Susan descubre la infidelidad de su esposo Andrés, después de firmar el divorcio y el desprecio de su madre a causa del fallido matrimonio, ella para salvar a su hermana se convierte en la amante del CEO, el poderoso y peligroso James Campbell, el camino no tiene final, ella no tiene el corazón para dejar morir a su pequeña hermana entregándose al pecado y al amor.
Leer más— No significas nada para mí nunca te he amado - Aquellas palabras fueron expresadas por Andrés Park esposo de Susan Lefebvre mientras que la mujer no pudo contener las lágrimas el hombre agarró su chaqueta y se preparó para salir - No te quiero ver cuándo este de regreso porque voy a pasar la noche con mi mujer aquí y por tu bien y por el de tu hermana te recomiendo que firmes los papeles del divorcio - La voz de Andrés y su mirada reflejan el desprecio que siente por Susan.
— Cuando la puerta se cerró la mujer cayó al piso las lágrimas no paraban ella sabía que él nunca la quiso y si se casó con ella fue por la exigencia de la familia Park para qué heredará la Presidencia de la Empresa Familiar, pero ella no perdía las esperanzas de que logrará enamorarlo aunque descubrió que aquello sería difícil cuándo se enteró de que Andrés tenía a otra mujer en su vida, una que si era la dueña de sus besos, sus caricias de toda sus atenciones, entendió el porqué de las llegadas tardías o simplemente no llegaba, comprendió por qué desviaba sus llamadas, ella no era la mujer que él quería. — Susan lloró por las veces que deseó ser amada por él, pero también lloraba al recordar el dolor de sentir él rechazó por parte de la persona que uno amaba, con todo el dolor firmó los papeles del divorcio y subió hasta la habitación y empezó a empacar sus pertenencias. — Cuándo salió el cielo ya estaba oscuro y se percató que el vehículo de Andrés estaba llegando Susan decidió esconderse, pero lo que sus ojos captaron fue otra herida profunda para su lastimado corazón Andrés venía acompañado por una mujer se notaba la felicidad que él tenía su sonrisa era espléndida cuando la pareja entró en la casa fue el momento que tenía Susan para abandonar la Villa. — Sus pasos se sentían pesados, lo último que recordó fue haber visto las luces de un carro. — Susan empezó a abrir sus ojos lo primero que había notado era que aquella habitación era desconocida para ella - Hasta que te dignas a abrir los ojos - Expresó una voz grave que erizo la piel de la Susan. — ¿Quién eres tú?— Susan tragó saliva al ver al imponente hombre recostado en la puerta, sus piernas largas, sus brazos cruzados y su apariencia peligrosa con un rostro encantador, dejó sin aire los pulmones de Susan Lefebvre. — Se podría decir que tu salvador - El hombre se acercó a ella - Anoche has aceptado ser mi dama de compañía. — Eso es imposible— Susan se quedó sin rastros de sangre en el rostro. — A mí me gustan las mujeres que cumplan con sus palabras porque a James Campbell nadie le niega nada - Susan al escuchar aquellas palabras se había asustado aún más, su apariencia angelical y lo débil que aparentaba podría hacer temblar el corazón de cualquiera, pero con el demonio que tenía delante de ella aquello era imposible. — Yo lamentó si he sido una carga para usted prometo pagarle por la estadía— Susan se puso de pie solamente para darse cuenta de que no tenía ropa. — No te asustes Caperucita - Expresó James - Has perdido conocimiento en el momento exacto en que yo estaba cruzando aquella carretera así que decidí ayudarte las mucamas te cambiaron, si esta es tu técnica de seducción te advierto que conmigo no funcionará— James se había burlado al notar la carita sonrojada de la mujer que se había metido debajo de la colcha rápidamente. — Podría salir para colocarme mis prendas - la voz de Susan se escuchaba muy baja. — No, estoy en mi casa no tengo el porqué de salir - James tomó asiento en el sofá incluso hasta sentarse tenía un porte elegante - Puedes taparte con la sabana e irte allí en esa habitación y cambiarte. — Susan no dudo ningún segundo en hacer caso a las palabras del misterioso hombre agarró sus prendas y se metió en el cambiador, unos minutos después había vuelto a salir. — Gracias - La mujer tenía la cabeza agachada. — Sigue el pasillo y encontrarás la escalera - James le señalo la puerta, aquella era la manera más sutil que el peligroso hombre tenía de decirle a Susan que se fuera. — La mujer salió de la lujosa Villa solamente para darse cuenta de que estaba en el medio de un pequeño bosque, pero estaba por avanzar cuándo su teléfono celular - Hola —Susan había contestado sin verificar de quién era la llamada. — ¿Estás segura de irte? Si yo fuera usted lo pensaba dos veces - Aquella voz le parecía familiar a la mujer