La mañana en Nueva York comenzó con un frío que parecía calar hasta los huesos, pero para Valeria, el verdadero frío era la sensación de estar atrapada entre dos mundos que parecían ir en direcciones opuestas. La tensión acumulada de las últimas semanas se había convertido en una carga pesada que ya no podía ignorar.
Al llegar a la oficina, fue recibida con una noticia inesperada: uno de los socios de Alexander había filtrado información sensible sobre los problemas legales familiares a la prensa. La empresa estaba en riesgo, y la crisis se aceleraba.
Alexander la llamó urgentemente a su despacho, su rostro marcado por la preocupación y la ira contenida.
—Esto es una traición —dijo con voz grave—. Alguien en mi círculo cercano está intentando destruirnos.
Valeria lo miró, consciente de que ese era solo el inicio de una tormenta que podía arrastrarlos a todos.
—¿Cómo podemos detenerlo? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—Necesito que estés conmigo en esto —respondió él—. No solo