Lianett Vitto se casó por una petición de su padre en el lecho de su muerte. Él, en su último aliento, le pidió al hombre en el que más confiaba que cuidara de su hija y la protegiera con su vida. Barak Poretti, un hombre frío y sin sentimientos, acepta la petición por respeto y para que el hombre se fuera en paz. Ella lo amaba con locura, pero justo cuando se da cuenta de que estaba embarazada del amor de su vida, este le pide el divorcio por pensar que ella le fue infiel y la traición es algo que la mafia no perdona. Pero todo era un error y para cuándo Barak se dio cuenta de todo ya era demasiado tarde. Ella se había escapado con su bebé en su vientre. Seis años más tarde la encuentra tan hermosa como siempre y no duda en llevársela, pero en ese momento ni ella ni sus trillizos lo quieren. ¿Cómo logrará ganarse el corazón roto de su esposa y el de sus terremotos?
Ler maisLa mirada gélida y peligrosa del hombre tensó por completo al recién llegado. Cada bena de su cuello estaba a la vista, mostrando la furia que retenía en su interior, advirtiendo del caos que se avecinaba. Cualquiera que lo viera en ese estado saldría corriendo, pero él no podía, debía darle la noticia a su jefe y solo implorar que no lo matara.
Por su lado, Barak, el más peligroso mafioso de Sicilia, el hombre más temido y a quien se le considera el ser más despreciable y frío del mundo tenía su duro corazón latiendo desenfrenado. Había pocas cosas que lo alteraban de alguna manera, pero nada como la responsable de su intranquilidad. ―Para cuando llegamos ya él se había ido. ―Tales palabras tan sencillas al oído común para él fue como si le advirtieran de la caída de su imperio. ―Ella fue localizada poco después y la están trayendo aquí. ―Barak se puso en pie dejando toda su altura a la vista. Su camisa manga larga estaba recogida hasta los codos y dejando el tatuaje en forma de una serpiente en llamas enrollada por su brazo izquierdo. Cada músculo de su cuerpo evidenciando el poder y la imponencia de su presencia. ―¿Cómo se les escapó? ―Lo miró directo a los ojos, dando contados pasos, lentos, preciosos y firmes. ―¿Cómo pudieron perder de vista a mi esposa? ―Se paró justo frente al hombre que no le desvía la mirada a pesar de que la voz aparentemente tranquila de su jefe es meramente contención. ―No lo sabemos. ―Fue sincero. ―Ella simplemente salió del radar y... ―¿Sabes por que no yaces en el piso con un disparo en la frente? ―Susurró intimidante mientras aprieta el cuello de su mano derecha. ―Porque eres un buen soldado, el mejor que existe como underboss nadie en el putø mundo te supera. ―Lo soltó tras un último apretón. ―Quiero a los responsables ante mí en la mansión. ―Le dio la espalda. ―Entendido, jefe ―Kenji salió de la oficina sabiendo que tres de sus hombres morirían de la manera más desagradable posible. Barak Poretti no es un hombre con el que se pueda cometer errores, es peligroso y radical, para él no hay tonalidades, todo es blanco o negro, está bien o están mal, es bueno o es malo. No hay punto intermedio en su mundo y justo por su comportamiento despiadado es el jefe de la mejor casa italiana. Blood And Glory, es la casa con más poder entre las organizaciones delictivas que existe en el mundo, quien desee vivir no debe meterse con Barak Poretti, es frío, calculador y despiadado, pero a pesar de todo eso hay una sola persona que lo desequilibra y lo altera de maneras impresionantes; esa es su esposa, Lianett Vitto. La foto sujeta con fuerza se arrugó entre los poderos dedos de