Mundo de ficçãoIniciar sessãoEma tiene una vida perfectamente estructurada como madre soltera y ejecutiva exitosa. Sin embargo, todo su mundo se tambalea cuando, en medio de un vergonzoso tropiezo, conoce a un hombre que parece sacado de sus más secretas fantasías. Lo que comienza como un encuentro casual se convierte en su mayor dilema cuando descubre que este príncipe de ojos azules es doce años menor que ella. Entre miradas furtivas y encuentros fortuitos, Ema deberá enfrentarse no solo a sus propios prejuicios sobre la edad, sino también a una sociedad que juzga con dureza a las mujeres maduras que se atreven a amar a hombres más jóvenes. ¿Podrá permitirse arriesgar su reputación y estabilidad por una atracción que desafía todas las convenciones? Una historia que mezcla humor, pasión y el eterno debate entre seguir el corazón o la razón, donde el amor no entiende de números ni de expectativas sociales.
Ler maisPor unos instantes, la tensión pareció disiparse, dándonos un respiro. Aunque sabía que la tormenta no había terminado. Horacio seguía acechando, pero ahora estaba más decidida que nunca a enfrentar juntos lo que viniera. Porque si algo tenía claro, era que no pensaba soltarle la mano. Jamás. —Entonces, amor, no vuelvas a sufrir solo —dije con dulzura—. ¿No te has fijado en lo calmada que he estado todo este tiempo, a pesar de los escándalos que no dejan de pasar? ¿Sabes por qué me siento así? Porque te tengo a mi lado. Sé que me cuidas a mí y a mis hijas. Y para mí, Robin, eso es lo único que tiene importancia. ¡Que nos amas más que a nada en este mundo! ¡Tu amor lo puedo sentir en todo tu cuerpo! ¡Todo tú me demuestra que me amas! —¡Ema, mi Ema! ¡Dios, cómo te amo!
Ya lo arreglamos todo con nuestras amistades. Les dijimos que íbamos a estar ausentes tres días y que no nos llamaran. En una caja, comienzo a echar comida y todo lo que pienso que me va a hacer falta. Hemos decidido revisar toda la casa sin interrupciones. Robin no ha dejado que ponga el televisor. Al fin, con todo lo que hemos cogido, bajamos a mi casa imaginaria. Robin descubrió que, detrás de la puerta del clóset de las herramientas, existe un botón que la cierra y la abre. Al llegar, colocamos las cosas en la meseta de la amplísima y hermosa cocina. Vamos al salón, pero antes de seguir, Robin me toma de la mano. —Ema, ven, siéntate aquí —me pide muy serio—. No puedo concentrarme si no te cuento todo primero. —Está bien, amor —lo sigo y me siento—. Dime, ¿qué descubriste? Robin se sienta frente
Papá asintió satisfecho al escucharme, como si hubiera ganado una discusión que solo él sabía que estábamos teniendo, y volvió a anotar algo en su libreta antes de cerrarla con cuidado. —Sí, me gusta que tenga un tesoro —dije emocionada—. ¿Y la contraseña para abrirla? A ver, déjame pensar, papá. —¿Qué te parece tu fecha de cumpleaños? —preguntó divertido. —¡No, papá! ¡No tienes buena imaginación! —protesté de inmediato, creyéndome una genio en ese momento—. A ver… cogeremos el día que tú naciste, el cinco; luego el de mamá, diez. El mío, ocho. Sí, cinco, diez, ocho. Ayúdame, papá, ¿cuántos números se necesitan? Él se quedó en silencio por un instant
RETROSPECTIVA:Me encontraba con papá acostada en el sofá, como cada vez que venían a la casa, mientras jugábamos a todo lo que me gustaba. Pero ese día estábamos imaginando cosas. —Ema, amor, si pudieras decidir cómo sería tu casa, ¿qué harías? —preguntó papá, con una libreta en la mano. —Papá, si yo pudiera decidir cómo sería mi casa, me gustaría que, al entrar, fuera toda de cristal —contesté, poniéndome de pie, emocionada. —¿De cristal, hija? ¿Por qué? —preguntó papá, desconcertado. —Porque no me gusta sentirme atrapada, papá —contesté enseguida—. Me gusta que, cuando mi mirada gire alrededor, todo sea verde y florido. Papá me observó en silencio, con ternura y curiosidad, esa que siempre mostraba cuando yo hablaba de cosas que sentía con intensidad. —Eres más sabia de lo que aparentas, pequeña —dijo, mientras hacía una pausa y le daba un largo sorbo a su café antes de añadir—. No hay muchas personas que se preocupen por el espacio que las rodea. Tú siempre ves más all
Mientras trato de imaginar adónde puede llevar esa escalera que descubrí al tirar del hacha, miro la televisión sin prestar mucha atención. Por suerte, desmintieron que yo tenga algo que ver con la muerte de mis padres o con Horacio. Sin darme cuenta, me quedo dormida en el sofá. Siento unos ardientes besos que recorren mi cuello hasta terminar en mi boca, suaves, saboreando cada milímetro de mis labios. Introduce su lengua en mi boca, formando un excitante juego con la mía. Le agarro la cabeza, hundo mis dedos en su cabello. —Amor… llegaste… te extrañé —susurro entre beso y beso. —Sí, linda, ya estoy aquí… —susurra sin dejar de besarme—. Te deseo, Ema; vamos a la cama. Robin me sigue besando apasionadamente mientras me levanta en sus brazos y se dirige conmigo a la habitación sin dejar de besarme. Me coloca en la cama dejándose caer encima de mí, hunde su cabeza en el centro de mis senos y comienza a chuparme, para volver a subir hasta mis labios, comiéndomelos con pasión. Lo
Victoria parpadeó varias veces, como una rata atrapada frente a una trampa que sabía que estaba a punto de cerrarse. Intentó enderezarse y adoptar esa postura de seguridad que tan bien practicaba, pero algo en la intensidad de Robin la desmoronaba por dentro. —Hace veinte días, señor —vuelve a contestar el mismo joven. —Que levante la mano el que sepa qué significan estas cartas—, todos levantan las manos. Victoria abrió la boca, pero Robin levantó la mano, deteniéndola. Amé ese gesto. Estaba empezando a creer que mi ahora prometido debía tener alguna formación secreta en teatro dramático, porque la manera en que manejaba la tensión de una escena era digna de un Oscar. —Entonces, señorita Victoria, ¿cómo es que, siendo una de las supervisoras, no tiene conocimiento de ello? —preguntó con frialdad. —Melina, Emily, ¿cuántas veces le enseñaron la carta a la señorita? —¡Muchas veces! Pero dijo que eran falsas. ¡Que tú no tenías hijos! —contestó Melissa con rabia. —¿Qué tienes





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