IV

La Realidad de Míchigan

Michigan, 4:00 pm

La cabeza me seguía dando vueltas, no por el viaje o la campaña, sino por lo que había pasado el día anterior. La imagen de Mary sosteniendo el teléfono, ese nombre en la pantalla, Max , se repetía en mi mente. No sabía si ella volvería a hablar con él, si la conversación había terminado en reconciliación o en una de esas treguas temporales que preceden a otra discusión. Para ser sincero, ella nunca había terminado su relación con él del todo, a pesar de las constantes idas y venidas. Sabía, con una punzada en el pecho, que yo los había presentado en aquellos últimos días de universidad. Max se me había adelantado entonces, con su encanto fácil y su despreocupación, y había comenzado a conquistar a Mary. Siendo honestos, yo no quería que aquello sucediera, pero me quedé en la barrera, observando.

Veía cómo habían comenzado lo que parecía una bonita relación, a pesar de que siempre existieron dos sombras que se cernían sobre ellos. Una era Alex , la mejor amiga de Max, que, al igual que él, estudiaba fotografía. Era la típica niña enfermiza que se aprovechaba de aquella dicha enfermedad para manipular a Max, y él, como un cachorro leal, iba detrás de ella, sin cuestionar, siempre dispuesto a correr a su lado. Y por otro lado estaba yo... el idiota. El idiota que estaba enamorado de Mary desde el segundo año de la universidad, que no sabía cómo enfrentar esos sentimientos, ni cómo competir con un fantasma (Alex) y con un rival que, irónicamente, era mi amigo.

__¡Candidato!__ La voz de Roy me sacó de mis pensamientos.

__Mmm__ musité, apenas consciente de mi entorno.

__Estamos a punto de salir__me informó, su tono urgente.

Asentí, enderezándome. Arreglé la corbata de mi impecable traje blanco y me alisó el cabello, que seguramente estaba un tanto desordenado por mi divagación. Suspiré, tomé aire, y peiné bien mi cabello, componiendo mi mejor sonrisa, esa que era parte de mi armadura pública. Salí a la entrevista en vivo. No era un foro de televisión tradicional, sino más bien un espacio público en un parque, donde todos podían ir a vernos, sentir la energía de la campaña. La entrevistadora, Vivian , una rubia alta y esbelta que mantenía una sonrisa reluciente, me dio la bienvenida.

__Es un placer para mí tenerlo aquí, candidato Smith__dijo su voz melodiosa.

__El gran placer es mío, Vivian__respondió con la misma formalidad.

__Bueno, dejándonos de tantos saludos y formalidades, entremos directo a esto. El pueblo tiene dudas, y la más importante es la siguiente: ¿el partido está separado?__ su pregunta era directa, sin rodeos.

Ladeé la cabeza con una sonrisa confiada, una que ya había practicado mil veces.

__El partido no está dividido, Vivian, a pesar de lo que todos creen. Esa es una narrativa que busca desacreditarnos. Nuestra unidad es fuerte en nuestros ideales.

__¿Entonces, por qué toda esta campaña, que muchos catalogarían como un show mediático?__ insistió, con un dejo de escepticismo profesional.

__Simple__ respondí, mi voz resonando con claridad__Como todos saben, se elige un candidato mediante votos para ser la cara del partido, para representarnos en la contienda nacional. La lucha interna, aunque amistosa en sus bases, es fuerte, porque la contrincante, Mary García , es una de los mejores oponentes que he visto en toda mi vida. Su intelecto, su pasión, su compromiso... solo por eso, la lucha se volvió tan intensa. Llegamos hasta un punto en el que quedamos empatados, y la mejor y más clara opción fue devolver el poder a la gente. Que los ciudadanos elijan al mejor candidato para ellos, al que mejor los represente, al que realmente encarna sus esperanzas y aspiraciones. Es la democracia en su forma más pura.

Los aplausos se desbordaron, un estruendo que llenó el espacio. Todos aplaudían como si hubiera dicho algo tan grande, la cura a una enfermedad o algo por el estilo. Me sentí en mi elemento. Al final de la entrevista, Vivian se acercó a mí, con una sonrisa más íntima.

__Candidato__ dijo, con una voz más baja.

__¿Sí?__respondió mirándola a los ojos.

__¿Qué le parece si tenemos una cena? Aún tengo muchas preguntas que no pude hacer en vivo__ sugirió, y su mirada era inequívoca.

Le di una sonrisa a Vivian antes de hablar.

__Lo pensaré.

Ella molesta, un brillo en sus ojos, y luego se marchó, dejándome entre la multitud que todavía me ovacionaba.

De repente, entre la multitud, un ramo de rosas rojas, con destellos de brillos, se asomó, moviéndose torpemente. La persona que lo llevaba parecía que iba a caerse en cualquier momento. Mis ojos se posaron en los zapatos que asomaban bajo la masa de flores: unos botines de tacón, familiares.

