Ema tiene una vida perfectamente estructurada como madre soltera y ejecutiva exitosa. Sin embargo, todo su mundo se tambalea cuando, en medio de un vergonzoso tropiezo, conoce a un hombre que parece sacado de sus más secretas fantasías. Lo que comienza como un encuentro casual se convierte en su mayor dilema cuando descubre que este príncipe de ojos azules es doce años menor que ella. Entre miradas furtivas y encuentros fortuitos, Ema deberá enfrentarse no solo a sus propios prejuicios sobre la edad, sino también a una sociedad que juzga con dureza a las mujeres maduras que se atreven a amar a hombres más jóvenes. ¿Podrá permitirse arriesgar su reputación y estabilidad por una atracción que desafía todas las convenciones? Una historia que mezcla humor, pasión y el eterno debate entre seguir el corazón o la razón, donde el amor no entiende de números ni de expectativas sociales.
Leer másMientras doy un sorbo al café, ese sabor inconfundible me devuelve un poco a la realidad, pero mi mente sigue vagando entre los recuerdos de mi infancia y la imagen del hombre en el mercado. Ni siquiera entiendo por qué lo pienso tanto. A fin de cuentas, solo fue un cruce casual de miradas... ¿o no? Algo en él tenía una intensidad que no he podido sacarme de la cabeza.Después de hacer el desayuno de mis hijas, salgo de la cocina y regreso a mi habitación. Al entrar, siento un aire cálido que sale de la pared donde está ubicada la secadora de cabello. ¿La cambiarían las mellizas y no me dijeron nada? Rápidamente, seco mi cabello, recogiéndolo en una cola de caballo. Me gusta llevarlo así en mi trabajo; me hace sentir más profesional.—Mamá, hoy no llegaremos temprano. Vamos a ver una película en el cine con las chicas de la clase —me informa Melina.—Está bien, pero cuídense y regresen directo a casa después —les respondo.—Mamá, no olvides que mañana tienes que ir con nosotras a ver
Me quedo observando todo el panel del auto tratando de comprender lo que sucede. Incluso lo dirijo fuera de la carretera, sacando el manual que me entregaron, buscando dónde dice que me puede hablar, pero no encuentro resultados. Según leo, todo lo tengo que programar para que funcione y yo no he programado nada. ¿Quién más pudo hacer tal cosa? —Ya puedes continuar conduciendo, Ema, el peligro pasó. —La voz femenina proveniente de la radio me saca de mis pensamientos y mi corazón se acelera. Miro otra vez la radio sintiendo cómo el miedo y la confusión se apoderan de mí mientras trato de mantener la calma y controlar la situación. Intento recordar si dejé alguna ventanilla abierta o si alguien pudo haberse infiltrado en mi nuevo y sofisticado vehículo eléctrico, pero todo parece estar en orden. Trato infructuosamente de apagar la radio, pero la voz continúa hablando como si fuera mi amiga y me conociera de toda la vida. Me siento atrapada en una pesadilla surrealista y no sé cómo
Luego de ver cómo desaparece el mensaje, me quedo mirando la foto de mi mejor amiga Serrí. Mi amiga es alta, morena y tiene un cuerpo muy bien formado y atractivo. Su cabello es negro y rizado; siempre lo lleva suelto. Sus labios son carnosos y sus senos son voluptuosos. Dondequiera que vaya, los hombres no pueden evitar mirarla. Al igual que yo, ella también pasó por un divorcio difícil y quedó sola con sus hijos. Nos conocimos en la consulta del psicólogo mientras intentábamos superar nuestras separaciones por traición. Fue amor de amigas a primera vista. Estuvimos hablando durante horas y nos dimos cuenta de que no necesitábamos al terapeuta para avanzar. Ella también es directora de una galería de arte. En cuanto a mí, también tengo mis atributos. Soy alta, con una cintura estrecha y un trasero redondeado, sin llegar a ser exagerado. Mis senos tienen la medida justa para equilibrar mi figura. Mi cabello es casi rojo, con destellos castaños, y mis ojos son grises, a veces con un
Mientras subo las escaleras de la entrada, la brisa fresca me recibe. Sin embargo, mi mente ya parece decidida a sabotearme. Como una película proyectada sin permiso, la imagen de aquel hombre surge de nuevo. Su sonrisa ladeada y su mirada profunda me persiguen, haciendo que mis pasos se tornen más lentos. ¿Por qué alguien que apenas cruzó unas palabras conmigo puede tener este efecto?Respiro hondo y empujo la puerta del lobby principal. La atmósfera neutra del espacio, un tanto impersonal, debería ayudarme a centrarme, pero hoy parece no tener el mismo impacto. Veo de reojo a la recepcionista, quien levanta la mirada y me sonríe como todos los días.—Buenos días, directora Ema —saluda con una sonrisa mientras acomoda un par de papeles.—Buenos días, Susi —respondo como cada día mientras sigo avanzando hacia el elevador.Lo tomo y aprieto el botón para el último piso, donde está mi oficina. Al llegar, dejo todo como cada día en su lugar, mientras mi mente no deja de pensar en el homb
¡Dios, me va a coger tarde! Pienso mirando mi reloj, mientras corro apresurada saliendo del supermercado. Tenía que ser hoy que tengo esa reunión importante, que se demoraran en cobrar. Vuelvo a mirar el reloj, me quedan apenas veinte minutos para llegar, no me va a dar tiempo, el tráfico es insoportable. Y sin más, corro para llegar a mi auto que lo dejé un poco lejos, cerca de la calle, para que me fuera fácil salir. De pronto, siento como el tacón de mi zapato se rompe, se me vira el pie y voy a parar con mis huesos en el piso. ¡Maldito zapato…! ¿Es que hoy nada me sale bien? Diosito, por favor ayúdame. Estoy a punto de echarme a llorar mientras recojo todas mis cosas desparramadas. Cuando escucho una voz muy varonil que me pregunta:—¿Puedo ayudarle en algo? Levanto mi cabeza ante esa voz que me ha removido hasta lo más profundo. Y ahí, de pie delante de mí, hay un hombre que parece salido de mi imaginación. Es alto y musculoso. Viste unos vaqueros, que dejan muy bien marcad
Último capítulo