Epílogo

Sobre mi padre, él ahora habla conmigo; algunas veces, cenamos juntos, pero cada vez que le toco el tema de disculparse, lo evade de inmediato. Típico de él. Aunque todavía no quiera aceptarlo, todos los meses hace enormes donaciones a la clínica donde Serena trabaja y siempre se asegura de separar las citas donde sea él, quien precisamente lo atienda. Estoy seguro que esa es su forma de acercarse a ella y que siempre va con la intención de disculparse por lo de hace años, pero el orgullo no le permite hacerlo.

Pero bueno, ¡así es la vida, señores!

Hay personas que cambian; hay otras que no.

Hay veces en las que Serena va a verme a la oficina; hay otras en las que el que va de infiltrado a su clínica, soy yo.

Hay veces en las que le toco la guitarra; hay veces en las que ella me pide que deje de tocar ya.

Hay vacaciones en las vamos recorriendo el mundo; hay otras que preferimos pasar en casa.

Hay veces que nos quedamos mirando el amanecer; hay otras en las que nos dormimos mucho ante
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