Valeria es una joven talentosa que alcanza el éxito en el mundo empresarial, pero su vida da un giro cuando conoce a Alexander Reyes, un CEO multimillonario, intenso y posesivo. Él exige de ella entrega total, no solo en los negocios, sino también en el corazón. En medio de esta pasión, Marcelo, un amigo cercano y emprendedor, le ofrece un amor cálido y sincero, y la posibilidad de un futuro diferente. Dividida entre dos hombres y dos mundos, Valeria debe decidir qué camino seguir. Entre alianzas estratégicas, secretos y emociones a flor de piel, descubrirá que el verdadero desafío no está solo en el poder, sino en entregarse al amor sin perderse a sí misma. Un triángulo amoroso donde pasión y poder se enfrentan para definir su destino.
Leer másEl amanecer llegó con un silencio extraño, casi inquietante. La ciudad comenzaba a despertar con su habitual bullicio, pero en el penthouse donde Julia y Sebastián se refugiaban, la calma parecía un espejismo. Julia despertó antes que él y lo observó con detenimiento. El rostro de Sebastián, iluminado por la luz suave que entraba por los ventanales, no mostraba descanso; incluso en sueños, sus facciones estaban tensas, como si librara batallas en un campo invisible.Julia acercó una mano a su mejilla, recorriendo con suavidad la línea de su mandíbula. Sentía el calor de su piel, pero también la dureza de un hombre que se estaba endureciendo cada vez más con el peso de las traiciones. Suspiró, temiendo que aquella guerra silenciosa acabara devorando no solo el imperio que habían levantado juntos, sino también al hombre que ella amaba.Cuando Sebastián abrió los ojos, lo primero que hizo fue buscarla con la mirada. No hubo sonrisas, ni palabras dulces; el cansancio lo dominaba, y con él
La noche cayó sobre la ciudad como un manto de incertidumbre. Las luces de los rascacielos titilaban a lo lejos, pero en el despacho de Sebastián reinaba una oscuridad más densa que la del cielo. Julia observaba desde un rincón, mientras él repasaba una y otra vez los informes de seguridad, como si en algún renglón pudiera encontrar la verdad que tanto necesitaba.La revelación de Martín sobre una segunda filtración había dejado a todos en vilo. La traición ya no era un hecho aislado, sino una amenaza latente que podía venir de cualquiera. Y lo peor: Sebastián comenzaba a mirar a todos con sospecha, incluso a quienes habían demostrado lealtad en el pasado.—Esto no se detendrá hasta que alguien caiga —dijo finalmente, rompiendo el silencio con una voz grave.Julia se acercó despacio, apoyando sus manos sobre los hombros de él.—¿Y si ese alguien está más cerca de lo que piensas? —preguntó, con un susurro cargado de miedo.Sebastián giró hacia ella, sus ojos reflejando un cansancio que
El eco de la confesión aún resonaba en los pasillos. La traición de Álvaro no era simplemente un golpe a los negocios de Sebastián; era un recordatorio brutal de que nadie estaba a salvo, de que incluso la lealtad más antigua podía resquebrajarse bajo la presión del dinero y la ambición.Julia caminaba detrás de Sebastián por el pasillo principal, en silencio, intentando descifrar sus pensamientos. Lo conocía lo suficiente como para notar que, aunque su rostro permanecía firme, por dentro hervía una tormenta. Su manera de apretar la mandíbula, de cerrar el puño con cada paso, revelaba que no era indiferente.—Tienes que soltar esto —susurró ella, cuando finalmente entraron en el despacho.—¿Soltarlo? —Sebastián la miró con dureza—. ¿Cómo podría? Alguien que fue mi mano derecha me apuñaló por la espalda. No se trata solo del negocio, Julia. Es personal.Ella respiró hondo, intentando no dejarse arrastrar por la intensidad de sus palabras.—Sé que duele. Pero si te quedas atrapado en es
El amanecer parecía traer consigo una calma engañosa. El cielo, despejado y bañado por los primeros rayos de sol, contrastaba con la tormenta que se gestaba en el corazón de Julia. Durante días había sentido que algo no encajaba, que las piezas alrededor de Sebastián y del imperio que juntos intentaban sostener estaban moviéndose de forma peligrosa, como si una mano invisible manipulara cada jugada.La noche anterior, un mensaje anónimo había llegado a sus manos. En él, de manera directa, se insinuaba que alguien de su círculo más cercano estaba filtrando información sensible a la competencia, poniendo en riesgo no solo los negocios de Sebastián, sino también su seguridad personal. Julia lo había leído una y otra vez, dudando de si debía compartirlo con él. Sin embargo, el miedo a que todo lo que habían construido se derrumbara la obligó a guardar silencio… por ahora.Sebastián, por su parte, amaneció con esa mirada fría que solo mostraba cuando sabía que alguien lo estaba traicionand
El viento golpeaba con fuerza los ventanales del penthouse, como si la ciudad entera quisiera irrumpir en la vida de Sebastián y Julia. La tormenta que caía sobre la metrópoli parecía reflejar la que ellos mismos llevaban dentro.Julia estaba de pie frente al cristal, mirando las luces distorsionadas por la lluvia. Su reflejo la observaba con ojos cansados, como si la mujer que había llegado hasta allí ya no fuera la misma que había dado aquel primer paso en el mundo de Sebastián. Había cambiado. El amor la había transformado, pero también el poder que lo rodeaba, un poder que quemaba todo lo que tocaba.—No deberías quedarte ahí —dijo Sebastián desde la penumbra, su voz grave atravesando el murmullo de la tormenta.Julia no se giró.—Es más fácil enfrentar la lluvia que tus silencios.Él se levantó del sillón, sus pasos resonando sobre el piso de mármol.—No son silencios, Julia. Son verdades que me han acompañado demasiado tiempo. Y ahora me están alcanzando.Ella giró lentamente, c
El amanecer trajo consigo un aire enrarecido. En el penthouse, la calma que Julia y Sebastián habían encontrado la noche anterior parecía un espejismo que se desvanecía con la primera llamada de teléfono. Sebastián atendió de inmediato, su expresión transformándose en la de siempre: fría, calculadora, el hombre de negocios implacable.Julia lo observaba desde el sofá, con la manta aún sobre los hombros. Reconocía ese rostro, esa rigidez en sus gestos: era la máscara del poder. Y aunque lo había visto muchas veces, ahora le dolía más que nunca.—¿Qué sucede? —preguntó cuando él colgó.Sebastián respiró hondo, como si las palabras fueran cuchillas en su lengua.—Una traición. —Su voz era firme, pero sus ojos delataban el torbellino interno—. Uno de mis socios filtró información confidencial. Los contratos que sostienen mi imperio están en juego.Julia se incorporó, alarmada.—¿Y qué significa eso?—Que todo puede venirse abajo. —Él se giró hacia ella, con una mezcla de rabia y dolor—. Y
Último capítulo