Mundo ficciónIniciar sesiónLa vida de Maia ya era bastante complicada. Con apenas 22 años, ya había sido abandonada por su compañero, teniendo que cuidar sola de una hija con un problema de salud, trabajar en un empleo que más parecía un infierno y hacerse cargo de muchos gastos por su cuenta. Pensando que las cosas no podrían empeorar, ella termina sufriendo un accidente y chocando su bicicleta contra un coche de lujo, que pertenece a Théo Campos, un empresario egocéntrico, capaz de hacer cualquier cosa solo para tener todo lo que desea…
Leer másLa lluvia intensa que caía del cielo no impedía que una mujer anduviera por la calle en bicicleta. Incluso completamente empapada, Maia pedaleaba rápidamente. Sabía que estaba retrasada para el trabajo y que eso sería una mala señal, ya que trabajaba en la casa de una familia donde la patrona era extremadamente exigente y descontaba cada centavo por su retraso. Además, decía una serie de tonterías sin tener noción de lo que ella pasaba todos los días.
Maia era una mujer de 22 años que enfrentaba el fin de una relación. Su marido, que al principio fingía amarla mucho, la abandonó un año después de que su hija, Lis, naciera. Él vivía diciendo que, después de que la bebé nació, Maia comenzó a descuidarse y que ya no tenía tiempo para él. También reclamaba que la casa estaba siempre desordenada y que la bebé no dejaba de llorar.
Su marido se fue de casa repentinamente y Maia tuvo que arreglárselas para ganar dinero, pues mantenerse con una niña no era nada fácil. Por no conseguir ayuda de alguien para cuidar de la bebé, comenzó a vender dulces en la calle con la niña en brazos, pero surgieron muchos problemas: cuentas atrasadas, orden de desalojo, el marido que no pagaba la pensión y la enfermedad de la pequeña Lis.
La niña nació con una cardiopatía, que solo fue descubierta después de que cumpliera un año; por lo tanto, necesitaba cuidados especiales. Incluso consiguiendo ayuda financiera del gobierno, Maia tenía muchos gastos.
Cuando Lis cumplió dos años, Maia consiguió una vacante en una guardería de tiempo completo. Entonces consiguió un empleo fijo en la casa de Solange Ferraz, su actual patrona. Una abogada malhumorada que hacía de todo para convertir su día en un infierno. El empleo era una pesadilla, pero como necesitaba el dinero, aguantaba todo en silencio.
Mientras pedaleaba, las lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia. Lloraba recordando que ese día su hija no había despertado sintiéndose bien. Además de enfrentar la lluvia, dejarla en la guardería fue una tortura.—¡Está retrasada! —Al abrir el portón de la casa de la patrona, ya la escuchó decir.
—Disculpe, señora Solange, es que la lluvia estaba muy fuerte y estaba esperando que pasara un poco para dejar a mi hija en la guardería.
—Cuántas excusas baratas, cada vez que llega tarde me inventa una historia diferente, siempre usando a la niña como excusa. ¿Y qué tiene si su hija se moja un poco?
—La señora sabe que mi hija tiene la inmunidad muy baja, puede enfermarse por cualquier cosita.
—Ella es así porque usted la protege demasiado; deje que la niña cree inmunidad bajo la lluvia, que coma tierra, que corra. Que haga cosas que todo niño hace.
—Ella no puede esforzarse mucho debido al corazón y…
—¡Ay, basta! —La interrumpió—. Por su retraso de hoy, también terminé atrasándome para ir a la manicura; ahora tendré que reagendar otro horario. Sabe que eso será descontado, ¿cierto? —preguntó. —Ahora vaya a hacer su trabajo. Empiece limpiando mi despacho. Hoy está difícil salir de casa debido a la lluvia, por eso trabajaré aquí.
Maia tragó en seco para no responderle a Solange. Si ella pensaba que era malo salir de casa en un carro, no imaginaba cómo sería en bicicleta, aún más con una niña enferma.
Sabía que, con la presencia de aquella mujer en casa, su día sería solo sufrimiento. Aun así, no se dejó abatir, pues necesitaba el dinero para pagar el alquiler y las cuentas que estaban atrasadas.
[…]
A las dos de la tarde, su teléfono sonó. Al ver que era el número de la guardería, su corazón se apretó de inmediato.
—Aló.
—Buenas tardes, Maia, aquí es Benedita, la directora de la guardería. Estoy llamando para avisarle que Lis se sintió mal y tuvimos que llamar a una ambulancia que la llevó al hospital. Una de nuestras auxiliares la está acompañando, pero necesito que vaya inmediatamente para allá, ya que usted es la responsable de la niña.
—¿Qué ocurrió? ¿Por qué fue necesario llamar a la ambulancia? —preguntó preocupada.
—Lis se desmayó después del horario del almuerzo. Intentamos reanimarla, pero no despertaba. Los médicos la atendieron aquí, pero dijeron que debían llevarla.
