Casi todas las mujeres encontraban irresistible a Jye , pero para Steff para ella Jye siempre seria el chico con el que habia crecido, quien habia compartidosus mejores y peores momentos desde que se hicieron mejores amigos . El era sexy, estupendo, pero nada más. Y Jye sentía mucho cariño por Steff... ¡aunque a menudo criticaba su desastrosa manera de cocinar y su aún más desastrosa vida amorosa! Era una mujer imposible, perosabia que cuando la necesitara hay estaria ella como su respaldo y cuando hizo falta que su mejor amiga se convirtera en una esposa falsa para asegurarse un trato de negocios. Sin embargo, fingir estar casados significaba compartir un dormitorio... ¡y descubrir una atracción sexual que no era nada fingida! ¿Podian llegar a ser algo mas o dejarse llevar por el momento detruiria su amistad de años?
Leer másLa puerta del despacho de Jye se abrió con tanta violencia que éste creyó que en la estancia iba a irrumpir un equipo de bomberos; pero quien entró fue una peliroja de un metro sesenta de altura enfundada en un traje amarillo canario.
—Buenos días, Steff —saludó, dejando el informe que había estado leyendo—. Lorenzo me dijo que habías vuelto...—¡Él lo sabía! —respondió a modo de saludo.«Oh, oh», pensó Jye, que habría preferido a los bomberos. Stephanie furiosa no era algo a lo que un hombre debiera enfrentarse sin al menos un whisky en el estómago y otro en la mano, omejor la botella viendo como se comportaba su amiga. El modo en que podía oscilar de la volatilidad a la vulnerabilidad era capaz de dejar a una persona en un desequilibrio emocional constante y el no era la excepcion, llevaba conociendo a la peliroja desde que era un crio.Al principio penso que era mona con sus pecasy sus dos trenzas pero con solo un dia de conocerse ya su opinion habia cambiado drasticamente, ella era peor que un volcan cuando estaba furiosa y tan tierna como un conejito cuando estab tranquila. —¿Puedes creerlo? —demandó ella—. ¡Sabía en todo momento que estaba casado! ¡Quiero decir, lo sabía y no dijo ni una sola palabra! ¡Oh, Dios! ¡Estoy tan enfadada que podría arrancarle el corazón! No estaba preparada para que me lo soltara de esa manera. Incluso ahora me cuesta creer lo sucedido, y...—Stephanie —interrumpió, sabiendo que si no la cortaba en ese momento podría divagar durante una hora sin que él se enterara de nada—. ¿De qué estás hablando? ¿Quién lo sabía?—El padrino, por supuesto —fue de un lado a otro sin dejar de pasarse la mano por su corto pelo—. ¡Ha sabido en todo momento que estaba casado y yo ni siquiera me enteré hasta ayer por la noche! Así... —chasqueó los dedos—. ¡Se levanta y se casa sin decir una palabra!Cualquiera que no conociera a Dominic habría pensado que la evidente irritación de su ahijada al descubrir que ella era la última en enterarse de su matrimonio era comprensible. Pero Jye conocía a Dominic. También era su tutor y lo había criado desde los diez años. Lo cual habría sido reto más que suficiente para cualquier soltero, sin los quebraderos de cabeza adicionales de educar a la airada y gesticulante peliroja que no paraba de moverse en el despacho de Jye.—Quiero decir, ¿puedes creértelo? —repitió. Jye no podía. La idea de que Dominic, de setenta y dos años, se hubiera casado sin mencionárselo a ninguno de los dos resultaba incomprensible. No, imposible; incomprensible era Stephanie.—¡Maldita sea, Jye! —bufó—. ¿Es que no vas a decir nada? No me vendría mal un poco de simpatía.—Lo siento —murmuró, luchando por contener una sonrisa—. Te prometo que te brindaré toda mi simpatía si te calmas y me cuentas de qué demonios estás hablando.—¡Hablo de Brad ! —su tono y su mirada impaciente indicaron que el nombredebería significar algo para él.—Brad... Brad... —el nombre resultaba vagamente familiar, pero...— ¡Ah! ¿Te refieres al tipo que Dominic ascendió a Sud Director de Diseño hace más o menos una semana?Un suspiro sonoro y un gesto de ella confirmaron que había identificado al hombre. Jye apenas iba por el departamento de diseño, y en las raras ocasiones en que tenía que tratar con él lo hacía a través del director, pero Brad y él aún no habían necesitado ponerse en contacto.—¿Y? —instó cuando Steff no añadió nada más—. ¿Qué pasa con él?—Te lo acabo de decir —espetó—. Se casó.—Entonces es él quien necesita mi simpatía, no tú —ese comentario por lo general habría provocado uno de los discursos a favor del matrimonio de Steff; pero lo único que consiguió fue que frunciera los labios y parpadeara con vehemencia—. ¿Steff? ¿Qué pasa?