Mi vida contigo (1era. Parte)
Dos semanas después
New York
Nicky
Supongo que es normal tener miedo a lo nuevo, a ese futuro que comienzas a soñar en silencio… ese que aparece en los momentos más simples, como al preparar una cena, o al sentir una mano rozarte la espalda con ternura. Porque, aunque no lo digas en voz alta, hay un instante donde entiendes que ya no estás sola, que ese futuro ya no te pertenece solo a ti, sino que lo estás compartiendo, construyendo, con alguien más.
Pero lo que realmente da miedo… es sujetar la mano de quien elegiste amar. Porque amar es eso: una apuesta. Una maniobra arriesgada. No hay garantías, no hay mapas, ni rutas seguras. Puedes caer en picada, con las alas rotas, sin tiempo de reacción… o puedes surcar los cielos con el horizonte despejado, incluso cuando se forma una tormenta delante de ti.
Lo supe desde el primer día en que me enamoré de Alan: no era un aterrizaje suave, era un salto libre. Era todo o nada. Y a pesar del miedo, de las dudas, de las heridas del pasado, hoy