Barak. Su mujer, su reina y la única en poder hacerlo sentir algo ahora le estaba demostrando que es una traidora. La imagen clara de un hombre entrando a la habitación de su esposa lo enfurecía y por primera vez lo hizo sentir dolor. Él le obsequió ese piso para que tuviera espacio lejos de sus hombres, pero ahora lo estaba usando para traicionarlo. Justo en ese momento la puerta abriéndose captó su atención. ―Aquí está el divorcio. —Barak colocó los papeles sobre el escritorio dejando a su esposa atónita y con el corazón furioso y sus ojos llenos de desconcierto. —Ya no tenemos que seguir con esta farsa, tu padre está muerto. —Lianett quien mira los papeles apretando los dientes, sintió un agujero abrirse en su pecho y toda la emoción que tenía su corazón se esfumó con rapidez. Se había casado con Barak por petición de su padre en el lecho de su muerte. Él se la confió con su último suspiro y le hizo prometer que la cuidaría y estaría ahí para ella, todo fue un pacto; sin embargo, ella se había enamorado locamente de él desde que tiene memoria y el dolor que siente al ver los papeles sobre ese escritorio donde muchas veces la hizo suya es indescriptible. Se suponía que ella le diría una noticia que quizás cambiaría las cosas para bien. Ella le daría un heredero y estaba emocionada por contárselo todo, pero ahora, todo se ha derrumbado sobre su cabeza y no puede hacer más que mirar esos malditøs papeles con el corazón en la garganta, las náuseas incrementando y los ojos empañados por las lágrimas. ―¿Por qué lo haces? ―Por primera vez lo cuestionó y su voz quebrada no hizo más que enfurecer al hombre que se estaba conteniendo para no desaparecerla de su vista por traicionarlo. ―No te debe importar eso, solo firma los jødidos papeles y desaparece de mi vista. ―¿Siempre me viste como un trato? ―Lo miró a los ojos con firmeza, manteniendo a raya el dolor y las ganas de derrumbarse. ―¿Siempre fui para ti una perrä más? ―Te cuidé el culø, te di todo lo que necesitabas y cumplí la promesa que le hice a tu padre. ―La miró con desprecio. ―Ahora nadie te hará daño, no es necesario que sigas a mi lado. ―¿Alguna vez sentiste algo por mí? ―Los sentimientos son debilidad. ―Dijo fríamente destruyendo el corazón de la mujer frente a él. ―Es solo excusa para los tontos. Ahora firma, te daré una suma de dinero y... ―¿Debilidad? ¿Excusa? ―Río muerta de dolor. ―¡Yo sí te amo a ti, Barak! ―¡¿Me amas?! ―La tomó del cuello con fuerza, el movimiento fue tan rápido que Lianett no lo vio venir. ―¡Agradece que no te arranco la columna con mis manos aquí y ahora! ―La miró a los ojos con tanta rabia que ella se sintió más pequeña de lo que es. ―Una mujer que no tiene principios ni lealtad no puede amar a nadie. ―Sabes que yo... ―Te doy tres minutos. ―No la dejó hablar. ―Firma esta mierdä y lárgate de mi vista. ―Las lágrimas finalmente ganaron la batalla y rodaron por las mejillas de Lianett. ¿Debía negarse? Se cuestionó por un segundo, pero el dolor punzante en su cuello por el agarre le advirtió que no podía hacerlo. Barak no es paciente con nadie y quizás si le dice sobre su hijo él se encargaría de que jamás viera el mundo. ―Adiós, Barak. ―Susurró entre sollozos al firmar el contrato, ella buscó la mirada del hombre que ama con locura, pero él no fue capaz de mirarla una última vez. ―¡Mierdä! ―Golpeó con fuerza el escritorio. ―¿Por qué se siente tan asfixiante? ―Susurró cerrando los ojos y sintiendo algo más que furia. ―Señor. ―Kenji entró con un acompañante. ―Es este. ―Barak miró al hombre