—¡Se casó con Kat!—Hmmm... ¿su secretaria? —Jye tuvo que volver a esforzarse por darle una cara al nombre.—¡Sí! —exclamó antes de menear otra vez la cabeza—. Todo es una locura. Quiero decir, ¿puedes creerte que de verdad se casara con ella?—Bueno, ella siempre me dio la impresión de ser más el tipo de persona orientada hacia su carrera que la amante de un ejecutivo —ofreció, ya que estaba claro que Stephanie quería su opinión—. Pero es atractiva, así...—¡Jye! —le lanzó una mirada de «¿eres un completo imbécil?»— ¡Sólo se casaron para que Brad pudiera conseguir el ascenso! —el tono rebosaba desaprobación e indignación—. Es lo que se conoce como matrimonio de conveniencia.—Un matrimonio de conveniencia... —Jye rió—. Esa sí que es una tontería.—¡El único tonto eres tú! —replicó, antes de musitar lo que podría haber sido una disculpa y respirar hondo para calmarse—. Por si no te has dado cuenta, este asunto no me parece gracioso.—Es evidente. Pero desde donde estoy yo, siempre y cuando no sea mi boda, pequeña, no me parece el fin del mundo.—¡No lo entiendes! —en esa ocasión se pasó las dos manos por el pelo, revolviéndolo por completo—. ¡Jye, no se aman! ¡Toda la situación es un desastre!La peliroja era una romántica incurable y, por ende, sus emociones y reacciones siempre resultaban más extremas que razonables, aunque a Jye le sorprendió la pasión con la que reaccionaba ante el matrimonio de dos empleados de la empresa.—No sabía que tú y esa tal Kat fuerais tan amigas.—Bueno, lo éramos. Lo somos. ¡Oh, no lo sé! —respiró hondo y suspiró—. Sólo llegamos a conocernos cuando quise que alguien trazara algunos planos para mejorar mi cocina...Hizo falta toda la voluntad de Jye para que no estallara en una carcajada. La única mejora útil que Steff podía hacer en su cocina era forrarla con plomo y donarla al gobierno como contenedor para residuos nucleares. El sólo hecho de recordar su reciente intento de hacerle una tarta de cumpleaños y el fue el conejillo de indias que probo el desastroso resultado, bastaba para que se le encogiera el estómago. Ddefinitivamente su mejor amiga tiene muchas cualidades positivas pero la cocina nunca sera una de ellas.—Descubrimos que teníamos mucho en común, y por ello a veces al salir del trabajo salíamos. Nada especial, ir al cine, a cenar o a dar un paseo por la playa, ya sabes. Pero una noche regresamos a mi casa y... bueno, nos sorprendió descubrir que nos atraíamos mutuamente, pero una cosa llevó a la otra y terminamos besándonos y...—¿Qué? —ella se sobresaltó al oír el tono de su voz. Jye no había pretendido gritar, pero... Demonios, no era un puritano, aunque...—¡No me mires así! Besarse es algo perfectamente normal. Tengo veintiséis años y estoy enamorada de él.—¿De él ¿Te refieres a ...?—Sí —lo miró con expresión cansada—. De ese rastrero bastardo, del departamento de diseño. Bueno, como iba diciendo...Jye sintió un profundo alivio. Había mezclado a a su amiga con ese tal Brad solo un segundo en su cerebro y su actitud abierta de vivir y dejar vivir se había visto sacudida.—Oh, Jye... me siento tan confusa.Unos segundos después Jye observaba el pequeño tubo que había en la cómoda de Steff. Ni por asomos era o iba a ser de color azul. Las instrucciones en el test que él había comprado ponían que azul era positivo cuando había un embarazo; si no se modificaba, negativo. Steff lanzó un grito y se soltó de la mano de él. La desesperación que Jye vio en su cara fue como una daga clavada en su corazón. Trato de calmarla de la mejor manera que se le ocurrió. —Steff, está bien —se apresuró a decir—. El color es claro. ¿Lo ves? —alzó la evidencia—. No estás embarazada. Para ello, se tendría que haber puesto azul. —¡Lo sé! —espeto ella. —¿Lo... sabes? Pero... pero estás llorando... no lo entiendo. —¡Claro que no! Como podrías entender eres Jye. Tú nunca quisiste tener hijos; sin embargo, yo quiero ser madre desde que tengo memoria —sollozó—. Quería tanto tener este bebé. —Oh, cariño, tranquila... Eso no significa que no podrás tener hijos en el futuro. Demonios, sólo tienes veinti... —¡No te
