Mi mente se debate entre la tentación y la responsabilidad. Debo recordar que estoy aquí para evaluar sus habilidades y potencial profesional, no para dejarme llevar por mis emociones. Respiro profundamente y continúo con la entrevista. Los ruidos y cosas extrañas en mi computadora se reinician nuevamente.

Mientras observo los mensajes en la pantalla, una mezcla de emociones me embarga. ¿Será él? me pregunto mientras lo observo, ya que ha coincidido su aparición con todo este desajuste de mis cosas.

—Robin, esto es bastante inusual, el modo en que viniste a esta entrevista, pero ya que estás aquí y te he dicho que te pondré a prueba —sigo, tratando de ocultar mi nerviosismo—. Háblame de tu vida personal…

—¿De mi vida personal? —pregunta con expresión de sorpresa—. ¿Qué quiere saber?

—Oh, perdón, de tu vida laboral quise decir —Ema, concéntrate, ¿en qué estoy pensando?

Robin me mira fijamente; parece gratamente sorprendido y confundido al mismo tiempo. Se encoge de hombros, sonríe