En el lujoso crucero Mc Queen, con rumbo a la Isla de Las Bahamas, los esposos Pamela Harrys y Edward Long, celebraban su aniversario de bodas por todo lo alto. Una velada digna de personas adineradas, con invitados especiales del mismo estatus social. La pérdida del hermoso collar de diamantes obsequiado, desata la ira, controversia y deseos más profundos, entre ellos. Amistades del pasado que regresan a cambiar el destino de los enamorados, afectando su felicidad de la manera más vil y cruel. Un secreto muy bien guardado, que involucra la comercialización de drogas y productos ilícitos, entre otros, sale a la luz, trayendo como consecuencia la pérdida física de aquel empresario, cayendo en manos de la mafia. 20 años de casados compartiendo una historia llena de amor, comprensión, lujos, pasión, ahora invadida por la mentira y la desgracia, donde la relación parecía ser perfecta. ¿Podrán ellos superar todos los conflictos y salvar lo queda de ese inmenso amor?
Leer másEra 4 de julio, día festivo en Estados Unidos, la multitud esperaba para disfrutar de los fuegos artificiales. Mientras continuaba la celebración, zarpaba el crucero Mc Queen, como todos los años en esa época. Todos los pasajeros esperaban el momento para abordar el barco más hermoso y costoso del país. Saldría de las aguas cálidas de Miami, con destino a la isla de Las Bahamas. Era un viaje esplendoroso, muchos pasajeros contemplaban lo fantástico que se veía el cielo destellante de tantas luces de colores. El Mc Queen estaba completamente iluminado, ya iniciaba su recorrido.
La mayoría de los turistas venían de familias adineradas, con buenos modales y excelente gusto para vestir. Dicho crucero era uno de los más lujosos, donde se reunían empresarios e integrantes de la realeza, gente de mucho rango. El empresario Edward Long era uno de los que más lo frecuentaba. Ese día viajaba con su esposa Pamela Harrys, hija del muy famoso multimillonario Stuart Harrys. Pamela y Edward estaban de aniversario, celebraban sus 20 años de casados, eran felices y consideraban que habían nacido el uno para el otro.
Poco a poco, mientras el barco navegaba, se reunían todos los invitados en el salón principal. Los mismos, se encontraban elegantemente vestidos, las damas parecían haber salido de un cuento de hadas, mientras que, los caballeros, lucían sus trajes de etiqueta acompañándolos con un adorno muy peculiar en sus solapas.
Se podía notar uno que otro conocido, otros no tanto. Todos daban la impresión de estar felices, simulando ser amables, pero con la seguridad que daba el crucero, más de uno depositó su confianza. Rodeados de gente con clase, nada podría salir mal.
Los mesoneros ya dispuestos, sirvieron la cena prestando un servicio impecable. La ocasión lo merecía. A unos metros del comedor, una silueta esbelta, sencilla, alta, caminaba hacia Pamela. Ella esquivó su mirada, para disimular y darse por sorprendida. Era su gran amiga, Camila Foster, una mujer interesante, muy elegante vestía un hermoso vestido largo color rosa, hacía juego con su maquillaje y el balanceo de su cuerpo, definitivamente espectacular. Se acercó a Pamela, con un cálido saludo.
— Estás hermosa amiga ¿pensaste que no vendría? Pues te habría comunicado, pero ya ves, aquí estoy para disfrutar de tu aniversario. ¿Cómo está Edward? –
Camila no recibió respuesta de su parte. Tenía mucho tiempo sin verlos, estuvo un poco alejada de él, pues Pamela no confiaba mucho en su compañía, manteniéndola lejos de su entorno. En ese momento se iluminó el salón para comenzar el baile, la cena había finalizado con un brindis muy especial. Los esposos Long Harrys se veían muy felices, irradiaban alegría.
Edward aprovechó el momento para obsequiarle un presente a su adorada esposa.
— Atención todos por favor, agradezco a los presentes en esta noche tan especial quienes nos acompañan y celebran junto a nosotros. Me tomaré el atrevimiento de interrumpir la velada para entregarle un obsequio a Pamela, mi amada. – Dijo abriendo un estuche color negro aterciopelado, dejando a la vista un collar de diamantes estilo gargantilla, sus piedras bajaban como cascada.
Pamela con una expresión de asombro en su rostro y sus ojos iluminados ya casi llenos de lágrimas, miró a su esposo y le dio un abrazo.
— Te amo, eres maravilloso, eres el amor de mi vida – dijo a su oído.
Edward esbozó una sonrisa mostrando su encanto.
— Yo te adoro, eres lo mejor que me ha pasado – contestó.
El collar brillaba en la oscuridad, era tan hermoso que resultaba inevitable no detenerse a verlo. Muy delicadamente, Edward lo toma y coloca en el cuello de su pareja, dejándolos anonadados con la belleza única que resaltaba. Pamela era una mujer de cabello oscuro, ojos expresivos y silueta muy bien cuidada, cada día él se sentía más enamorado. Era un hombre imponente, versátil y educado. Esa noche vestía un traje negro hecho a la medida, elegantemente llevaba en el ojal un broche para destacar entre los demás invitados.
