Liam es el CEO más exitoso del país, un magnate respetado con el control de un imperio empresarial. Nadie sospecha que, detrás de su impecable fachada, se esconde la verdadera identidad del líder de una de las mafias más grandes y despiadadas. Su vida es una calculada coreografía de poder y secretos, sin espacio para imprevistos. Todo cambia en una gala benéfica cuando conoce a Elías, el hijo de una prestigiosa familia. Aparentemente dulce y con buenos modales, Elías es en realidad un astuto pandillero que no teme a los problemas. Un simple derrame de bebida desata un enfrentamiento entre ellos, y Liam se encuentra con la inesperada resistencia de alguien que no se intimida con su poder. Intrigado y frustrado, Liam decide acercarse a Elías para doblegarlo, pero poco a poco, la línea entre el odio y la fascinación se desvanece. Sin embargo, en un mundo donde el poder lo es todo y los secretos pueden ser mortales, su atracción podría desencadenar una guerra entre las dos vidas de Liam, poniendo en riesgo todo lo que ha construido. ¿Podrán ambos sobrevivir a su peligroso juego, o el amor destruirá sus mundos?
Leer másEl aire en el salón de baile era una pesada mezcla de perfume, champán y la falsa cortesía de las élites. Liam se movía entre la multitud como un depredador en su territorio. Con su traje de diseñador, la sonrisa impecable y la postura erguida, era la personificación del éxito. Se detuvo para aceptar otro brindis, sus ojos oscuros analizando el lugar con una frialdad que nadie notaría.
Mientras Liam controlaba la sala, Elías se sentía asfixiado. La opulencia, las conversaciones vacías, y la presión de su familia lo ahogaban. Estaba allí por obligación, pero su mente y su alma le pedían escapar. Con la copa de champán en la mano, buscó una salida lateral. Se movía con cautela, sus ojos escaneando la multitud, tratando de no llamar la atención. Quería aire fresco, un momento a solas, un respiro de la vida que le habían impuesto.
Fue en su apresurada huida que chocó con alguien. El champán se derramó sobre una camisa de seda y el cristal chocó contra el mármol, haciendo un ruido sorprendentemente fuerte en el ambiente. Elías levantó la vista y se encontró con los ojos oscuros de Liam, un CEO de quien su padre siempre hablaba con reverencia. Pero Elías no veía al empresario exitoso; veía al asesino que una vez había visto en un callejón. En ese momento, toda la asfixia desapareció, reemplazada por una mezcla de curiosidad, terquedad y una extraña excitación.
"Disculpa", dijo Elías, pero el tono no tenía arrepentimiento, solo un dejo de burla.
"No escuché que te disculparas", dijo Liam, su voz baja y gélida, la misma que usaba en las reuniones de la mafia. Elías lo miró de arriba abajo, su labio se curvó en una media sonrisa.
"¿Quieres que me disculpe por manchar tu costosa camisa? Lo lamento. Pero si te sirve de consuelo, el vino era horrible".
La audacia de Elías lo tomó por sorpresa. Nadie, nunca, le había hablado así. La ira se mezcló con una oleada de excitación, una sensación peligrosa que no había sentido en años.
"Paga por el traje y olvídalo", dijo Liam, su voz sin emoción.
"¿Y si no quiero?", respondió Elías, dando un paso más cerca. Liam lo consideró por un momento. Este chico era peligroso, no por su pandilla, sino por el desafío en sus ojos. Liam vio en él algo que no veía en su doble vida.
"Parece que te sientes valiente", dijo Liam.
"Y tú, parece que te sientes importante. Pero no lo eres", le susurró Elías al oído, justo antes de desaparecer entre la multitud.
Liam quedó congelado, la sensación del aliento de Elías aún persistente en su oreja, mezclándose con el frío húmedo de su camisa. No era solo la mancha oscura que ahora arruinaba su impecable apariencia, era la osadía en la mirada de Elías, la forma en que su voz, aunque burlona, no había temblado ni un instante. En años, nadie se había atrevido a desafiarlo de esa manera, a despojarlo de la máscara de CEO todopoderoso con una simple frase. La irritación inicial se había evaporado, dejando tras de sí una curiosidad punzante y una chispa de algo más oscuro.
