Nicky Collins es hermosa, independiente y temeraria, cualidades que la llevaron a convertirse en teniente de aviación del gobierno, lejos de las sombras del imperio aeronáutico construido por su padre. Sin embargo, tras la trágica muerte de éste en un misterioso accidente aéreo, Nicky se ve obligada a asumir el control de la empresa familiar. Lo que no esperaba era enfrentarse a una madrastra ambiciosa con sus propios planes... ni cruzarse con Alan Parker, el carismático y seductor magnate de un conglomerado de aerolíneas comerciales, a quien culpa por la muerte de su padre. Ahora, entre traiciones, secretos del pasado y una atracción imposible de ignorar, Nicky deberá decidir si puede confiar en el hombre que amenaza con derribar no solo su imperio… sino también sus defensas.
Leer másEl mismo díaPistas privadas de Teterboro, cerca de New YorkNickyPrudencia, sensatez, cabeza fría. Esas palabras nos las tatúan en la piel desde el primer día en la base, como si fueran parte del uniforme. Nos entrenan para mantener la mente anclada en la lógica, incluso cuando el cuerpo quiere gritar. Porque volar no es solo dominar un panel de instrumentos o saber despegar con el viento en contra. Volar es cargar con la vida de otros, es saber que cada decisión, cada segundo, puede marcar la línea entre aterrizar o estrellarse.Lo entiendes de golpe la primera vez que ves cómo tiembla la mano de un compañero después de una misión difícil, aunque jure que está bien. Lo ves en los ojos de quien regresa solo, cuando debería haber vuelto en formación. Por eso nos enseñan a contener. A guardar el temblor, el miedo, la rabia… como si fueran armas peligrosas que solo deben desatarse en tierra firme y lejos de los mandos.Y una aprende. Aprende a poner todo en pausa. A tragar el nudo en l
Unos días despuésNew YorkAlanLos imprevistos son como un sabotaje del destino, un disparo silencioso que desajusta todo lo que creías tener bajo control. No piden permiso. No tocan la puerta. Simplemente irrumpen, te empujan fuera del camino y te obligan a encontrar uno nuevo mientras aún estás recogiendo los pedazos.Lo importante, dicen, es aprender a sortearlos. Yo diría que lo importante es no naufragar del todo. A veces no se trata de ganar la batalla, sino de no hundirse en el proceso, de flotar entre los restos mientras encuentras un madero al cual aferrarte.El problema es que siempre llegan en el peor momento. No hay señales previas, no suena una alarma, no parpadea una luz roja como advertencia. Solo aparecen —como una nube espesa— y en cuestión de segundos, lo que era claro se vuelve niebla. Lo que parecía firme, se resquebraja.¿Cómo sobrevivir a ellos? No hay una fórmula. Nadie nos entrena para la caída libre. Solo reaccionamos, improvisamos, y a veces, simplemente...
El mismo díaNew YorkNickyTodos sabemos que jugar con fuego quema, pero aun así hay algo en ese calor que nos atrae. Es como una maldita adicción que necesitas para respirar. Como una corriente eléctrica que recorre la piel y te hace sentir viva, aunque sepas que va a doler. Algunos lo llaman estupidez, otros: suicidio emocional. Los más valientes lo llaman vivir.Yo me inscribo en ese último grupo. El de los que prefieren lanzarse al abismo con los ojos abiertos, aunque sepan que van a estrellarse. Porque hay dolores que valen la caída. Y yo… yo quiero sentirlo todo. Aunque duela. Aunque me rompa.Uno puede repetir mil veces que tiene el control, que sabe dónde pisa, que todo es un juego. Pero hay una parte de ti —una que no escucha razones— que siempre se escapa. El corazón. Ese cabrón late a su antojo, se prende sin permiso y decide por ti… cuando tú apenas estás aprendiendo a sostenerte en pie.En mi caso, solita me metí en la boca del lobo al presentarme a esa cena con el galán
La misma nocheNew YorkAlanMiles de veces pasamos por encrucijadas en la vida, y el verdadero dilema no es simplemente elegir, sino hacerlo sin sentir que uno se está echando la soga al cuello… o que pierde una parte de sí en el proceso. Es complicado. Frustrante. A veces, francamente desesperanzador. Y sin embargo, casi siempre decidimos empujados por las circunstancias, como si la urgencia hablara más fuerte que la conciencia.Algunos lo hacen sin remordimientos, como quien prende fuego a los puentes sin mirar atrás. Otros se consuelan pensando que, si algo sale mal, habrá tiempo para arreglarlo después, como si el futuro fuera una promesa y no una apuesta. Y están los más temerarios, los que creen que pueden sostenerlo todo al mismo tiempo, caminar por dos caminos opuestos sin desgarrarse, como si no costara nada mantenerse entero mientras se desdoblan.Pero lo cierto es que nadie sale ileso. Elegir siempre implica perder algo. La diferencia está en reconocer qué estamos dispuest
