Elías se puso de pie, su corazón aún desbocado, pero la paralizante sensación de miedo había dado paso a una fría determinación. Miró a Liam, quien ahora tenía en sus manos el rifle del intruso. Sus ojos no mostraban pánico, sino una furiosa calma. Era la misma mirada que Elías había visto el día que se conocieron, la de un hombre acostumbrado a la guerra.
"No te quedes aquí, Elías," dijo Liam, sin apartar la vista de la entrada. "Espera a mi equipo en la habitación segura."
"No," respondió Elías, su voz sorprendentemente firme. "Me quedo contigo."
Liam lo miró, una mezcla de sorpresa y algo parecido al orgullo en sus ojos. "Esto no es un juego, Elías. Es mi mundo. Un mundo que Ates Coşkun quiere ver arder."
"Lo sé. Y por eso me quedo. No voy a huir. Quiero enfrentarlo contigo."
Liam se acercó a él y le dio un arma. Elías la miró, la fría y pesada pieza de metal en su mano se sintió como una extensión de su nueva realidad. No había duda ni vacilación. Era el momento de decidir quién e