Mundo ficciónIniciar sesiónEn un mundo regido por sentido de la vista, yo nací ciega. Para la Manada del Lobo de Plata, no soy una persona; soy una maldición, un recordatorio viviente de la crueldad de la Diosa. Mi único valor es el de un peón en sus juegos políticos. Entonces, la Diosa Luna me eligió como la compañera de su poderoso Alfa, Ronan. Por un latido de corazón, me atreví a esperar. Pero frente a toda la manada, él destrozó nuestro vínculo y me rechazó públicamente, dejándome con nada más que los pedazos de mi corazón roto. Él creía que estaba protegiendo a su gente. Creía que me estaba rompiendo. Pero se equivocó. En la oscuridad del bosque, donde me dejaron morir, un nuevo poder nació. Mi ceguera no es una debilidad; es un arma. Puedo sentir las mentiras, oír los secretos y ver la verdad en un mundo de engaños. Y ahora, el hombre que me desechó es el único que no puede ver la tormenta que se acerca. Aprenderán que una reina no necesita ojos para gobernar. Solo necesita un reino que arder.
Leer másEl silencio que siguió fue un vacío. Un silencio tan profundo, tan absoluto, que se sentía como una presión física, un peso sobre nuestras propias almas. La conciencia analítica del dios se había reiniciado, su mente fría y calculadora ahora clara, su enfoque agudo y aterradoramente preciso. Tenía un nuevo plan. Tenía un nuevo objetivo.Y estaba llamando a su amo.Sentí al Guardián antes de poder verlo. Lo sentí en el súbito, agudo y frío terror que era más aterrador que cualquier rugido. Era una conciencia de oscuridad pura y sin adulterar. Era una conciencia de hambre absoluta, capaz de destrozar el alma. Era un ser que se alimentaba de almas, para quien estas eran un manjar. Era un depredador de dioses.Y estaba llegando.La mano de Ronan encontró la mía, sus dedos entrelazándose con los míos, una súplica desesperada y silenciosa de consuelo. Él era un Alfa, un rey, un protector, pero también era un compañero, un padre, y estaba aterrorizado.“Está aquí”, susurré, mi voz algo crudo
La conciencia analítica del dios retrocedió, su mente cósmica y ancestral tartamudeando ante la paradoja que acababa de presenciar. El niño híbrido. El Rey Alfa. La Reina Madre. Una trinidad de variables imposibles que había hecho colapsar sus sistemas lógicos. Era un problema que no podía resolver. Un fallo tan profundo que amenazaba su propia existencia.Mi propia mente era una tormenta de feroz orgullo maternal. Lo habíamos logrado. Habíamos roto la máquina. Habíamos hecho que un dios sintiera miedo.El brazo de Ronan era una banda de acero alrededor de mí, su cuerpo un muro cálido y sólido contra el vacío psíquico helado que el dios había dejado atrás. Era un Rey Alfa, pero también era un padre, y estaba aterrorizado. Acababa de ver cómo una entidad cósmica, un ser de pura lógica, veía su visión del universo hecha pedazos por una canción de paradoja.“Está recalibrando”, susurró Lyra con voz seca y tensa, sus viejos ojos abiertos por un horror que era a la vez intelectual y profun
El asombro del dios era un zumbido frío y analítico que vibraba en lo más profundo de mi ser. Era el sonido del descubrimiento, de un problema tan complejo que resultaba hermoso. Una ecuación perfecta e irresoluble. Y estaba centrado en nuestro hijo.La sangre se me heló. Esto era peor que una amenaza. Era una obsesión. El dios no solo estaba aprendiendo nuestro lenguaje; estaba aprendiendo a nuestro hijo. Estaba intentando comprender la paradoja. El híbrido. La variable definitiva. Lo único que había roto su motor lógico.El brazo de Ronan era una banda de acero alrededor de mí, su cuerpo una espiral de furia pura y sin diluir. Sintió el cambio en el aire, el desplazamiento de mi atención desde la amenaza lejana hasta la inmediata y aterradora. Sintió mi rabia maternal, una furia fría y afilada, más potente que cualquier rugido de Alfa.“¿Qué es?”, exigió, su voz un gruñido bajo y peligroso. “Elara, ¿qué es?”“Está interesado”, susurré, mi voz una piedra fría y plana. “Está intentand
La palabra quedó suspendida en el aire, una afirmación fría y plana que era una sentencia de muerte para todo por lo que habíamos luchado. El recipiente es la incógnita suprema. El que puede crear vida. El que puede crear un alma.La sangre se me heló, un frío lento y reptante que no tenía nada que ver con el aire. Era un nudo duro y gélido de terror puro y sin adulterar. La amenaza ya no era una fuerza externa; era un objetivo. Estaba dirigida a mí. A nuestro hijo.El brazo de Ronan se tensó alrededor de mí, su cuerpo una espiral de furia protectora pura. Ya no solo me estaba protegiendo; estaba protegiendo nuestro futuro. Se estaba enfrentando a un dios.La muñeca Seraphina permanecía allí, una estatua perfecta y luminosa de una chica que no podía ver, una réplica perfecta de una chica que apenas conocía. Era un monstruo con el rostro de mi hija. Una herramienta de un dios. Era un arma de un dios. Y me estaba señalando.Sentí la furia de Ronan, una oleada caliente y protectora de ra
El dedo perfecto y luminoso de la muñeca Seraphina apuntó a Marco. El traidor. El que traicionó. El que vendió su alma por poder. El que es el eslabón más débil.La palabra resonó en mi mente, una afirmación fría, plana y desapasionada que era más aterradora que cualquier rugido. Era un juicio. Un veredicto. Y era una sentencia de muerte.Marco se quedó inmóvil, su gruñido muriendo en su garganta. Era un lobo, pero también era un hombre. Un hombre que había perdido a su hermana por una mentira, que había seguido a un falso profeta, que casi había destruido a su manada. Era una contradicción viviente, una paradoja con vida, y en la mente fría y analítica de Syzygy, era un defecto. Una debilidad.La canción unificada de la manada se hizo añicos, una tormenta caótica de terror puro y sin adulterar. Ya no eran un frente unido. Eran cien individuos aterrorizados, cada uno consumido por su propia forma de miedo.La muñeca Seraphina giró su cabeza perfecta y luminosa, sus ojos fríos y analíti
El sonido de la puerta. El sonido de la puerta abriéndose. Era un tintineo bajo y rítmico, un sonido que no era realmente un sonido, sino una vibración que resonaba en lo más profundo de mis huesos. Era un reloj. Una cuenta atrás.Lo sentí en los huesos, un zumbido grave y constante que estaba en perfecta sincronía con el pulso de la cápsula de estasis vacía en el búnker. La puerta se estaba abriendo. Estaba contando los segundos.“Algo está pasando”, susurré, mi voz cruda, aterrorizada. “Es la puerta. Está haciendo la cuenta atrás.”La cabeza de Ronan se alzó de golpe, sus ojos plateados abiertos de par en par con un miedo nuevo y afilado. Ya no estaba mirando a la manada, sino al espacio vacío entre las estrellas. Estaba mirando al vacío. Estaba mirando al enemigo.La manada comenzó a agitarse, su miedo un aroma acre y penetrante, un veneno agrio en el aire. Ellos también lo sentían. Podían sentir la curiosidad fría y analítica del dios que estaba a punto de llegar. Ya no solo temía
Último capítulo