El viaje de regreso a la mansión de Liam fue un contraste total con el tenso trayecto de ida. Elías se recostó en su asiento, sintiendo el abrazo de la noche mientras la ciudad pasaba a toda velocidad. La mano de Liam estaba firmemente entrelazada con la suya, una presencia constante y tranquilizadora. La cena, que Elías había temido tanto, se había resuelto de la manera más inesperada. Su padre, el hombre de hielo que siempre había sido, había aceptado a Liam. Elías se sentía, por primera vez, completo.
"Mi padre... no lo entiendo", dijo Elías, rompiendo el silencio. "Nunca lo había visto así".
Liam apretó su mano con suavidad. "A tu padre le gusta el poder. Y él lo vio en mí. No es un hombre que pierda el tiempo con la debilidad. Te vio feliz, y se dio cuenta de que yo era la razón".
Una sonrisa genuina se dibujó en el rostro de Elías. "Estaba tan orgulloso de ti, Liam. Y estoy feliz de que se hayan aceptado".
Cuando llegaron a la mansión de Liam, el aire estaba tranquilo. Elías sin