arrodillado en el suelo y le pareció patético. ―¿Con este pedazo de mierdä es con el que me estaba engañando? ―Se sintió como el ser más lamentable del planeta. ―¿Cuánto tiempo te has estado acostando con ella? ―El hombre quien ya estaba bastante golpeado lo miró. ―No sé de lo que habla, yo... ―El puñetazo lo hizo escupir sangre. ―¡¿Ahora te haces el ignorante?! ¡¿Cuánto tiempo te llevaste a mi esposa a la cama?! ―Le dio otro puñetazo, ahora en el estómago haciéndolo vomitar. ―¿Por qué Lianett me fue desleal con una basura como tú? ―Soy doctor. ―Susurró tirado en el piso, dejando inmóvil a Barak. ―Soy ginecólogo obstetra, ella solo se reunió dos veces conmigo. ―Toció por el dolor. ―Está embarazada... ―Búsquenla, que no salga de la mansión. ¡Eviten que se escape! ―Gritó las órdenes. ―Quiero que custodien a la señora. ―Kenji se puso el móvil al oído. ―No la dejen salir de la mansión... ―La señora se marchó hace una hora. ―La voz al otro lado de la bocina cortó a Kenji. Barak logró escucharlo y su corazón cayó a los pies. ―¡Quiero que la encuentren!Kenji miró a su jefe al pie de la escalera lleno de slime verde, brillantinas rosas y algunos legos enterrados en su piel luciendo dolorosos. Barak se puso en pie resbalando con el slime y las canicas, miró a esos tres traviesos con severidad y el drone pasándole por el frente con la cama grabando lo remató de todas las maneras posible. Su mirada inmediatamente se posó en Kenji. ―Usted me dijo que los ayudara en todo lo que pedían. ―Se limpió las manos al instante. ―No sabía que habían puesto las canicas y los legos. ―Barak volvió a ver a sus hijos y estos inmediatamente quedaron serios. Lianett quien había escuchado todo el escándalo porque había salido de la habitación para hablar con Julieta miró por las escaleras y al posar la vista en Barak no pudo contener la carcajada. Jamás lo había visto tan ridiculizado y ahí estaba él después de una travesura de sus hijos. ―Los quiero en el comedor a los tres. ―Dijo calmadamente. ―¡Sí, señor! ―Los tres corrieron despavoridos para obede
Todo estaba complicado para Barak, su mujer no lo quiere ver ni en pintura y solo se comporta amable cuando los niños están presentes. Ella verdaderamente le ha declarado la guerra y es primera vez que no puede ganar una.―Por lo menos dame sexø. ―La miró furioso. ―Mis hijos no me ven como su padre y tú no me atiendes. ―Lianett se rio llena de incredulidad por la osadía de ese hombre.―¿Crees que somos los malos cuando eres tú quien nos tiene aquí en contra de nuestra voluntad? ―Negó incrédula. ―Eres realmente increíble. ―Trató de salir de la cama, pero Barak quien se había colado sin permiso, tiró de ella y se colocó encima.―Mis hijos disfrutan estar aquí. ―La miró a los ojos. ―Y sí, soy demasiado increíble y lo sabes. ―besó su cuello. ―Soy tan increíble que tu cuerpo responde siempre a mí. ―Lia intentó quitarlo, pero Barak se negó. ―¿Por qué te resistes tanto? ―La miró a los ojos. ―¿Qué más quieres que haga?―¡No has hecho nada! ―Chilló más furiosa, es un tonto a potencia. ―Solo ha
