenado su padre, donde también hacía de las suyas, al coquetear con mujeres mayores de la junta.
Daniel había hecho lo mejor de sí, de eso no había duda alguna. Los presentes se sentaron alrededor con él, en el comedor.
—Qué bueno que estés interesándote de más, es por el bien tuyo y de la empresa que sepas lo que conlleva hacer negocios importantes. Tarde o temprano Reed Company será tuya y será tu responsabilidad hacerla crecer más. —Su mamá dijo el mismo discurso de siempre. Levantó la mano para llamar a una de las empleadas—. Sirve el vino y llévate algunos platos que están de más.
“¿Hacerme cargo de la empresa?” Eso era la mayor estupidez que había escuchado en su vida, pero no podía decir nada, simplemente comenzó a comer, mientras maldecía en su mente. Si había aceptado ir a Boston fue solo por dos razones.
La primera era que podría ventilarse las neuronas y follar con extranjeras, y la segunda, obviamente, era que si no lo hacía, su padre era capaz de amputarle los testículos y desheredarlo.
La atmósfera en la mesa se volvió más formal cuando las empleadas retiraron los platos sobrantes y sirvieron el vino. Daniel intentó disimular su desinterés, pero no podía evitar pensar en cómo preferiría estar en cualquier otro lugar en ese momento.
Su padre continuó hablando sobre los planes para la expansión de la empresa y las nuevas oportunidades de negocios. Daniel asentía de vez en cuando, pero su mente divagaba hacia otros pensamientos, especialmente sobre cómo escapar de la reunión familiar para disfrutar de su tiempo libre.
Su madre no pudo resistirse a preguntar:
—Daniel, ¿hay alguna mujer especial en tu vida? ¿Alguna que te haya conquistado?
Daniel soltó una risa corta y miró a su alrededor con una expresión de desdén.
—Madre, las mujeres vienen y van. No me ato a ninguna. Hay muchas oportunidades y no veo por qué debería limitarme a una.
Su padre carraspeó, visiblemente molesto por la actitud de su hijo.
—Daniel, la familia Reed siempre ha sido respetada en la sociedad. No puedes comportarte como si no hubiera consecuencias para tus acciones.
—Relájate, papá. Siempre cumplo con mis responsabilidades.
Sobre mi padre, él ahora habla conmigo; algunas veces, cenamos juntos, pero cada vez que le toco el tema de disculparse, lo evade de inmediato. Típico de él. Aunque todavía no quiera aceptarlo, todos los meses hace enormes donaciones a la clínica donde Serena trabaja y siempre se asegura de separar las citas donde sea él, quien precisamente lo atienda. Estoy seguro que esa es su forma de acercarse a ella y que siempre va con la intención de disculparse por lo de hace años, pero el orgullo no le permite hacerlo.Pero bueno, ¡así es la vida, señores!Hay personas que cambian; hay otras que no.Hay veces en las que Serena va a verme a la oficina; hay otras en las que el que va de infiltrado a su clínica, soy yo.Hay veces en las que le toco la guitarra; hay veces en las que ella me pide que deje de tocar ya.Hay vacaciones en las vamos recorriendo el mundo; hay otras que preferimos pasar en casa.Hay veces que nos quedamos mirando el amanecer; hay otras en las que nos dormimos mucho ante
Los suspiros ruidosos se escucharon y la imagen se oscureció, reanudando al instante, pero con un enfoque diferente. Un montón de personas se encontraban formando una ronda en medio de la pista, sonriendo y diciendo una gran cantidad de frases entusiastas convertidas luego en emocionados grititos. El foco se aproximó hacia dos personas en particular, Daniel y Serena.Se podía observar perfectamente la forma en la que el novio sonreía al observar a la novia, al mismo tiempo que sus labios se tornaban cada vez más cercanos hasta el punto de casi rozarse ligeramente.Y fue entonces cuando la imagen se disolvió al instante.—cY este es el último?Daniel se quedó mirando a la cámara que tenía entre sus manos y soltó un silbido al presionar nuevamente sobre el siguiente botón y escuchar el sonido que le anunciaba que no había otro video más. Se revolvió entre la arena y regresó su mirada hacia ese rostro tan cálido y fresco, que lo esperaba a pocos centímetros.—¿En serio es el último?—Es e
