Estados Unidos se prepara para una temporada electoral presidencial sin precedentes. "Buenas noches, y bienvenidos a un momento crucial en la política estadounidense," comenzó una voz nítida y autoritaria, "Estados Unidos ha revelado a sus nuevos candidatos, pero con un giro que nadie vio venir." "Así es, David," interrumpió una voz más enérgica y acelerada, con un tono de asombro. "¡Este ciclo electoral ha tomado un giro absolutamente fascinante! Estamos siendo testigos de la historia mientras, por primera vez, el Partido Progresista Nacional—sí, han oído bien, ¡el mismo Partido Progresista Nacional!—lidia con una lucha interna como ninguna que hayamos visto antes. La Candidata Mary García se enfrenta a Ethan Smith, ambos, repito, ¡ambos compitiendo por la nominación presidencial bajo la misma bandera de partido! Esto no es una primaria entre partidos, es una batalla dentro de sus propias filas." "De hecho, Sarah," añadió una tercera voz, más experimentada y ligeramente cínica, con un matiz de incredulidad. "Nunca antes habíamos presenciado tal espectáculo. Esto no es solo una primaria habitual; es una guerra pública de votos en toda regla, desarrollándose para que todo el mundo la vea, mientras estas dos figuras del mismo partido luchan encarnizadamente por decidir quién será su próximo líder. Los tratos secretos y las estrategias silenciosas han sido reemplazados por una campaña muy pública y agresiva por la dominación interna de su partido." "Los medios," regresó la primera voz, con un tono de asombro, "¡están en un frenesí absoluto! Cada noticiero, cada programa de entrevistas, cada feed de redes sociales está zumbando con un solo tema: García contra Smith. La pura audacia, la ambición desmedida en exhibición, todo dentro de la misma casa política... es cautivadora, polarizante y absolutamente sin precedentes. Y en medio de todo este caos, todo este ruido, toda esta incertidumbre...
Leer más: El Circo Familiar y el Yerno ImprevistoEl vuelo hasta Nueva Orleans fue una eternidad de tortura. Cada segundo en el aire era un martirio silencioso, en el que mi mente, mi única y cruel compañera, creaba los peores escenarios posibles. ¿Cómo estaría Mary? ¿Qué tan grave habría sido el accidente? ¿Y si lo que había pasado era, en efecto, fatal? No sabía qué hacer ni cómo actuar. Solo tenía una dirección y la imperiosa necesidad de llegar a ella. Las horas que había pasado en aquel avión ahora se sentían cortas, como un suspiro, pero el camino hasta el hospital me estaba matando. Mi equipo intentaba comunicarse con el de Mary, pero no había respuesta. Las preguntas seguían rondando mi mente, como moscas atrapadas en una telaraña.Aterrizamos en la vibrante y caótica Nueva Orleans, pero no era la ciudad de la música y la alegría lo que ocupaba mis pensamientos. Un coche nos esperaba fuera. Subí sin siquiera mirar el interior, mis ojos fijos en el camino, mi estómago hecho un nudo. Ro
El Cenit de la Campaña y el Eco del DestinoLa mierda con Max en el tribunal había sido un circo, pero un circo que, contra todo pronóstico, había jugado a mi favor. Su patética excusa del teléfono robado solo confirmó lo idiota que podía ser. La gente podía cambiar, sí, pero los cobardes y los manipuladores siempre revelan su verdadera naturaleza. Aquella farsa, por muy irritante que fuera, me había servido para pulir mi imagen. El labio roto y la ceja cosida eran un pequeño precio a pagar por la narrativa del "héroe herido". Los medios, siempre hambrientos de drama y redención, me habían dado la bienvenida de nuevo al ruedo político con un fervor casi religioso. Era el Fénix, resurgiendo de las cenizas. Una ironía, considerando que el símbolo me lo había apropiado para un regalo a Mary. Ella no lo sabía, pero de algún modo, me sentía conectado a ese emblema.Me encontraba en Reno, Nevada, preparándome para la que sería mi primera gran entrevista televisada desde el juicio. La suite
