Susan descubre la infidelidad de su esposo Andrés, después de firmar el divorcio y el desprecio de su madre a causa del fallido matrimonio, ella para salvar a su hermana se convierte en la amante del CEO, el poderoso y peligroso James Campbell, el camino no tiene final, ella no tiene el corazón para dejar morir a su pequeña hermana entregándose al pecado y al amor.
Leer másTanto Maximiliano y Georgina tienen las pequeñas manos sudadas o cuando se habían quedado por delante de su padre el corazoncito de ambos empieza a bombear con fuerza entonces sienten la suave mano acariciando la espalda de los dos. — Papá quiere hablar con ustedes — susurra Helen para los niños. — ¿Nos va a pedir que nos olvidemos de él? — expuso Maximiliano, claro que el corazón del hombre sangra al escuchar las palabras de su hijo, pero sabe que es su culpa.— Papá los ama con su vida Solo que ha pasado por momentos difíciles, pero estoy aquí quiero estar con ustedes quiero que me perdonen que me dejen ser parte de sus vidas — Maximus interrumpió las palabras de su hijo, ambos niños se mueren los labios Claro que aquí el acto deja en claro que aunque sus hijos tengan su físico también tenían los gestos de Helen cuándo tenía temor de algo.— ¿Nos quieres? — Georgina da un paso más quedando cada vez más cerca del hombre. — Para mi primero son ustedes después estoy yo y posteriorme
— ¿Ahora que volviste a recuperar la memoria qué planes tienes? — Helen se encontraba con la cabeza recostada por encima del pecho de Maximus, mientras el hombre le acariciaba suavemente el hombro. — No pretendo quedarme aquí pese a que yo he recibido ayuda y tú pudiste dar a luz no pertenecemos a este mundo y más allá del peligro que implica sigo siendo el heredero de la mafia italiana y no pienso dar un paso al costado estando bien y mientras haya vida no se me olvida que soy Maximus Albani. — No pretendía que nos quedáramos aquí conozco perfectamente nuestra situación, pero tienes que tener en cuenta que ahora ya no se trata solo de ti y que no es venir a hacer planes y dejarnos a mí y a tus hijos fuera de esos planes, ya fue mucho tiempo de estar separados creo que ha llegado el momento de ser una familia. — Fuimos somos y seremos una familia somos Albani Campbell, pero antes de irnos a buscar nuestra vida pasada nuestra vida que ha quedado atrás a causa de los enemigos quiero
Maximus adquiere una mirada distinta al observar a la mujer que estaba parada en la puerta observándolo, pero Helen de inmediato se había percatado de que el hombre también la estaba observando y lo estaba haciendo directamente, sus ojos azules después de muchos años se habían entrelazado nuevamente entre sí, fue allí que la pequeña mujer traga saliva podía sentir aquella mirada arrasando con todo su ser desmoronando cada barrera que hay en su interior. El hombre por su parte trató de mantenerse indiferente, pero aquello era imposible teniendo aquella mujer ante sus ojos, fue Helen la que había tomado la decisión de avanzar algunos pasos, la respiración de los dos retumba en aquella habitación, ni siquiera al canto de los pájaros se escuchaba en el exterior, allí nada más eran ellos dos. — Helen — murmura el hombre provocando un pequeño temblor en el cuerpo de la mujer, ella no quería hacerse falsas esperanzas, pero sentía que algo había cambiado no sabía que exactamente y tenía mie
La luz del amanecer se colaba tímida entre las cortinas de lino blanco, pintando la habitación con tonos dorados y cálidos. Helen, aun con el cabello revuelto por el sueño, se desperezaba lentamente cuando escuchó un suave bostezó de uno de los mellizos.Maximiliano fue el primero en abrir los ojos, sus largas pestañas parpadeando como si intentara comprender el mundo que lo rodeaba. Un leve balbuceo salió de sus labios rosados, como si aún no estuviera feliz de que el amanecer haya llegado tan rápido, su mirada se entrelaza con los rayos del sol enalteciendo la belleza de aquel chico, como si estuviera jugando con los rayos de luz que se inclinan a favor de su excelente rostro y ojos azules. A su lado, Georgina emitió un pequeño sonido, un tono dulce y melódico, como el eco de un ave al amanecer. Sin siquiera abrir completamente los ojos, su mano buscó a tientas a su hermano, encontrando el calor que ya reconocía como suyo.Helen observaba desde la silla junto a la cama su corazón ll