—Voy inmediatamente, muchas gracias por todo. —Colgó el teléfono.
Dejando todas las cosas que estaba haciendo, golpeó la puerta del despacho de la patrona, desesperada.
—Entre. —Escuchó a la mujer decir del otro lado de la puerta.
—Señora Solange, acaban de llamarme de la guardería y dijeron que mi hija se sintió mal y la llevaron al hospital. Voy para allá ahora, ¿sería posible que la señora me prestara el dinero del taxi? Es que desde aquí hasta el hospital es muy lejos para ir en bicicleta y no tengo el valor del taxi en mi bolso.
—Usted llega tarde y ahora quiere salir fuera del horario. ¡Esto se está volviendo un desorden, Maia! No fue para eso que la contraté. Usted parecía tan dedicada y comprometida con el trabajo y ahora quiere llegar y salir cuando quiere.
—Es una emergencia, señora, mi hija se sintió mal.
—¿Y acaso usted es médica? ¿De qué sirve ir para allá ahora?
—Necesito acompañar a mi hija, ¡ella solo tiene dos años! —dijo alterada, sin creer en lo que acababa de escuchar.
—Ella debe estar siendo acompañada por alguien de la guardería, ya que esa persona no puede dejarla sola. Así que aproveche esa oportunidad para terminar su servicio lo más rápido posible.
—¿Qué tipo de ser humano es usted? —preguntó nerviosa.
—¿Cómo osa cuestionar quién soy? ¡Usted es la equivocada y quiere culparme!
—Mi hija aún es una bebé y la señora quiere que yo la deje allí con cualquier persona, ¿como si no tuviera madre?
—¿Y acaso solo la tiene a usted en el mundo? Llame al padre para que vaya en su lugar y se quede hasta que termine su horario.
—Ya le dije una vez que el padre de Lis no es un padre presente.
—¿Y qué culpa tengo yo de que usted abriera las piernas para cualquiera? ¿Ahora debo responsabilizarme por sus errores? No voy a darle ningún dinero, y puede estar segura de una cosa: si usted sale de aquí antes del horario, ¡puede estar segura de que será despedida! —gritó.
—La señora no tiene derecho de decir esas cosas sobre mí, no sabe mi historia para juzgarme así. No me haga elegir entre el empleo y mi hija, porque ella siempre será mi prioridad. ¡Y si quiere despedirme, hágalo! ¡Me voy!
Maia salió de allí llorando de nerviosa. Tomó su bicicleta y comenzó a pedalear hasta el hospital, que quedaba del otro lado de la ciudad. No sabía en qué condición de salud su hija se encontraba y eso le apretaba el corazón.
Además, sabía que ya no tendría empleo fijo ni tenía certeza de que su patrona pagaría los días trabajados ese mes. El padre de Lis no contestaba el teléfono y tampoco depositaba la pensión hacía más de cinco meses.
Las cosas iban mal.
Mientras atravesaba una avenida grande, no percibió que el semáforo estaba en rojo y terminó pasando directo, siendo alcanzada por un carro que pasaba en ese momento. Su suerte fue ser arrojada lejos de la bicicleta, que fue aplastada por el auto.
El conductor paró el vehículo en el arcén y, desde dentro, salió un hombre alto, de traje, con una cara muy seria, caminando en su dirección.
—¿Qué m****a fue esa? —preguntó el hombre nervioso, con voz estridente.
Saliendo de allí, caminaron para comer en otro lugar.Mientras caminaban, Maia cuestionó al marido.—¿Por acaso vas a contarle a tu abuelo lo que pasó ahí ahora?—Claro, él con certeza va a querer hacerle una visitita a su vieja amiga.—Para con eso, Théo, tu abuelo ya parece tener problemas de más, déjalo en paz. Por la forma en que estaba Lilian, parece estar sufriendo por todo lo que hizo. ¿Crees que es fácil trabajar con un jefe que está encima de ti todo el tiempo, esperando solo una falla para mandarte directo a la calle?—Sé que no es fácil y no estoy menospreciando eso. —Replicó.—Vamos a dejar eso de lado, ¿por favor? —pidió, abrazándolo y dándole un beso.—Tú haces eso porque sabes que yo no resisto a la forma en que pides las cosas. —Rió. —Está bien, no voy a decir nada, pero necesito enseñarte algunas cosas sobre el mundo. En ciertas ocasiones, es necesario vengarse de otras personas cuando se tiene la oportunidad.—Gracias por la lección, pero creo que la gente mala cae s