—Me han dado ganas de casarme, Rick. Casémonos.—¿Nosotros? ¿Tú conmigo? ¿o por separado? — la cámara giró bruscamente y el rostro del castaño, que intentaba hacer los gestos de un fanático desesperado, apareció de inmediato —Por Dios, Nick me está proponiendo matrimonio, ¿han escuchado? Pero lo siento, sólo le pertenezco a mí Miranda.—Por separado, idiotaLa cámara dejó de enfocarse en el más alto y siguió avanzando a través de la multitud, capturando a todos los invitados, que se movían de un lado a otro sin descansar riendo y gritando.Algunos, se tomaban el tiempo de agitar la mano hacia el lente y otros, simplemente continuaban bailando, empujándolo. Pero si había algo en lo que todos coincidían era en que estaban demasiado contentos.—Bueno, son exactamente las doce de la noche, ¿o debería decirse madrugada? Y la música es buenísima, hay demasiada gente y el lugar es maravilloso. Todo es tan... americano, posiblemente vaya a hacer turismo después, cuando haya tiempo Ahora inten
—Yo prefiero almorzarte a ti, tú eres más deliciosa —Daniel hizo presión en sus cuerpos y sus manos descendieron hasta su trasero, aprisionándolo, mientras sus labios volvían a su oído, acariciándola con tono seductor —Más dulce, más suave, más a mi gusto.Serena soltó otra risa suave y abrió los labios para decir algo, pero sus ojos se quedaron quietos en un punto fijo y su expresión se suavizó mucho más.—Daniel, mi abuela…—Ya sé que tu abuela está acá, pero la vemos luego en el almuerzo.—Daniel, mi abuela está acá.—Lo sé, bonito, la vemos después —sus manos se aseguraron en su cuerpo y su boca succionó lentamente su cuello — Ven conmigo un rato.Ella sonrió con las mejillas coloreándose e intentó soltarse de sus brazos.— Daniel, mi abuela está ahora aquí.Daniel la soltó y se volteó para encontrarse con una delgada mujer y con la rabiosa mirada de su hermana, que corría hacia ellos con prontitud.—¡Serena, ven acá, hazme caso y deja a ese perro con sus calenturas! —se aferró al
Daniel se volvió para enviarle un intento de mirada destructora y el gato aprovechó para salir corriendo con su reluciente collar balanceándose alrededor de su felpudo cuello y refugiarse entre las piernas de Serena, echándose ahí para dedicarse a tomar una siesta.—Tiene que quedar perfecto, porque tú vas a ser el centro de atención. El del perro no importa, da igual cómo se vea. En cambio, el tuyo es lo más importanteAbandonó la cocina y rió al ver a Serena siendo rodeada de diferentes cintas métricas por una mujer de mediana edad, que tomaba medidas con absoluta concentración de cada parte de su cuerpo. Se quedó mirándola y sus ojos se tocaron enseguida, al igual que sus enamoradizas sonrisas. Simplemente, nunca podría dejar de mirarla.Nunca.Salió de sus pensamientos cuando los brazos de Emily le cayeron encima.—¡No estorbes, Daniel!—¿No puedo mirar?—¡No!— intentó empujarlo, pero él la agarró de la cintura con facilidad, riendo al envolverla en un abrazo —Suéltame, idiota, no
—Tú... —la voz rozó su garganta antes de abandonarla y convertirse en un susurro —Serena.Pudo distinguir a las tres siluetas del lavabo aparecer junto a la puerta y hacerle señales exageradas. Rick abría los labios enormemente, Mark fruncía el ceño y Nick se daba media vuelta y cubría sus propios ojos, como si no quisiese ver lo que estaba a delante.Oh, diablos.Oh, mierda.Sus manos se aferraron a su cintura y la movió hasta el enorme piano, ubicando en una esquina, recostándolo sobre la superficie y prestando atención a la forma en que su cuerpo presionaba las teclas, que instantáneamente emitieron un sonido desordenado. Sus labios se inclinaron entonces hacia los suyos y sus ojos serios la miraron durante un eterno minuto antes de murmurar:—Cásate conmigo....—Daniel, despiertaSerena se detuvo frente a la cama, observando detenidamente la imagen que tenía frente a su vista. Daniel continuaba enredado entre las sábanas, inerte sobre el colchón, con la cabeza echada y los ojos
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