El Martillo de la Justicia y el Hilo de la DudaLos titulares estaban estancando. Cada noticiero, cada portal digital, clamaba por detalles del incidente que había sacudido la aparente calma de la tienda política. A la prensa no le habíamos comunicado nada sobre la gran implicación de Max; nadie lo conoció realmente en ese ámbito y, francamente, lo último que necesitábamos era más espectáculo y más combustible para la hoguera de la especulación pública. Ethan, a mi lado, solo mostraba la huella del combate: un labio roto y una pequeña, pero visible, cortada en la ceja izquierda, vestigios de la agresión. El sujeto, por su parte, según los informes confidenciales, aún se quejaba de un dolor agudo en la nariz y, al parecer, uno de sus dientes se había aflojado irremediablemente debido al golpe proporcionado por Ethan. Había pasado una semana desde aquel caos televisado, una semana de negociaciones silenciosas y preparativos legales, y ahora, el primer juicio del día estaba a punto de co
Revelación__Buenas noches, Portland. El día de hoy fuimos testigos de varios incidentes-La voz del presentador se adentraba por los altavoces del televisor. Ethan sostenía un vaso con agua en una mano y una bolsa con hielo en la otra. Yo tenía la cara roja, no por vergüenza o miedo, sino más bien por enojo. Mi padre tenía un gran bufete de abogados en Portland, y me encargaría de que ese sujeto sufriera cada golpe, y no tan solo por ello, sino también por la vergüenza que me había hecho pasar. Seguí dando vueltas con el teléfono hasta que Jacke me confirmó lo que necesitaba escuchar.Sábado, 4:30 PMEl jet acababa de aterrizar. Katherine, Roy y Ethan estaban conmigo. ¿Por qué siempre Ethan? Tenía una rueda de prensa. Nuestro presidente del partido sabía quién era Ethan, y, por casualidad, solo existían dos personas capaces de darle un tirón de orejas cuando se volvía un idiota: su madre y yo.__Sí, pero...__No__ dije con la mirada aún en la revista__Si quieres morir, lo haces; si q
Una Sombra en la Campaña ElectoralLa sala de prensa, minutos antes bulliciosa con las voces de los donantes y el eco de los discursos, ahora languidecía en un silencio pesado. Observaba a Ethan, que con una compostura que apenas disimulaba la fatiga, se mantenía erguido, su figura recortada contra la luz menguante del ventanal. Conversaba, o más bien, concedía una audiencia a los miembros de su equipo de campaña, su risa resonando con una resonancia calculada, un eco de la autoridad que ostentaba. Yo lo miraba, buscando en sus ojos la clave de su inesperada aparición pública, una acción que había incendiado las redes y la prensa. Pero Ethan solo me ofreció una sonrisa fugaz y un asentimiento casi imperceptible antes de acercarse, sus ojos, un enigma indescifrable, fijos en los míos.__¿Lista para el próximo acto, candidata?__inquirió Ethan, su voz un murmullo que se cernía entre el ruido residual de la sala. El tono era de burla sutil, una provocación que conocía bien.Con un suspiro
Bajo el EscrutinioMary García__Buenos días, California__ La emisora comenzó a sonar, el presentador anunciaba el reporte del clima, la brisa en el four-door hardtops de los años cincuenta me complementaba. A menudo solían recordarme que había nacido en cuna de oro, que por eso tenía todo lo que quería, cosa que era total y completamente mentira. Si quería dinero extra de mi mesada, tenía que ayudar a mi padre con sus papeles o ayudar a mamá con aquellos documentos del hospital, claro, siempre que fuera en casa. El auto, el cual mi hermano estaba conduciendo junto conmigo, se deslizaba suavemente por las calles de Santa Ana.__¿Cómo ha estado tu vida, Mary?__ preguntó Atlas, mi hermanito menor. Éramos una especie de gemelos irlandeses, casi la misma edad; la única diferencia era un mes. Él nació un mes antes de mi primer cumpleaños.Atlas se mudó a Los Ángeles para cumplir su sueño de ser director de cine, pero actualmente estaba viviendo en Santa Ana. Era un lugar bonito, lo amaba,
Último capítulo