Théo miró a su esposa sin entender por qué había hecho aquella invitación. No era porque había perdonado al abuelo que significaba que lo quería cerca otra vez.A veces, el perdón significaba eso, estar en paz con nosotros mismos, dejando de cargar un rencor que solo nos perjudica. Sin embargo, dejando muy claro que mantendría una distancia, impidiendo que la persona tuviera la oportunidad de herir de nuevo.—Vamos a pensar en eso con más calma después. Acabamos de llegar y tú necesitas descansar; es mejor que vayamos al hotel ahora mismo. —Habló, intentando no parecer grosero.—Está bien, después podemos hablar sobre eso. —dijo ella.Al percibir que su marido no había quedado muy contento con la conversación, terminó sintiéndose un poco precipitada al hacer una invitación antes de consultarlo primero.—Voy a pedir que preparen el cuarto de ustedes, mientras alguien irá a buscar sus maletas. —Dijo Joaquim.—No es necesario. —Théo lo interrumpió. —Esta noche la pasaremos en el hotel; s
Sentados de vuelta y observando al señor Joaquim, la pareja decidió que escucharían lo que el hombre tenía que decir.—Desde la última vez que tuvimos nuestra conversación, pensé que deberíamos haber llegado a un acuerdo antes de volver aquí. —Joaquim comenzó. —Durante todo este tiempo que estuve aquí, consideré volver y buscarlos otra vez, pero la verdad es que sentí mucha vergüenza de todo lo que pasó.—¡Claro que era para sentir vergüenza! —exclamó Théo.Maia vio que su marido se estaba alterando, entonces tocó su mano suavemente, pidiéndole con la mirada que escuchara al abuelo antes de cualquier cosa.—No sé qué me pasó para llegar a tal punto, estuve tan ciego que ya no pensé en nada, ni en tu vida ni en tus sentimientos, solo quería que hicieras lo que te ordené, creyendo que serías una marioneta en mis manos. Lo siento mucho, Théo, de verdad lo siento, y quiero que sepas que, si pudiera volver en el tiempo, jamás habría interferido en tu vida como lo hice.—Si realmente lo sie
Ocho meses después de casarse, Maia decidió inscribir a Lis en una guardería, donde su hija se socializaría con otros niños. Entonces, empezó a sentirse sola en casa, queriendo hacer algo para ocupar su tiempo, ya que trabajar fuera de casa estaba fuera de cuestión en ese momento, aún más cuando descubrió el nuevo embarazo.—Ya te dije que no quiero que te esfuerces mucho, no hay necesidad de eso; no olvides que estás embarazada.—Pero el embarazo nunca fue una enfermedad y el médico dijo que mi gestación no es de ningún riesgo.—No me importa, quiero que descanses y te mantengas saludable.—Pero ya no soporto quedarme dentro de esta casa todo el día.—Mira, no puedo aceptar la idea de que trabajes fuera.—Pero no quiero aprovecharme de ti. —Dijo ella, con miedo de que él pensara que se estaba aprovechando de su situación financiera.—¿Y desde cuándo te aprovechas de mí? Te di una tarjeta para que hagas lo que quieras y, cuando llega la factura, parece que no la usas.La pareja conver
Cuando entró en el avión, Maia parecía una niña de tan eufórica que estaba; ni Lis parecía tan animada como ella.—No puedo creer que vamos a viajar, Lis y yo nunca paseamos fuera de la ciudad, estoy tan emocionada.—Te aseguro que te encantará el lugar, es muy tranquilo y no hay muchas personas cerca, serán unos días solo de paz y tranquilidad.—No tengo palabras para expresar lo emocionada que estoy.Théo abrazó a su esposa; ella tampoco imaginaba lo animado que él estaba. Sería la primera vez que saldrían como una pareja de verdad. Llegaron por la noche a la casa de campo y todo ya estaba preparado para su estadía allí. Lis y Júlia dormirían en un cuarto, mientras Théo y Maia se quedarían en una de las suites de la casa, que tenía vista a un río que pasaba a unos metros, en el fondo del terreno.—Aquí de día parece el paraíso. —Él dijo, mientras se preparaba para acostarse.—Ya quiero explorar todo este lugar.—No te preocupes por eso, tendrás mucho tiempo para conocerlo todo, pero
Cuando salió de casa por la mañana, Théo fue directo a la empresa. Ya que el abuelo había decidido que lo sacaría de la presidencia, había convocado una reunión con todos los accionistas. Aunque no quisiera ir, debía estar allí, ya que era uno de ellos.Ya no estaba preocupado por si continuaría siendo el CEO o no; las acciones e inversiones que poseía podrían proporcionarle, por el resto de su vida, una buena calidad de vida. Cuando entró en su oficina, se encontró de frente con su abuelo. Joaquim Campos ya lo esperaba desde hacía mucho tiempo dentro de aquella sala.—Pensé que no vendrías. —Dijo al nieto.—Estaba ocupado. —Théo explicó.—¿Cómo quieres seguir en la dirección de una empresa si no cumples con tus compromisos? —preguntó.—¿Y quién dijo si quiero o no? —Lo interrumpió. —Durante ocho años honré este compromiso, llegando antes que todos y saliendo de aquí a veces hasta de madrugada, sin contar los días en que llegué a dormir en esta oficina. ¿De verdad vas a medir mi capac
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