―No me gustas. ―Artem endureció el gesto. ―Pareces el villano de una película. ―Le miró la serpiente tatuada en su brazo izquierdo. ―Mami no nos permitiría ir contigo. ―¿Qué tal si la tía Julieta los acompaña? ―Kenji apretó más el arma contra su espalda. ―Vamos, Tía Julieta, habla con los niños. ―Julieta pasó saliva con dificultad. ―Ellos no confían en cualquiera, no puedo hacer nada. ―Barak vio la verdad en los ojos de la mujer y se sintió impotente, ¿Cómo es que perdió tantos años de sus vidas? ¿Por qué no encontró a su mujer cuando la estaba buscando activamente? Estaba furioso consigo mismo por tardar tanto. ―Supongamos que sí eres nuestro papá. ―Yusaf quien es el negociante dio un paso al frente y pisó la mano del hombre noqueado en el piso. ―Lo siento. ―Se disculpó quitando la mano con su piecito. ―Como decía. ―Miró a Barak. ―Supongamos que... ―Soy su padre. ―Barak lo miró directo a los ojos. ―Ustedes mismo se han dado cuenta de nuestro parecido, ¿Qué les hace pensar que les
Lianett dio un paso atrás dejando ver todas sus emociones a través de su gesto. Barak supo de inmediato que sus hombres habían acertado en el golpe. Es la persona a la que ella le confió a sus tesoros. Es eso lo que decía el mensaje que pudieron recuperar. ―Barak... ―Le confiaste a tus tesoros, ¿Cierto? ―Se acercó a ella y para su desgracia cerró de un portazo que la hizo saltar. ―¿Cuántos son? ―Se acercó intimidante a ella. ―Dime, Lianett. ―Su nombre viniendo de esa boca y con ese tono la redujo a una cosita diminuta ante él. ―¿Cuántos hijos tengo? ―Lia retrocedió todo lo que pudo, pero al chocar con la cama quedó sentada. ―¿Acaso te casaste con otro imbécil? ¿Le diste hijos a otro hombre? ―Ladeó la sonrisa y lejos de ser un gesto conciliador, fue terrorífico. ―¿Te confieso algo? ―Acarició su cuello hasta llegar a su nuca y sujetarla con fuerza para que alzara bien la cara. ―Jamás te librarás de mí y a pesar de lo que ha pasado sigues siendo mía, sigues perteneciéndome. ―Su perfect
―¿Seguirás luchando? ―Barak lamió sus labios empapados en los jugos de la mujer atada sobre su cama. ―Lo estás disfrutando, lo sé. ―La miró con lujuria. ―Púdrete, serpiente venenosa. ―Escupió Lia agitada y sintiendo de todo en su cuerpo por el explosivo orgasmo al que él la llevó en contra de su voluntad. ―¡Jamás sentiré placer por ti! ―Esas palabras fueron una descarada mentira, pero no dejó de jøder a Barak. ―¿Segura que no te doy placer? ―Enfureció. ―¿Entonces que son esos espasmos cuando toco tu cuerpo, acarició tu piel y disfrutó de tu sexø? ―Pellizcó con fuerza sus pezones haciéndola gemir. ―¿Qué son todos esos jodidøs orgasmos cuando estimulo cualquier parte de tu cuerpo? ―Besó, mordió y finalizó con una lamida en su cuello. ―Eres el único imbécil que se cree lo suficiente como para que una mujer después de seis años siga sintiendo lo mismo. ―Barak paró en seco mirándola con desconcierto. No debería dudar, sus ojos están cristalizados por el placer, su piel roja por el dese
Barak miró a la mujer frente a él con aparente serenidad. Su corazón se alteró como llevaba años sin hacerlo, su garganta se cerró y su estómago dio un vuelco, tantas sensaciones nuevas para él lo llevó a descomponer el gesto y ponerlo brutalmente serio, intimidante y peligroso. Incluso su polla se estremeció al verla tan sexy y asustada. Sigue igual, sus enormes ojos grises llenos de luz a pesar del terror en ellos, su precioso rostro angelical impecable, sus tetâs más grandes de lo que las recuerda y ni hablar de esas caderas que hacen juego con su enorme culø. Verla vestida con ese traje verde ceñido al cuerpo mostrando esas peligrosas curvas que lo enloquecen como la primera vez lo hizo soltar un gruñido que paralizó el corazón alterado de Lianett. ―Fuera, todos. ―Lianett vibró por esa voz gruesa y profunda. Instintivamente, retrocedió al verlo ponerse en pie, cada rincón de su cuerpo tiembla bajo la mirada gélida del hombre que parece desearla cuál cazador a su presa. Es el m
Último capítulo