—Mi madre… murió hace algunos meses… —La tristeza en la voz de Serena no pasó desapercibida para Daniel. En ese instante recordó que su madre les había mencionado eso, pero lo había olvidado.

—¿Entonces tu madre era pariente de la familia Reed? —preguntó Daniel, todavía sin tenerlo muy claro.

No entendía muchas cosas. ¿Por qué sus padres nunca les hablaron de Serena y su mamá? ¿Por qué la habían colocado en el servicio de la casa si era familia? Serena también merecía ser tratada como ellos.

—Mi mamá era prima de la señora Reed. No tengo más familia… Ustedes son todo lo que me queda.

—Pues ha sido una mala decisión de su parte hacer que vinieras a la casa del lobo, ¿no crees?

La chica se encogió levemente, confundida.

—¿Cu-cuál lobo? —miró a Daniel a los ojos, como si el tiempo se detuviera. Jamás había sostenido la mirada de alguien tanto tiempo. Daniel, por su parte, no pudo evitar deleitarse con esos ojos azules que le hacían suspirar, antes de bajar su mirada hacia sus apetecibles