Cuando entró en el avión, Maia parecía una niña de tan eufórica que estaba; ni Lis parecía tan animada como ella.
—No puedo creer que vamos a viajar, Lis y yo nunca paseamos fuera de la ciudad, estoy tan emocionada.
—Te aseguro que te encantará el lugar, es muy tranquilo y no hay muchas personas cerca, serán unos días solo de paz y tranquilidad.
—No tengo palabras para expresar lo emocionada que estoy.
Théo abrazó a su esposa; ella tampoco imaginaba lo animado que él estaba. Sería la primera vez que saldrían como una pareja de verdad. Llegaron por la noche a la casa de campo y todo ya estaba preparado para su estadía allí. Lis y Júlia dormirían en un cuarto, mientras Théo y Maia se quedarían en una de las suites de la casa, que tenía vista a un río que pasaba a unos metros, en el fondo del terreno.
—Aquí de día parece el paraíso. —Él dijo, mientras se preparaba para acostarse.
—Ya quiero explorar todo este lugar.
—No te preocupes por eso, tendrás mucho tiempo para conocerlo todo, pero