Mundo ficciónIniciar sesiónMarcada por un vampiro y condenada al rechazo, Gema vaga sin rumbo, convertida en la amenaza que nadie quiere cerca. Su exilio parece eterno… hasta que llega al territorio de la manada Sangre Carmesí, una ciudad donde la oscuridad gobierna y nada es lo que parece. Allí, entre cazadores, cambiaformas y vampiros, Gema deberá luchar para quedarse… enfrentándose no solo a criaturas oscuras, sino también a un cazador que la odia tanto como la necesita.
Leer másGemaTengo una misión con Bel que no es nada habitual, pero no puedo evitar sonreír. Nos toca escoltar al Bosque de los Mil Ecos a un Hada que ha venido a la ciudad para negociar con el Consejo Supremo. Nos han dicho que es alguien importante e influyente que trabaja en política.Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de Leonardo:.Al llegar al lugar de encuentro, Bel observa todo con nerviosismo y, al vislumbrar al Hada, me aprieta la mano de manera inquieta.Nos acercamos a ella y le presentamos nuestros respetos, como nos han enseñado en la Orden. El hada nos mira, primero a Bel y luego a mí y una sonrisa ilumina su rostro…—Hola—dice el Hada.—Soy Florencia, encantada de conoceros Bel y Gema.Se queda callada, pero me doy cuenta que nos mira con un interés genuino y entonces nos dice:—Me parece muy interesante que una nigromante y una cambiaformas sean cazadores…—Lo nuestro nos ha costado—le contesta Bel con una sonrisa.Las tres nos reímos, y la tensión inicial del encuen
LeonardoDespués de la reunión con Carlisle y los demás me he quedado intranquilo.¿Es realmente buena idea involucrar a novatas, aunque sean fuertes?Un pensamiento me invade y me detengo un instante: la pequeña sonrisa que Gema le dedicó a Kain cuando este la elogió…¿Son amantes?No, no puede ser…¿Oh sí? Quizás se acuestan juntos…Sin darme cuenta, aprieto tanto la mandíbula que me duelen las encías y la sangre me hierve.>, pienso.Justo cuando doblo la esquina veo a Kain y Gema entrar entrar a un despacho.Me quedo quieto, conteniendo la respiración y ell enfado regresa con fuerza.Joder.¿Qué diablos van a hablar allí dentro? ¿Por qué tienen que estar a solas?Una idea se forma en mi mente y, sin pensarlo demasiado, comienzo a murmurar las palabras del hechizo, sintiendo cómo la magia vibra en mis oídos. Es un hechizo muy básico pero ahora me viene como anillo al dedo. Gracias al hechizo, mi oído se agudiza y cada palabra que se dice dentro del
Gema —Gracias Kai, la verdad es que no tenía ganas de perder a mi espléndida compañera—digo fingiendo seriedad. —En serio…¿Creías que iba a perder?—dice Bel, girándose hacia mí y apoyando las manos en las caderas. Kai también me observa con interés en la respuesta. —Por supuesto que ibas a ganar…Pero, no quería que usaran el duelo o una pelea como excusa para no negarnos la oportunidad de que se celebre la ceremonia. Bel, sé que habrías ido con todo solo por ganar. Bel hace una mueca infantil mientras que Kai me lanza una pequeña sonrisa. —Exacto, empiezas a entender cómo funciona la Orden…—dice Kai tocándose el cuero cabelludo y echando para atrás una de las trenzas que le caen por la frente. —Entonces…¿porque tú has detenido el duelo, Kai? Creía que al ser una de las familias más… —No quiero que os echen, la verdad—me corta. Las dos lo miramos con recelo a lo que Kai responde levantando sus manos en símbolo de rendición. —La Orden se estaba volviendo aburrida, ad
GemaCuanto más tiempo paso con Bel, mejor me cae. La verdad es que nunca he tenido una compañera, y mucho menos una amiga, así que todo lo que estoy viviendo en la Orden es completamente nuevo para mí…Bueno, todo no... A unos cuantos metros vemos a un grupo de miembros de la Orden apelotonados frente a un papel pegado en el tablón de anuncios de una pared lisa. Cuando Bel y yo nos acercamos, los demás se apartan con desgana, dejándonos pasar, aunque no sin antes lanzarnos esas miradas de desprecio a las que, por desgracia, ya estamos más que acostumbradas.Bel sonríe a todos seguramente para enfadarse aún más, la verdad es que es una provocadora nata. Si yo lo hiciera, no me saldría tan bien. Bueno, he de decir, que a veces si me sale bien, sobre todo con brillitos.Bel lee el cartel y sonríe con un brillo en los ojos. —Vaya, por fin. Van a hacer la ceremonia de consagración —dice con entusiasmo.Frunzo el ceño, sin entender del todo.—¿Y eso qué es exactamente?—Es el ritual don
LeonardoEn la sala de reuniones de Sangre Carmesí, aunque el espacio estaba prácticamente vacío, la sola presencia del alfa Kevin y su beta, Kain, bastaba para llenarlo por completo.Kevin nos recibe con esa sonrisa suya que siempre logra sacarme de quicio.Carlisle, por supuesto, le devuelve el gesto encantado. Jamás entenderé por qué esos dos se llevan tan bien.Kael nos saluda con un leve gesto de cabeza, todo correcto y formal, mientras que Kevin, como siempre, intenta lanzarse a darme un abrazo pero me aparto justo a tiempo. Lo hace a propósito porque me molesta.—Leo… qué frío eres… —se queja de manera dramática.Carlisle suelta una carcajada tan sonora que retumba en la sala, disfrutando del espectáculo. ¿Qué somos, niños de seis años?—No me llames Leo… —gruño entre dientes.Kevin se gira hacia Carlisle con una sonrisa traviesa.—Siempre tan serio tu pupilo. Me pregunto cómo se las apaña Leonardo con las hembras… —dice, fingiendo curiosidad.—Eso a tí,ni te va ni te viene…—di
Leonardo Me está volviendo loco. No le hice daño, ¿Porque debería disculparme? Tranquilízate. No eres un adolescente que se enfada porque le insultan. Si supiera el modo en que se forja a los primogénitos en la casa Rosedale, no se atrevería a decirlo. —¿O qué? —me desafía, levantando la barbilla con un gesto insolente. —Como tu supervisor, puedo castigarte. Y créeme, no seré indulgente. Sus labios se entreabren, muda por un instante. Veo cómo un escalofrío le recorre la piel, apenas perceptible, y carraspea enseguida, forzando un cambio de tema. Eso me gusta más de lo que debería admitir. Mi entrepierna cobra vida. —Y a ti, ¿quién te castiga? No creo que a la Orden le parezca bien que un miembro entre sin permiso al dormitorio de otro. Me río sin apartar los ojos de ella. —¿Castigarme a mí? Yo soy la Orden. El aire entre nosotros se vuelve más denso. Su barbilla sigue erguida, pero sus ojos titilan, indecisos entre la furia y algo que no sé descifrar. —Qué conveniente —
Último capítulo