Al momento que Helen abandona aquella casa observa todo a su alrededor la suave brisa fresca se lleva consigo el calor del momento antes de empezar a andar por las calles poco iluminadas vuelve a dirigir su mirada hasta la casa en donde el hombre se había quedado. Ella se lleva las manos hasta los labios acariciándose suavemente queriendo que la fragancia y el sabor de los labios de Maximus queden impregnados para siempre con los suyos. Ella avanza lentamente hasta la casa en donde Paolo y los niños estaban, se sentía tanta calma en aquel lugar todo lo contrario a lo que es New York, Londres o Roma, Helen rápidamente vuelve a dirigirse hasta el cuarto de baño en donde Paolo le había indicado, la pequeña mujer deja que el agua se lleve consigo los rastros del amor entre ella y Maximus. Helen salió del baño envuelta en una sensación agridulce, la necesidad de estar cerca de Maximus, esa necesidad de conocer más a los bebés, que ellos estén cerca de su papá, el mismo que los rechaza,
— No es orgullo, en realidad no veo la necesidad de que seas tan insistente — expuso el hombre. — No soy insistente, solo soy buena gente — el acento Inglés de Helen era cautivador — Además, Maximus Albani, tú me has convertido en esto. El hombre arruga la frente después de escuchar aquello. — ¿De qué estás hablando ahora? — Maximus sentía que tenía mucha paciencia con ella cuando en realidad no pasaba ni un minuto cerca de alguien más y a esta mujer le estaba permitiendo hablar bastante. — Soy hija de James Campbell y sé perfectamente que lo conoces Por qué dices que tienes recuerdos de tiempos más lejanos, claramente Yo estaba muy alejada de los asuntos de mi padre hasta que llegué a caer en tus redes y muchos decían, incluso tú me habías dicho, es el pensamiento de la mayoría de como un hombre como mi padre puede tener una hija como yo que solamente ama los pasteles de chocolate y perseguir mariposas, que es todo lo contrario a lo que mi padre representa, un mundo de mafia pode
Maximus no esperaba escuchar esas palabras. Había algo en la voz de Helen que perforaba las barreras de su mente, desprovista de recuerdos, pero no de emociones. Cada palabra suya era como un golpe directo, sin titubeos, sin espacio para dudas. Y aunque no podía recordar nada sobre ella, algo en su alma y su corazón la reconocía, como si fuera una melodía olvidada, pero familiar.Sentado en aquella silla de ruedas bajo la oscuridad de sus ojos, Maximus siente cómo Helen caía de rodillas frente a él. Un nudo se formó en su garganta, y su instinto fue detenerla.—¡No! Por favor, no hagas eso — dijo, su voz quebrándose ligeramente. Extendió las manos hacia ella, impotente ante su propio cuerpo limitado, tratando de transmitir con su mirada lo que su cuerpo no podía expresar.Helen levantó la vista, con lágrimas rodando por sus mejillas. Pero él solo podía pensar en levantarla, en no permitir que se humillara de esa manera.—Ponte de pie —insistió, su tono una mezcla de urgencia y súplica
— Te diré algo. — dijo finalmente, con una voz gélida — Si realmente eres mi mujer, entonces lamento decírtelo… pero yo no soy el hombre que estás buscando. Ese hombre murió hace mucho tiempo. Lo que queda de él no vale nada, y desde luego no necesita a alguien que invente historias para sentirse mejor.Helen, incapaz de soportarlo más, se coloca más cerca de Maximus, el hombre, por su parte, permaneció inmóvil, con los músculos de su mandíbula tensos. No se permitió sentir el dolor que acechaba tras sus palabras. Para él, apartarla era un acto de misericordia, aunque su corazón, enterrado bajo capas de amargura, apenas lo reconociera.— Mira caballero con armadura impenetrable o por lo menos eso es aquello que tú quieres creer eso, pero déjame decirte algo déjame ser yo la que te aclare algo — Helen nuevamente alza la voz, Maximus seguía demostrando total indiferencia aunque la cercanía de ella y aquella tonada de voz empleada de Helen estaba generando una rara sensación que se apode
El aire se vuelve densa, Helen sabe que estaba jugando con fuego, pero de algo debía de iniciar, ella ya no era aquella joven dulce, ahora era madre una madre que fue herida, puesto que le dolía en el alma no haber estado consciente en el nacimiento de sus bebés, su larga cabellera negro azabache se remueve con la brisa que azota, mientras que la mente de Maximus se agitaba como un torbellino. Había aprendido a sobrevivir en la oscuridad, a interpretar las voces, los movimientos, los silencios. No necesitaba ojos para leer a las personas; los años de amargura lo habían convertido en un maestro en detectar mentiras y verdades, claramente que la voz de Helen temblaba ligeramente, como si tuviera miedo, pero también había mucha valentía, al igual que estaba cargada de algo más: esperanza. Esperanza de que él pudiera recordar, de que reconociera en ella algo que había quedado enterrado en las ruinas de su vida pasada ¿Realmente era esperanza? Pero entonces el hombre parece reaccionar, pen