Una charla peligrosa (4ta. Parte)
El mismo día
New York
Hillary
Si quieres sobrevivir en un mundo de tiburones, no basta con nadar rápido. Tienes que convertirte en uno... pero ser más astuta, como una cobra silenciosa, oculta entre las sombras, esperando el momento justo para deslizarse, seducir y clavar el colmillo donde duele más, donde nadie lo ve venir. No es un juego para débiles. Es una partida donde las piezas se mueven con el cerebro frío, la intuición afilada como navaja, y un olfato infalible para detectar la oportunidad antes de que otros siquiera la huelan.
No se trata solo de ambición. No. Es algo más profundo, más venenoso: es el hambre de estatus, de tocar el lujo con las yemas de los dedos, de llevar un apellido como un escudo dorado en medio de un campo de batalla disfrazado de cócteles y sonrisas perfectas. Ser "señora de sociedad" no es una meta romántica. Es una estrategia. Una conquista en un mundo donde ganar significa nunca mostrar el verdadero precio que estás dispuesta a pagar.
En lo personal