que por instinto se había dado la vuelta descubriendo que James estaba sosteniendo el teléfono con una sonrisa sarcástica que denota superioridad. — ¿Qué demonios quiere? - Susan no entendía al hombre que de la nada había aparecido en su vida. — Usted había aceptado ser mi dama de compañía, pero si no estás dispuesta a acceder puede arriesgarse a que algún animal le arranqué la cabeza. — Pues prefiero correr el riesgo - Con aquellas palabras Susan terminó con la llamada, mientras que James volvió a marcar el número de alguien. — Acompañe a la señorita en dónde le indique - La orden fue para el chófer, el hombre seguía observando la pequeña figura que analizaba cuál podría ser el rumbo seguir hasta que observó el vehículo acercarse hasta donde estaba Susan. — El señor quiere que le acerque a donde me indique - Expresó el chófer, Susan no iba a perder la oportunidad de salir de aquel sitio, así que rápidamente se subió al vehículo. — Lléveme al Hotel Sacramento— Ella sabía que no podía ir a la casa que compartía con Andrés, tampoco en la casa de su madre, lo último que quería era preocupar a su hermana. Una hora después Susan se había instalado en el hotel, fue allí que nuevamente los recuerdos la golpearon, una vez más su teléfono volvió a sonar, esta vez si se había fijado en el identificador cayendo en cuenta que se trataba de su madre. — Hola mamá— Susan intentó escucharse tranquila. — Me puedes explicar por qué ha llegado un sin fin de fotografías tuyas con una maleta ¿Qué está pasando Susan? - Gabriela Lefebvre estaba enfurecida. —Mamá te lo explicaré cuando vaya a visitarte - Susan quería explicarle personalmente a su madre lo que estaba ocurriendo. — Olvídate de pisar esta casa si llego a confirmar que los rumores de tu divorcio resulta ser verdad, te lo advierto Susan una mujer dejada no merece llevar el apellido Lefebvre, así qué niña ve viendo la manera de arreglarte con Andrés— La mujer había terminado la llamada. Susan cerró los ojos mientras una lágrima resbalaba por su rostro, ella sabía que la que sobraba en aquella relación era ella aunque doliera, pero quizás un último intento funcione luchar por ser la dueña del corazón de Andrés, aquel sería el último intento. Susan volvió a salir dirigiéndose a la Villa de Andrés al momento de llegar se había percatado de que el vehículo de su exmarido aún estaba así que entró sigilosamente, pero sus pasos se vieron interrumpidos cuándo escuchó leves gemidos que provenían de la habitación al bajar la vista se percató de que las prendas estaban tiradas al suelo un nudo se formó en su garganta al imaginarse aquella escena se hizo de valor y avanzó la puerta estaba levemente abierta y entonces lo vio Susan vio a Andrés manteniendo intimidad con alguien más, la habitación era testigo de lo bien que la pareja la estaba pasando en la cama, mientras Susan se derrumbaba su pequeño rostro estaba pálida tampoco no pudo seguir mirando así que salió corriendo de la Villa. Cuándo el portón se cerró ella cayó de rodillas los gritos eran silenciosos, no era lo mismo escuchar de Andrés que tenía otra mujer a ver que tenía intimidad con ella, en la misma cama que hace una noche le pertenecía. Susan había llegado a un Bar - Deme lo más fuerte que tenga - El barman se dio cuenta de que la mujer estaba llorando. — Esto hará que te olvides del mal de amores por hoy, pero mañana seguirás recordándolo y dolerá más - Le Susurró el hombre.La iglesia estaba iluminada por miles de luces, reflejando la majestuosidad de una boda que se esperaba solo en los sueños de aquellos que alguna vez creyeron en el verdadero amor. El altar, en el corazón de Roma, era testigo de la unión de dos almas que habían pasado por los peores oscuros de la vida para llegar a este momento. Maximus esperaba, erguido y firme, con la mirada fija en el pasillo. El hombre que una vez fue un hombre sin esperanza, sin amor, ahora se encontraba listo para recibir a la mujer que lo había transformado. A su lado, James, con una emoción evidente, abrazaba a su hija Helen, entregándola a la espera de Maximus. En sus ojos, la promesa de un futuro mejor era clara: un futuro lleno de amor, lealtad y, sobre todo, de familia, rodeado de Legados e Imperios. Maximiliano y Georgina, caminaban por el pasillo con el delicado velo de su madre, un gesto cargado de simbolismo y amor. A cada paso que daban, las sombras del pasado se desvanecían, como si la maldad que ta