__¿Qué hace un conejo con tantas flores?__ dije, mi voz teñida de asombro y una punzada de algo más.

__Si sabes que soy yo, tómala__respondió su voz, un poco amortiguada por las rosas.

Extendí la mano y tomé el ramo, que era enorme.

__¿Qué haces aquí?

__Pues ser igual de humanitaria que tú, pero veo que te esperan__dijo, señalando con la cabeza a Vivian, que ya se había alejado, pero miraba de reojo.

__Ella es la periodista que hizo la entrevista, nada más__aclaró, sintiendo la necesidad de justificarme, lo cual era absurdo__De mal pensar, conejo. Y mejor dime a qué restaurante me llevarás.

__Apenas son las seis, cálmate__ respondió ella, con una sonrisa.

Mi sorpresa por su presencia en Míchigan era inmensa. Después de la llamada de Max, no había esperado volver a verla tan pronto, y mucho menos que ella viniera a mi evento. Me la llevé a un restaurante discreto que Roy había sugerido como una opción para cenas de "bajo perfil", justo lo que necesitábamos en ese momento. Era un lugar con poca luz, mesas íntimas y un ambiente tranquilo que ofrecía un refugio del circo de la campaña.

Nos sentamos en una esquina, y pedimos la cena. La conversación, al principio, giró en torno a la entrevista. Mary me felicitó por mi desempeño, y yo le devolví el cumplido por su habilidad para manejar la presión. Pero pronto, el tema inevitablemente cambió.

__Sobre la llamada de ayer... ___ comenzó Mary, su voz bajando a un susurro. Me tenso__Era Max. Estaba... bueno, estaba preocupado porque no me encontré en la fiesta. Dijo que Alex tuvo un accidente menor y que tuvo que ir a verla.

La ira sorda que había sentido el día anterior regresó con fuerza. Contuve un suspiro.

__¿Accidente menor? ¿Y eso justificaba dejarte plantada en una ciudad como Nueva York, sin un mensaje?"

Mary tocó con su servilleta.

__No es tan simple, Ethan. Alex... ella siempre ha sido dependiente de él. Y él siempre ha sido muy protector".

__Sí, lo sé__ dije, mi voz más dura de lo que pretendía__Yo los presenté, ¿recuerdas? Y también recuerdo que Alex siempre encontró una forma de necesitarlo justo cuando él estaba contigo. ¿No te cansa, Mary? ¿No te cansas de ser la segunda opción, de que su 'mejor amiga' siempre tiene prioridad?

Ella levantó la vista, sus ojos azules, generalmente tan fuertes, mostrando una vulnerabilidad que rara vez se permitía.

__No es justo que digas eso.

__¿No es justo?__repliqué, la frustración desbordándose. "Llevo años viendo esto. Él te da larga, te deja en segundo plano, y tú siempre lo perdonas. ¡Ni siguiera se aparecion en tu hotel después de dejarte sola en una fiesta! ¿Y ahora te llama para hablar de Alex? ¿En serio, Mary? ¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?"

La atmósfera en la mesa se volvió pesada, la tenue luz del restaurante parecía acentuar la tensión entre nosotros. Mary me miró fijamente, con el rostro enrojecido.

__Tú no entiendes...__comenzó, pero la interrumpí.

__Claro que entiendo. Entiendo que mereces más. Entiendo que mereces a alguien que te ponga primero, siempre. No a alguien que te tenga como un 'por si acaso' mientras corre detrás de la primera persona que lo necesita. Y mucho menos si esa persona es su 'mejor amiga' manipuladora__ solté, mi voz con un arrebato de pasión que no pude contener__Mary, ¿por qué sigues con él?

Un silencio cargado llenó el espacio entre nosotros. La expresión de Mary era una mezcla de shock, enojo y, quizás, una punzada de reconocimiento. Nuestros ojos estaban fijos el uno en el otro, las barreras que habíamos mantenido levantadas durante años comenzando a resquebrajarse.

El impulso me dominó. Quizás fue la frustración, la cena, la cercanía, la oportunidad que sentí que se me escapaba de las manos. Lentamente, me incliné sobre la mesa. Mary no se movió. Sus ojos se abrieron ligeramente, pero no se apartó. Mi mano se extendió, mis dedos rozaron su mejilla. Su piel estaba cálida bajo mi toque.

Y entonces, la besé.

Fue un beso suave al principio, tentativo, una pregunta tácita. Luego, sus labios se movieron bajo los míos, respondiendo. El beso se hizo más profundo, más urgente, una liberación de toda la tensión y los sentimientos no expresados ​​que se han acumulado entre nosotros durante años. El sabor de sus labios, la suavidad de su piel bajo mi mano, todo era abrumador. En ese momento, no había campaña, no había rivalidad, no había Max ni Alex. Solo Mary y yo. El "Halcón" y el "Conejo", finalmente, sin apodos, sin máscaras.

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