Capítulo 3: Dudas y decisiones.
El eco de las palabras de Alexander resonaba en la mente de Valeria mientras se sentaba frente a su espejo, preparándose para otro día que prometía ser intenso. “Eres diferente…” —esa frase, pronunciada con tanta intensidad, le hizo sentir como si estuviera bajo un foco invisible, expuesta pero al mismo tiempo deseada.
Mientras pasaba el cepillo por su cabello, se preguntaba qué significaba realmente para él. ¿Solo un talento a pulir? ¿O algo más que aún no se atrevía a revelar?
En la oficina, la tensión se palpaba en el aire. Valeria saludó a sus compañeros con una sonrisa amable, aunque su mente estaba en otro lugar. La responsabilidad de formar parte del consejo directivo la hacía sentir una mezcla de orgullo y vértigo.
⸻
Más tarde, en la sala de reuniones, Alexander la llamó para una conversación privada.
—Valeria —comenzó él, con esa voz que parecía siempre controlarlo todo—, necesito ser claro contigo. Aquí, no solo espero resultados. Espero lealtad.
Ella lo miró fijamente, buscando en sus ojos algo que la tranquilizara.
—Puede contar conmigo, señor Reyes —respondió con firmeza, aunque una parte de ella temblaba.
—No me refiero solo al trabajo —dijo él, acercándose—. Quiero que entiendas que si estás aquí, es porque hay algo que valoro más allá de tus capacidades.
El corazón de Valeria se aceleró. ¿Acaso estaba insinuando algo personal? ¿Qué tan lejos estaba dispuesto a llegar?
Antes de poder responder, su teléfono vibró con un mensaje de Marcelo:
”¿Nos vemos para almorzar? Necesito hablar contigo de algo importante.”
⸻
Durante el almuerzo, en un pequeño café con encanto, Marcelo la esperaba con una expresión seria.
—Valeria, esto es importante —dijo mientras tomaba su mano—. He conseguido una oferta para la startup, un inversor interesado. Pero eso significa que las cosas cambiarán para ambos.
Ella asintió, sintiendo el peso de la noticia.
—¿Y tú? —preguntó con sinceridad— ¿Estás listo para lo que venga?
Marcelo sonrió, pero sus ojos revelaban dudas.
—Quiero estar a tu lado, pero sé que también hay alguien más en tu vida.
La mención de Alexander hizo que Valeria sintiera un nudo en el estómago.
—No es fácil —confesó—. Él es un hombre… intenso. Y no sé si estoy preparada para lo que eso implica.
Marcelo apretó suavemente su mano.
—Sea quien sea, mereces ser feliz. Solo quiero que recuerdes eso.
⸻
Esa noche, en su apartamento, Valeria se sentó frente a la ventana, observando la ciudad iluminada. La figura de Alexander parecía estar en todas partes, omnipresente en sus pensamientos.
Recordó sus palabras, su mirada, el control que ejercía con solo una frase.
Pero también pensó en Marcelo, en su calidez y en la promesa de un futuro más tranquilo.
La balanza parecía inclinarse en dos direcciones opuestas, y ella estaba atrapada en el centro.
⸻
Al día siguiente, Alexander la llamó a su despacho nuevamente.
—Valeria —comenzó con voz firme—. Sé que tienes opciones. Pero aquí solo se queda quien está dispuesto a entregarse por completo.
Ella lo miró, luchando contra la mezcla de atracción y miedo.
—¿Qué quieres decir con “entregarse”? —preguntó, con el corazón latiendo con fuerza.
Él se acercó, tan cerca que podía oler su perfume.
—No solo hablo de trabajo. Hablo de confianza, de lealtad. Quiero que seas mía, no solo como socia, sino en todo sentido.
El tiempo pareció detenerse. Valeria sintió una ola de emociones que la dejaron sin aliento.
—No sé si estoy lista para eso —susurró—. Tengo miedo de perderme a mí misma.
Alexander la miró con una intensidad que la paralizó.
—No te perderás. Solo te encontrarás… conmigo.
⸻
De regreso a su escritorio, Valeria se tomó un momento para respirar. Sabía que la relación con Alexander no sería fácil, pero tampoco podía ignorar la sensación de que algo profundo la unía a él.
Esa noche, antes de dormir, recibió un mensaje de Marcelo:
“Solo recuerda quién eres, Valeria. Nadie puede decidir por ti.”
Ella sonrió con melancolía y respondió:
“Gracias por recordármelo.”
Porque en ese triángulo de poder, deseo y elección, solo ella tenía la llave de su destino.