El mismo díaNew YorkNickyAntes de jugar, debes aprender los riesgos que conlleva la partida. No basta con tener agallas ni dejarse llevar por la adrenalina que despierta el peligro. Lo esencial es entender hasta dónde puedes tensar ese hilo delgado que separa la victoria del fiasco, sin romperlo. Porque jugar con fuego no es solo cuestión de valentía, también es cuestión de cálculo.Seducir al peligro es como bailar al filo de un risco: cada paso debe ser medido, cada movimiento pensado, porque un solo tropiezo puede costarte la caída. Y en ese tipo de juegos, no hay red que amortigüe el golpe. Por eso aprende a controlar tus impulsos, a no dejar que el corazón —ese tonto órgano traicionera— tome las riendas. Porque en cuanto él entra en escena, el juego ya está perdido… y ni siquiera te diste cuenta de cuándo.Soy amante del peligro, de la adrenalina. Mi profesión lleva el riesgo tatuado en cada vuelo; domino los cielos en aviones caza, donde un error cuesta más que una derrota. P
El mismo díaNew YorkHillarySi quieres sobrevivir en un mundo de tiburones, no basta con nadar rápido. Tienes que convertirte en uno... pero ser más astuta, como una cobra silenciosa, oculta entre las sombras, esperando el momento justo para deslizarse, seducir y clavar el colmillo donde duele más, donde nadie lo ve venir. No es un juego para débiles. Es una partida donde las piezas se mueven con el cerebro frío, la intuición afilada como navaja, y un olfato infalible para detectar la oportunidad antes de que otros siquiera la huelan.No se trata solo de ambición. No. Es algo más profundo, más venenoso: es el hambre de estatus, de tocar el lujo con las yemas de los dedos, de llevar un apellido como un escudo dorado en medio de un campo de batalla disfrazado de cócteles y sonrisas perfectas. Ser "señora de sociedad" no es una meta romántica. Es una estrategia. Una conquista en un mundo donde ganar significa nunca mostrar el verdadero precio que estás dispuesta a pagar.En lo personal
La misma nocheNew YorkAlanAlguien dijo una vez que seducir a una mujer es como cerrar un trato importante: tienes que leer entre líneas, descifrar cada gesto, cada silencio, cada palabra que no dice. No basta con soltar promesas dulces como caramelos baratos, porque si te precipitas diciendo justo lo que esperan oír, pierdes la oportunidad de llenar tus bolsillos.Con ellas, la estrategia es la misma. Te conviertes en un cazador paciente, leyendo el lenguaje de sus cuerpos como un mapa antiguo, siguiendo la curva de una sonrisa traviesa, el parpadeo nervioso, la ligera inclinación de sus caderas. Si te lanzas de golpe, si revelas todas tus cartas sin invitar al juego, lo único que recibirás será un portazo en la cara. No habrá cama desordenada, ni piel contra piel. Solo frustración y una amarga sensación de derrota. Así que esperas que sean ellas quienes crucen la distancia. A que el trato se cierre... en sus propios términos.Esas son mis reglas de seducción, las que siempre he se
La misma nocheNew YorkNickyEn la base existe un lema: “La vida no es muy diferente a un vuelo de entrenamiento” y tiene mucha verdad, pues antes de tocar los controles, antes siquiera de despegar del suelo, te obligan a estudiar los riesgos, a memorizar cada posible complicación que podría partirte las alas en pleno aire. No es un capricho: es supervivencia. Porque volar no es un acto de fe, es una operación precisa, una danza fría entre el cálculo y la intuición. La ansiedad no tiene cabida en la cabina; si permites que entre, te hará caer en picada antes de que puedas corregir el rumbo.Y en la vida ocurre igual. No basta con desear llegar a la meta. Hay que aprender a leer el viento, anticipar las turbulencias, resistir la tentación de lanzarse a ciegas solo porque el horizonte parece despejado. Nada es lo que parece a simple vista. Un rostro amable puede esconder una tormenta. Una oferta dorada puede llevar oculta una trampa oxidada. No importa cuán brillante sea la oportunidad
Dos días despuésNew YorkAlanOpciones, alternativas, encrucijadas... no importa el nombre bonito que les pongas. La verdad desnuda es que siempre se reducen a lo mismo: dos caminos opuestos. Y de esos dos, uno es el correcto. ¿Encontrarlo? Eso ya es otra historia. A veces, el universo —o el maldito destino, o quien sea que se divierta tirando los dados sobre nuestras vidas— decide ponértelo fácil. Un milagro, casi. Una casualidad escandalosamente rara. Pero la mayoría de las veces, no.La mayoría de las veces, te mete de cabeza en el peor infierno. No importa lo mucho que lo pienses, que lo analices, que lo planees. El camino que tienes que tomar es el más jodido, el más empinado, el que te rasga las rodillas y el alma a partes iguales. No sé si es un castigo, una broma de mal gusto o simplemente nuestra mala estrella. Pero hay algo que sí sé: No importa cuánto lo evites. No importa cuánto patalees. Tarde o temprano, esa puerta te encuentra a ti. Y cuando eso pasa, cuando el golpe r