Tiene 1 oportunidad(es) de modificar este capítulo. Los cambios se han guardado, espere a que los revisemos. 4641 palabra(s) Publicado El aire en el cuartel subterráneo estaba denso, cargado de tensión. Durante años, el FBI había seguido los rastros de Kenso Zhai y Mohamed Vahan, dos de los líderes del Triángulo de la Muerte , aquellos que siempre habían logrado escabullirse entre las sombras. Aquel día, sin embargo, el destino les jugaba una última carta, y finalmente, la trampa había sido tendida, cuando Alessio Caruso había irrumpido en la cabaña en donde Maximus y Helen estaban, Alessio Caruso los había estado observando desde la casa en la cual Helen decía sentirse observada, el Italiano nada más estaba esperando el momento oportuno para hacer acto de Presencia y entregarle a Maximus el control de Sicilia, la máxima oposición del Triángulo. Días atrás España.- Baja el arma, Maximus Albani - Aquella voz era conocida para Albani, pero no había bajado el arma.- Tienes suerte de q
Estar en Roma se sentía raro, pero tenían que estar allí, habían acordado estar allí, puesto que tendría una venta importante de armas. La sala de reuniones del cuartel general en Roma de la Organización Triángulo, ubicada en una fortaleza subterránea del Inframundo Italiano después de la caída Maximus, había perdido el brillo de tiempos pasados bajo el poder y dominio absoluto de un Albani. La penumbra envolvía las paredes adornadas con símbolos de poder que ahora parecían opacos. Mohamed Vahan, golpeaba la mesa con gesto nervioso mientras observaba a sus acompañantes. Frente a él, la Dama Negra permanecía en silencio, con su enigmática máscara cubriendo sus emociones. A su derecha, Kenso Zhai, el estratega implacable, tamborileaba los dedos contra la mesa, rompiendo la tensa calma, aquel día el ambiente se sentía pesado.—Cuatro años —dijo Mohamed finalmente, rompiendo el silencio con un tono grave y cargado de frustración—. Cuatro años y no hemos avanzado un milímetro. Ni rastro de
Enclavada en lo alto de las colinas de la isla, respiraba la quietud de la tarde. El sol se estaba poniendo lentamente, bañando las terrazas con una luz cálida que abrazaba las paredes de la antigua residencia. El aire salino del mar llegaba suavemente, mezclándose con el aroma de los jazmines y las flores de azotea que adornaban los patios. Dentro de la villa, en el despacho principal, la atmósfera estaba cargada de expectación, un peso invisible flotaba en el aire. Helen estaba sentada en el cómodo sofá de terciopelo azul, mirando a sus mellizos, Maximiliano y Georgina, quienes jugaban a sus pies. Los dos niños, con los ojos llenos de curiosidad y risueños como si todo fuera una nueva aventura, levantaban la vista ocasionalmente hacia su madre. El sonido de sus risas pequeñas y las palabras incomprensibles que intercambiaban llenaban la estancia, creando una sensación de calma y hogar. A pesar de la serenidad de la escena, Helen sentía cómo su corazón latía más rápido de lo habitu
Antes de que Máximus y Helen tomarán la decisión de abandonar España habían elegido un día para pasar en familia con los mellizos. Aquella era una mañana soleada en el campo, donde la familia de Maximus y Helen había decidido pasar un tiempo lejos de los problemas y responsabilidades que parecían amenazar su tranquilidad en cualquier momento, pero también era evidente que debían de tomar cartas en el asunto no podían estar ocultos durante todo el resto de la vida. Los rayos del sol iluminaban la cabaña de piedra, y el aire fresco llevaba consigo el aroma de las flores silvestres. Maximiliano y Georgina, habían despertado antes que sus padres, llenos de energía, listos para explorar el mundo que los rodeaba así como un mundo que para ellos parecía desconocido teniendo en cuenta las adversidades por las que tuvieron que pasar estando en Madagascar pasando por necesidades y desconociendo La otra cara de la moneda ellos no conocían un momento familiar no conocían más allá de la casa vieja
— Habla Paolo — Expuso Maximus pellizcándose la punta de la nariz.— Bien, hablemos de Roma, una vez la ciudad eterna, ahora yace sumida en las sombras de un desorden caótico. Las calles que antes fueron símbolo de grandeza, de historia y cultura, ahora estaban cubiertas por un manto de suciedad, grafitis y escombros. Los grandes monumentos se alzaban en silencio, olvidados por un pueblo que ya no reconocía su valor. Las fachadas de los edificios, que en tiempos de gloria reflejaban la magnificencia del Imperio, ahora mostraban grietas profundas, como si la propia ciudad estuviera a punto de colapsar. La culpa recaía en una administración incapaz, sumida en la corrupción y la traición, que había dejado las puertas abiertas para que las organizaciones criminales tomaran el control, bueno, aunque siempre el mundo de la Mafia tenía el control, nosotros nos concentramos de engrandecer más y no de destruirla tal y como lo están haciendo ahora. — Maximus se queda callado indicando a Paolo q
Último capítulo