—¡A comer! ―Lianett tomó a su hija de la mano. ―No, no corran, niños. ―Chilló al verlos bajar las escaleras como si estuvieran en una maratón de velocidad. ―De acuerdo, ya basta los tres. ―Los trillizos la miraron con sus enormes ojos azules y brillantes. ―Se enojó mami. ―Susurró Lesath, la menor de los trillizos. ―Es mejor no movernos, así nos salvamos. ―Segundó Artem el mediano. ―Mami, te amamos. Lo sabes, ¿Verdad? ―Le sonrió Yusaf, el mayor de los hermanos. ―¡Son unos abusivos con esas caritas de ángeles y esa mirada tierna! ―Lianett se murió de ternura al ver a sus manipuladores bebés mirándola con tanto amor. ―Los perdonaré solo si me dan muchos besitos, se sientan a la mesa y se lo comen todo. ―¡A besar a mami! ―Chillaron los tres al mismo tiempo y se abalanzaron contra su madre para llenarla de besos hasta que ya no pudieran más de la risa.Escapar de Barak y sus hombres no fue fácil, no sabe porque le montó persecución después de amanecerla de muerte, pero logró escapar g
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