Mientras observaba la espalda de Elías desaparecer entre el mar de trajes y vestidos elegantes, Liam sintió una sonrisa fría extenderse por sus labios. No era la sonrisa amable y calculada que ofrecía en las juntas directivas o en eventos sociales. Era una sonrisa depredadora, la misma que se dibujaba en su rostro en las sombras, cuando impartía órdenes que nadie se atrevía a cuestionar.
Él no tiene idea, pensó Liam, el poder comenzando a fluir de nuevo a través de sus venas, reemplazando la sorpresa inicial. Este chico, con su insolencia juvenil y su mirada desafiante, había cometido un error. Un error que iba más allá de derramar una copa de vino. Había despertado algo en Liam que creía dormido, una necesidad de control y dominio que ahora se enfocaba en este joven audaz.
"Elías...", murmuró Liam, saboreando el nombre que había escuchado de labios de otros invitados. Lo grabó en su mente, como se graba el nombre de una presa valiosa. No importaba quién fuera, de qué familia proviniera o los pequeños actos de rebeldía que llevara a cabo. Se había cruzado en su camino, lo había desafiado y, lo más intrigante de todo, no parecía temerle.
Elías no sabía con quién se había metido. Pero Liam se aseguraría personalmente de que lo descubriera. Cada fibra de su ser, tanto el CEO implacable como el líder de la mafia despiadada, se había enfocado en ese único objetivo. El juego acababa de comenzar.
Elías no perdió el tiempo. Con el teléfono de Liam aún en la mano, la imagen de su madre en el comedor era como una quemadura en su retina. La foto no era solo una amenaza; era una declaración. Ates había entrado en el único santuario que le quedaba a Elías: su familia."Tenemos que irnos. Ahora", le dijo a Liam, su voz tensa. "Mi padre. Ates ya está en su casa. O lo estuvo".Liam, su mente ya en modo de combate, se puso de pie. "Mi equipo se encargará. Tienen órdenes de rodear la mansión Antonegra. Nadie entra, nadie sale. Pero no podemos confiar solo en eso".Elías se dio cuenta de la fría realidad. Ates no estaba buscando un simple tiroteo. La foto no era un ultimátum, sino un mensaje cifrado que solo los hombres de poder entenderían. Liam, su padre, y ahora Elías, estaban en el tablero."Mi padre..." Elías se detuvo, pensando. "Él tiene sus propios contactos. Es un hombre poderoso. Liam asintió. "Un hombre como el Señor Antonegra tiene sus propios fantasmas. Si Ates ha regresado
Elías se puso de pie, su corazón aún desbocado, pero la paralizante sensación de miedo había dado paso a una fría determinación. Miró a Liam, quien ahora tenía en sus manos el rifle del intruso. Sus ojos no mostraban pánico, sino una furiosa calma. Era la misma mirada que Elías había visto el día que se conocieron, la de un hombre acostumbrado a la guerra."No te quedes aquí, Elías," dijo Liam, sin apartar la vista de la entrada. "Espera a mi equipo en la habitación segura.""No," respondió Elías, su voz sorprendentemente firme. "Me quedo contigo."Liam lo miró, una mezcla de sorpresa y algo parecido al orgullo en sus ojos. "Esto no es un juego, Elías. Es mi mundo. Un mundo que Ates Coşkun quiere ver arder.""Lo sé. Y por eso me quedo. No voy a huir. Quiero enfrentarlo contigo."Liam se acercó a él y le dio un arma. Elías la miró, la fría y pesada pieza de metal en su mano se sintió como una extensión de su nueva realidad. No había duda ni vacilación. Era el momento de decidir quién e
