La Realidad de D.C.
Washington D.C., 4:00 p.m.
Mi cabeza seguía dando vueltas, no por el cambio de huso horario, sino por la resaca de lo ocurrido en Mischigan La imagen de Ethan separándose del beso, con esa expresión entre enojo y ¿qué más? No lo sabía. Yo estaba completamente sorprendida, mi mente en un torbellino. No sabía si pensar que era un sueño, una mentira, o si todo esto era verdad. Y si lo era, si parecía tan real... Ethan se levantó de la mesa, dejó algo de dinero y se marchó como si todo hubiera terminado ahí, como si ese beso nunca hubiera existido.
Me levanté de la mesa como autómata y volví a la casa donde me estaba quedando. Tenía un boleto de avión programado para el día siguiente de regreso a D.C. Le dejé un mensaje a Ethan, uno corto, preguntando si estaba bien, pero no contestó. Me quedé sentada en vela, el teléfono en la mano, esperando que él me llamara o que me escribiera, pero no lo hizo. Cerré los ojos, esperando que el nuevo día me arropara y, sin darme cu