Todo marchaba de maravilla, las copas siempre se mantenían con ese espumoso y suave champagne a medio llenar.
Deseo que se mantenga el amor intacto otros 20 años más – dijo uno de los invitados, que se animó a dedicarles unas palabras.
El crucero seguía haciendo su recorrido, estaban pasando por el Gran Abaco, una de las islas que se encuentran de paso. De pronto, Camila dispuesta a decir unas palabras se dirigió a la orquesta, mientras tocaban un jazz, pidió el micrófono a uno de los integrantes.
Recuerdo aquel día en la universidad, donde solíamos pasarlo bien luego de la clase de la profesora Handerson, ya saben lo aburrida que era – rió. Amanecíamos bailando, cantando y charlando acerca de cualquier cosa. Siempre estábamos juntos, y disfrutábamos de la compañía del otro. Luego cada quien tomó su rumbo y ahora míranos, estamos celebrando 20 años de matrimonio. Felicidades a mis grandes amigos. – expresó con la mirada fija en Edward, dejando notar que moría por acercarse a sus labios.
Pamela se limitó a sonreír. Sabía perfectamente las intenciones de su amiga, comprendió que fue una buena decisión haberse distanciado. En cierta parte sentía lástima por ella, pero en sus tiempos de adolescentes, Camila no podía disimular la envidia que guardaba muy recelosa, por haber perdido el corazón de quien ahora se encontraba al lado de otra.
Los aplausos se escucharon al unísono y la orquesta continuó el hilo musical. Se dispersaron por la pista de baile, unos danzando y otros cotilleando. En definitiva, sería una noche inolvidable.
Las cosas marchaban según lo planificado, de pronto, sucedió algo inesperado. El Mc Queen perdió toda la iluminación. Por unos instantes, todo se quedó en silencio, pero el pánico empezó a hacerse notar y la gente caminaba de un lado a otro sin saber a dónde ir. No se explicaban por qué sucedía aquello en un barco tan lujoso. El capitán del crucero informó que se encontraban navegando por el triángulo de las Bermudas, y para nadie era un secreto que existían muchas historias terribles, seguramente la mayoría habría escuchado alguna vez.
En esa zona, han desaparecido aproximadamente 50 barcos y 20 aviones sin aparente explicación lógica. Las naves de la marina desaparecieron en ese entonces, y los 5 aviones jamás fueron encontrados.
— Recuerdo aquel vuelo que llamaban el famoso “Vuelo 19” en 1945. – exclamó un invitado.
— Sí, qué lamentable. Pero a nosotros no nos pasará nada, aunque se dice que hay acumulación de gases que provienen de los volcanes marinos. El otro misterio son los alienígenas, según, tienen bases en el fondo del mar – espetó otro.
La iluminación se restableció poco después de que los invitados dialogaran entre ellos mismos, venciendo el miedo, tal vez, con argumentos científicos y teorías. El peligro había pasado.
Pamela muy asustada, por los nervios, llevó la mano a su torso y al darse cuenta que ya no tenía el collar se acercó a Edward.
En la comisaría el oficial Thompson, hacía las preguntas pertinentes a Pamela, ella solo se limitaba a contestar.—Señora Pamela, ¿cuánto tiempo lleva conociendo a su esposo?—Toda una vida… veinte años de casados.—Es bastante tiempo, el suficiente para saber todo de él, ¿no es cierto?—Supongo que sí, diga ¿qué desea saber?—Su esposo tenía algunos enemigos, uno en particular.—No, él nunca tuvo enemigos, no que yo supiera, jamás lo vi metido en problemas hasta aquella vez. Usted conoce el caso.—Lo sé, señora, pero ¿cómo se llevaba su esposo con las amistades, los trabajadores? ¿Le conoció usted alguna amante?—Sí, no hace mucho tuvimos un problema personal, él se fue de la casa, tuvimos una fuerte discusión, me confesó tener una amante.—¿Cómo se llama esa amante?—Camila Foster.—¿Esa no es la misma mujer que visitamos, mi colega y yo, a su departamento? ¿La esposa del señor Ascanio Serutti?—La misma, oficial, ella tuvo una aventura con mi esposo, pero yo lo había perdonado y re
Pamela esperó a Dolores. Al llegar, la abrazó como si presintiera algo malo. Ella ha tenido siempre ese tipo de premoniciones, teme a los sueños, a lo que siente, a veces piensa que está sumergida en un sueño y que nada de estas angustias y problemas están pasando. Se aferra a no pensar que a su esposo pudo haberle pasado algo malo. Sabe que ese hombre anda suelto por ahí, que puede aparecer y acabar con todo y todos.—Señora le preparé un té de toronjil, para esos nervios, tranquilícese, le sugiero mi señora Pamela que se lo tome completamente, verá que se sentirá mucho mejor.—Eso espero Lola, la angustia no me deja, perdoné a Edward por el amor que siento por él, y no quiero pensar en sus andanzas.—Señora, no piense nada de eso, él está muy contento por el regreso a casa junto con las niñas, no se angustie más, ¿por qué no descansa un rato? de pronto, vuelve más tarde—reintegró Dolores la propuesta.Amaneció muy de prisa, Pamela bajó peor que como la dejó Dolores la noche anterior