El viaje de regreso a la mansión de Liam fue un contraste total con el tenso trayecto de ida. Elías se recostó en su asiento, sintiendo el abrazo de la noche mientras la ciudad pasaba a toda velocidad. La mano de Liam estaba firmemente entrelazada con la suya, una presencia constante y tranquilizadora. La cena, que Elías había temido tanto, se había resuelto de la manera más inesperada. Su padre, el hombre de hielo que siempre había sido, había aceptado a Liam. Elías se sentía, por primera vez, completo."Mi padre... no lo entiendo", dijo Elías, rompiendo el silencio. "Nunca lo había visto así".Liam apretó su mano con suavidad. "A tu padre le gusta el poder. Y él lo vio en mí. No es un hombre que pierda el tiempo con la debilidad. Te vio feliz, y se dio cuenta de que yo era la razón".Una sonrisa genuina se dibujó en el rostro de Elías. "Estaba tan orgulloso de ti, Liam. Y estoy feliz de que se hayan aceptado".Cuando llegaron a la mansión de Liam, el aire estaba tranquilo. Elías sin
El regreso a la mansión de Liam fue un silencio denso, el tipo de silencio que se impregna en el aire después de un evento traumático. Elías, sentado al lado de Liam, miraba por la ventana, pero sus ojos no veían el paisaje. Se sentía invadido por una profunda tristeza, un eco de la oscuridad que acababan de presenciar. La imagen de Sara, destrozada por su venganza, se negaba a abandonar su mente.Liam notó la tensión en el cuerpo de Elías, la forma en que sus hombros estaban caídos y su mirada perdida. Liam, acostumbrado a este tipo de situaciones, sabía que la victoria en su momento, siempre tenía un costo. Pero nunca antes había visto a Elías pagar el precio de esa manera. Mientras conducía por las calles, Liam extendió una mano y la apoyó suavemente en el muslo de Elías."No es tu culpa," dijo Liam, su voz era un susurro grave que rompió el silencio. "Y estamos juntos en esto. Jamás te dejaré solo".Elías se sorprendió por el tacto, por la suavidad en la voz de Liam. Se giró pa
Los días posteriores a su juramento fueron un torbellino de actividad implacable. La mansión de Liam, una fortaleza de lujo y secretos, se convirtió en su base de operaciones. La alianza de Liam y Elías operaba con la precisión de una maquinaria bien engrasada. Mientras Elías, con su mirada fija en la pantalla, desentrañaba la seguridad digital de sus enemigos, Liam, con el teléfono en la mano, daba órdenes con una voz tan fría como el acero.Liam usaba la información que Elías le proporcionaba para atacar a sus enemigos de forma estratégica. En el mundo empresarial, la caída de sus competidores era tan rápida que los medios de comunicación no podían seguir el ritmo. Mientras Elías hackeaba las redes internas de una corporación rival, Liam se encontraba en una llamada, ordenando a sus hombres que compraran acciones en el momento justo, un movimiento que desestabilizaba la empresa por completo."Elí, la corporación Valero está cayendo. Su jefe está entrando en pánico. ¿Qué hiciste ahor
El contraste era brutal. El frío y el hedor a humedad del sótano se desvanecieron cuando la puerta se cerró. Un ascensor de lujo los llevó al último piso, a la oficina de Liam, una fortaleza de cristal y acero. El aire allí era limpio, esterilizado, pero la tensión que llevaban consigo era un peso que ni siquiera el aire podía disipar. Ambos estaban en silencio. Elías, sin decir nada, se sentó en el sofá de cuero, su mirada perdida en las luces de la ciudad. Liam se sirvió un whisky, el hielo tintineando con un sonido que perforaba el pesado silencio.Liam se acercó a Elías. Su voz fue baja. No había en ella ni ira, ni dominio, solo una fría calma. No sabía qué hacer con la rabia que sentía, por lo que la guardó en un rincón de su mente. “No tienes que quedarte, Elías. Puedes irte. Y, por lo que a mí respecta, esto nunca pasó”.Elías negó con la cabeza, sus ojos grises se encontraron con los de Liam. “No, me quedo. El encuentro fue necesario. Y es mejor de lo que esperaba”.Liam tomó
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