Durante toda la noche Jye sólo pensó en una cosa. «No quiero que este sea el final de todo». Sólo porque llevaba reloj supo que la cena con los Mulgan y el trayecto de trasladarlos al aeropuerto para subir al vuelo privado que los llevaría a casa habían durado seis horas; aparte de eso, no habría sido capaz de contar qué había sucedido durante la velada. Sólo fue consciente de Steff, del tono melodioso de su voz y de su risa. La arrebatadora belleza de su cara lo había mantenido hechizado.Pero en ese momento temía apartar la vista del camino para mirarla, por miedo a que hablara. El absoluto silencio que había mantenido desde que se despidieron de los Mulgan tenía una cualidad ominosa.Al girar el coche para entrar en la calle de ella volvió a verse abrumado por una inquietud emocional que no entendía. Necesitaba tiempo para pensar sin distracciones... un tiempo a solas. Pero por primera vez en su vida la idea de quedarse solo lo tenía casi paralizado de terror.Por un lado parecía r
Steff contuvo las lágrimas, el dia anterior ellavio como jye compraba unos libros y revistas que contenian articulos sobre el embarazo y despues de la cena se había enfrascado en la lectura de una revista femenina, sobre el cuidado y consejos sobre la lactacia materna. Al día siguiente debía llegarle el período, y todas las señales indicaban que no se retrasaría. Tenía los pechos más plenos y sensibles, le dolía la cabeza y se sentía completamente desgraciada.—¿Steff? ¿Me has oído...?—Jye, ¿quieres olvidarte de ello por un rato? —gritó—. No estoy embarazada, ¿de acuerdo? Ya te lo he dicho hasta el cansancio —se mordió el labio.—¿Has tenido el período?—Eh... no, todavía no. Pero créeme, lo tendré mañana. Sé reconocer todos los síntomas preliminares —forzó una risa por miedo a que él notara su decepción—. Uno de ellos es mi estado de ánimo irritable. Lo siento, Jye, no pretendía saltar...—¿Mañana? Pero me dijiste que tenía que llegarte hoy.—Quería decir que sería mañana por la
Con manos ansiosas se quitaron la ropa, al tiempo que realizaban apreciaciones de sus respectivos cuerpos y se daban besos apasionados y codiciosos. Pero cayeron sobre lacama de Steff como una sola persona, y la urgencia de su deseo dio paso al placer sensual de la exploración lánguida y pausada. Para Steff fue la experiencia más excitante y espiritual de su vida, y poder acariciar el cuerpo desnudo y musculoso de Jye de pronto se convirtió en el placer más erótico que podía imaginar. Sentir los besos que le daba en las pantorrillas y los pies creó sensaciones emocional y físicamente tan estimulantes que flotó entre las lágrimas de gozo y la realización del clímax. ¿Cómo podía un hombre capaz de semejante ternura no creer en el amor?—Tu piel es como satén líquido —jadeó él mientras con los labios abría un sendero por sus muslos y su ingle hasta llegar al estómago—. Quiero tocar... y probar cada milímetro... —detuvo el tormento de sus besos ardientes y húmedos para alzar la cabeza y
—Nunca pensé en ello —calló unos momentos—. Aunque imagino que debe ser estupendo poder legarle a tu propio hijo algo tan único. Pero no soy machista, así que no me importaría que fuera un niño o una niña. Salvo que, como tú bien has dicho, debe desearlo. Y me gustaría pensar que lo apoyaría sin importar que quisiera seguir mis pasos o hacerse surfista profesional.—¡Es lo mismo que pienso yo! Se supone que los padres deben guiar y apoyar a sus hijos, no empujarlos y limitarlos. Nnosotros crecimos sin nuestros padres pero tuvimos el ejemplo y la guia...—¿Dominic hizo con nosotros eso mismo? Ser una buena guia y ejemplo para los pequeños es lo mejor...—No intencionadamente. Afrontémoslo, Dominic no tenía ni idea de qué hacer con nosotros hasta que terminamos la secundaria. De no haber sido por las excursiones y las vacaciones que le organizaba Flo para nosotros, es probable que, aparte de la escuela, sólo hubiéramos ido a la oficina.—¿Estás diciendo que no fuiste feliz? —preguntó c
Luego se volvió hacia Steff y la abrazó con la efusividad reservada sólo para los cumpleaños y las navidades, plantándole un beso en cada mejilla. Jye jamás había dudado del cariño que sentía Dom por ellos dos, pero las demostraciones habían sido pocas y espaciadas. Lo cual sólo podía significar que su tutor, igual que él, jamás había comprendido el placer que le brindaba a Steff las muestras tangibles de afecto. Pero Jye lo vio en ese momento en los ojos y en la sonrisa de ella, que le iluminó todo el rostro de un modo que le llegó al alma. En ese instante estaba más hermosa que ninguna mujer que hubiera visto jamás. Se sintió extasiado ante la idea de que pudiera llevar a su hijo en su interior. El hijo de ambos. Una personita que los dos habían creado...Los sentimientos que el concepto produjo en él, tanto mental como físicamente, estaban más allá de toda descripción. Lo único que sabía era que Steff podía discutir todo lo que quisiera sobre que un matrimonio de verdad sólo podía
Último capítulo