Al regresar del almuerzo, el señor Long, se dispone a preguntarle a su asistente ciertas cosas que lo están inquietando, él piensa en las respuestas que podría darle, pero está preparado para darle una buena respuesta.—Señorita Caroline, la estaba esperando, ¿cómo estuvo su almuerzo?—Bastante bien señor, ¿el suyo?—¡Delicioso! En el hotel preparan unos exquisitos platos, no puedo quejarme.—¿Se está quedando en un hotel Sr.?—Sí, tengo tiempo viviendo en ese hotel desde que salí de casa, ¡ah! Estoy por volver, quería contárselo.—¡Vaya, eso si es noticia! Creí que vivía en otro sitio.—¡Pues fíjese que no! Está muy mal informada señorita Carol, ¿me gustaría hacerle una pregunta si es posible?—Pregunte con confianza, que quiere saber, le contestaré si está a mi alcance.—¿Dígame algo? ¿Por qué mintió con respecto a la pastilla? Ni fue a la farmacia, ni pasó por la sala de primeros auxilios, ¿qué tiene que decir al respecto?La asistente de Edward se quedó muda por un momento, no sab
Pasaron los días, Edward, continuó viendo a sus hijas sin problemas, se quedaba a comer a disfrutar de la piscina, no tenía hora para entrar y salir. Pamela le gustaba ver felices a sus hijas, los momentos que pasaron fueron inolvidables, poco a poco se les iba olvidando a los esposos la separación.Mientras tanto, en la posada, Camila solía reprocharle a Edward todo lo que hacía y dejaba de hacer Ed, ya estaba cansada de ver a su hombre estar día y noche metido en la mansión de su mujer, siempre con el cuento de las hijas. Desde que pasó todo ese desorden sentimental, Camila y Pamela no se ha dicho palabra alguna.El enfrentamiento entre ellas, lo han evitado para no caer en malos entendidos, mucho menos enfrentamientos de mal gusto. Camila ha tratado de llamarla, pero Pam no contesta, no se prestará para semejante bochorno, ella sabe que Edward la ama y que jamás lo hará.Edward se encuentra entre la espada y la pared, su vida compartida no le ha resultado muy fácil, desea estar co
Por un momento sus pensamientos se fueron lejos, cuando por primera vez se entregó a él, no era el mismo hombre, porque en las cartas, notas de voz, imágenes desde el PC, se veía diferente, entonces es de unos días para acá que ese muchacho no la está pasando muy bien que digamos.—Holaaa… Padres, ¿cómo están, se ven muy bien? Hermanita, ¡ven, abrázame! ¡Estás hermosa! ¡Los extrañé tanto!—Hola hermana, nosotros muchísimo más… ¡No imaginas cuánto!—Ven hija, estás radiante, ¡has cambiado mucho!—Sí, padre, mucho, los amo, mami, te noto un poco callada, ¿no te alegra verme?—Hija de mi alma, ¿cómo puedes decir eso? Si te he extrañado cómo a nadie en el mundo, es solo que tengo una profunda tristeza que no puedo disimular, se me hace muy difícil.—¿Madre que pasa?—Tranquila hijita desde que te marchaste a estudiar afuera, las cosas han cambiado mi amor, ya te contaremos, ahora regresemos a casa.—Esperen un momento, si quieren pueden esperarme afuera, necesito unos minutos.Al ver a Ol
Esa tarde las cosas marchaban normales, el señor Long había salido a almorzar y no había regresado, ya su asistente estaba allí, haciendo su trabajo, repicó el teléfono de la oficina de Edward, ella enseguida contestó.—Aló, buenas tardes, le habla la señorita Ricks, ¿quién habla?—Buenas, soy un amigo del señor Long, se encuentra por favor.—El señor Long, no se encuentra, ¿desea dejarle alguna razón?—No, no se preocupe, lo llamaré luego.—¡Espere un momento! Su voz me es conocida, ¿es usted el esposo de la señora Foster? Tengo cosas que hablar con usted.—Sí, lo soy usted decirme ¿qué? ¡Sobre mi esposa Camila!—Sé que está oculto, pero necesito decirle algo muy importante, tiene cómo anotar, le daré mi número del celular, llame y hablaremos… ¡Usted sabe quién soy!—Muy bien, puede esperar mi llamada en cualquier momento, espero que no me haga perder mi tiempo.—Le agradecería no decir nada con respecto a esta llamada, por favor, creo en su palabra, sea discreto lo que debo decirle
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