Hace siglos, una Luna traicionada lanzó una maldición sobre todos los hombres lobo. Olvidada por muchos, sigue latente, actuando desde las sombras y esperando su auténtico despertar. Kelly ha crecido entre la miseria y la violencia de los marginados, dónde la única ley es “haz lo que sea necesario para seguir con vida”. Hábil en batalla y sedienta de venganza, su mundo cambia cuando un hombre misterioso se cruza en su camino. Desde el primer instante, un odio irracional la consume. Una voz en su mente le exige su muerte. Su instinto le dice que es un hombre peligroso. Pero ella no mata sin motivo. ¿Por qué lo odia? Y lo más desconcertante: ¿Por qué él la mira de esa manera tan extraña, con esa curiosidad en sus ojos dorados? Lo que ninguno de los dos sabe es que su encuentro ha sellado el destino de su mundo. La Maldición de la Luna ha despertado. Si Kelly lo mata, todos los hombres lobo desaparecerán. Si lo deja vivir, la maldición la consumirá poco a poco. Atrapados entre secretos enterrados, batallas sangrientas y leyendas olvidadas, Kelly deberá decidir entre el odio que lleva dentro o desafiar a su destino. ¿Puede una asesina romper la Maldición antes de que sea demasiado tarde? ¿O el destino los unió sólo para condenarlos? Una historia de amor, sangre y venganza en la que una decisión puede salvar a todo el mundo... o destruirlo por completo.
Leer másCuando me puse el traje, me sentí un poco más yo. Era curioso como unos harapos podían cambiar la percepción de uno mismo. ¿O acaso me había metido demasiado en el papel de mendigo? No lo sabía. El traje no era como los que tenía en el Palacio: elegantes, sobrios, con telas caras y bordados exquisitos. Era de cuero y aunque olía con intensidad, me sentía... diferente. Más libre, más yo. Me resultó muy fácil ponérmelo, Kelly había hecho un trabajo excelente. Flexioné y estiré los brazos y las piernas: la medición había sido extremadamente incómoda y excitante, pero el traje me quedaba perfecto. Busqué un espejo con la mirada pero no encontré ninguno. "¡Qué se le hará..!" — pensé con un suspiro al no poder comprobar que todo estuviera perfectamente colocado. "Estás en la zona más marginal. No creo que te critiquen por una arruga en el traje" — dijo mi lobo. "Cierto. La costumbre" — le dije saliendo de la habitación. Aunque no conocía aún el orfanato, recordaba dónde habíamos dej
Erick salió de la habitación y cogí un traje y un trozo adicional de cuero. ¿Cómo podía adaptarlo para él? Sin saberlo, él nos había revelado más información de la que pretendía en ese combate: ahora sabíamos que era una de esas personas que Kael y yo habíamos jurado matar. No nos habíamos enfrentado a ninguno hasta ahora, a excepción de aquellos cobardes que huyeron, así que no podíamos comparar. De todas formas, si había escapado de la Capital, no podía ser alguien importante. Solté un suspiro mientras descosía las costuras y comenzaba a añadir los trozos de cuero para el cuerpo de Erick. Eso era otra cosa que me había sorprendido: por las marcas en los pumas sabíamos que era fuerte, pero no esperaba que tanto. Estaba claro que sus golpes podían ser letales sin necesidad de un arma. Kael lo era y su cuerpo era más delgado y ágil. Kael tenía una buena musculatura, pero lo de Erick era algo totalmente diferente: densa, profunda. Sabías que te enfrentabas a una fuerza de la natu
