El amanecer parecía traer consigo una calma engañosa. El cielo, despejado y bañado por los primeros rayos de sol, contrastaba con la tormenta que se gestaba en el corazón de Julia. Durante días había sentido que algo no encajaba, que las piezas alrededor de Sebastián y del imperio que juntos intentaban sostener estaban moviéndose de forma peligrosa, como si una mano invisible manipulara cada jugada.
La noche anterior, un mensaje anónimo había llegado a sus manos. En él, de manera directa, se insinuaba que alguien de su círculo más cercano estaba filtrando información sensible a la competencia, poniendo en riesgo no solo los negocios de Sebastián, sino también su seguridad personal. Julia lo había leído una y otra vez, dudando de si debía compartirlo con él. Sin embargo, el miedo a que todo lo que habían construido se derrumbara la obligó a guardar silencio… por ahora.
Sebastián, por su parte, amaneció con esa mirada fría que solo mostraba cuando sabía que alguien lo estaba traicionand