Me levanté del suelo despacio, sintiéndome humillado y dolido por el apoyo de Kelly a Kael, pero sabía que tenían razón: si hubiera sido un combate real, yo estaría muerto. Menos mal que habíamos huido aquel día del asalto. — ¿Otra? — le pregunté cuando recogió todos los cuchillos. — No deberías. Tienes una herida en la muñeca — respondió Kelly. — Me curo rápido. Fue un roce — dije levantando la mano para corroborar mis palabras. — Supongo que en la Capital aún es común la curación rápida — dijo con pesar. — ¿Aquí no? — pregunté sorprendido. — ¿Dónde piensas que termina todo lo que el Rey cree basura? ¿O que no le sirve? Aquí vienen todos los sin lobo — espetó Kael. ¿¡QUÉ!? ¿Cómo que yo enviaba aquí a la gente sin lobo o habilidades? Eso no era cierto, yo nunca había ordenado algo así, al menos directamente. Si el Consejo me la había jugado... — Yo... no lo sé — dije con una mezcla de culpabilidad y enfado: tenía que averiguar que sucedía. ¡Maldita sea! ¿Cuántas cosas
Después de observar un rato a Erick, Kelly y yo nos levantamos mientras él terminaba su guardia. Había esperado que se quedase dormido o hiciera un desastre, pero sorprendentemente la había hecho bien. Un poco previsible pero nada que no me esperase: él no había dicho quién había sido en la Capital, pero después de los pumas, estaba convencido que tenía algún tipo de rango militar. Había visto demasiados soldados en los asaltos como para no reconocer el patrón de la guardia, aunque él había hecho varias modificaciones: cómo si hubiera visto varios de los puntos débiles y estuviera cubriendolos. Por lo que veía, no había dicho nada a los demás soldados o le habían ignorado. Le ignoré el saludo mientras iba a por el desayuno: un poco de arroz y carne. No quedaba mucho y los niños necesitaban comer bien y crecer. Saldría a cazar más adelante algún pájaro o cualquier cosa que me llenase más el estómago: ahora mismo me conformaba con que no doliese del hambre. Desayuné rápido y en sile
Entramos al orfanato y Kael y Erick dejaron las carretas en una esquina del patio. Observé cada movimiento y gesto que hacían: Kael dejó la carreta malhumorado y miraba a Erick con desconfianza y malestar. Erick, en cambio, miraba todo con curiosidad y cierto análisis. Me acerqué a él mientras ignoraba el odio y a esa irritante voz que exigía que le matase. "Voy a comprobar que todo esté bien" — me dijo Kael mientras notaba cómo se alejaba: podía notar que era su excusa para alejarse de Erick. — ¿Qué miras con tanta curiosidad? — pregunté haciendo que se sobresaltase. Solté una pequeña risa. — El edificio. Las casas aquí son muy diferentes de las que he visto hasta ahora. Están mejor construidas. — Si. La Vieja nos enseñó muchas cosas — dije con el cariño y el dolor en la voz. — ¿La... Vieja? ¿Quién es? — preguntó desconcertado. — Quien nos enseñó todo y quien construyó el orfanato. Aunque tuvimos que reconstruirlo después de que la matasen y lo redujesen a cenizas — dije m
Habíamos dejado la carne de uno de los pumas y unos pocos recursos. Kelly y Kael habían mirado el contenido de las carretas y rápidamente habían decidido lo que dejaban en la aldea. Les había acompañado y había observado con curiosidad cómo habían repartido los recursos en función del tamaño de las familias y lo que les habían dicho en algún momento que necesitaban más. Aunque me pareció muy escaso lo que les dieron, ellos parecían muy agradecidos: incluso quienes les miraban con hostilidad lo aceptaban. Me sorprendí que ayudasen incluso los que estaban contra ellos. "Algo así es impensable en la Capital. Si alguien te da algo, es por algún interés oculto" — pensé mientras avanzábamos, horas después, por un camino estrecho con la carne de los dos pumas y las dos carretas restantes. Kael cargaba con uno de los carros y yo con el otro. "Parece algo altruista, algo que hacen porque quieren" — respondió mi lobo. "Sí. Sólo son dos, pero hacen mucho más por los suyos que todo el Consej
Último capítulo