Hace siglos, una Luna traicionada lanzó una maldición sobre todos los hombres lobo. Olvidada por muchos, sigue latente, actuando desde las sombras y esperando su auténtico despertar. Kelly ha crecido entre la miseria y la violencia de los marginados, dónde la única ley es “haz lo que sea necesario para seguir con vida”. Hábil en batalla y sedienta de venganza, su mundo cambia cuando un hombre misterioso se cruza en su camino. Desde el primer instante, un odio irracional la consume. Una voz en su mente le exige su muerte. Su instinto le dice que es un hombre peligroso. Pero ella no mata sin motivo. ¿Por qué lo odia? Y lo más desconcertante: ¿Por qué él la mira de esa manera tan extraña, con esa curiosidad en sus ojos dorados? Lo que ninguno de los dos sabe es que su encuentro ha sellado el destino de su mundo. La Maldición de la Luna ha despertado. Si Kelly lo mata, todos los hombres lobo desaparecerán. Si lo deja vivir, la maldición la consumirá poco a poco. Atrapados entre secretos enterrados, batallas sangrientas y leyendas olvidadas, Kelly deberá decidir entre el odio que lleva dentro o desafiar a su destino. ¿Puede una asesina romper la Maldición antes de que sea demasiado tarde? ¿O el destino los unió sólo para condenarlos? Una historia de amor, sangre y venganza en la que una decisión puede salvar a todo el mundo... o destruirlo por completo.
Ler maisPor primera vez en mi vida, el miedo y el terror me paralizaron: habían reducido todo a cenizas.
— No... no... ésto no... — balbuceé con voz ahogada desafiando al nudo de mi garganta. Noté cómo las lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras mi mente trataba de asimilar lo sucedido: ¿por qué? ¿Por qué habían destruido el único lugar que podía considerar un hogar seguro? ¿No les bastaba con cazarnos fuera de nuestras aldeas, que ahora venían a nuestras chozas para hacerlo? ¿No les bastaba con condenarnos a vivir en la mayor de las miserias y violencia? Noté cómo la furia y la sed de venganza me inundaban: aquello me permitió moverme hacia adelante. Aunque ahora sólo veía un montón de ruinas, madera quemada y cenizas, un par de días antes había sido la casa más grande de la aldea dónde vivía la anciana del pueblo. A pesar de su avanzada edad, nadie se atrevía a enfrentarse a ella: su mirada afilada e inteligente te hacía sentir vulnerable, y sus palabras rudas y directas dolían más que cualquier golpe. Mientras avanzaba no pude evitar ver los restos de varias camas. ¿Cómo estarían los niños? Quería creer que ellos, de alguna manera, habían sobrevivido: no ver los cuerpos me hacía creer que era posible. Llegué al centro de la casa y tragué con fuerza: allí, tirada en mitad de la estancia, estaba el cuerpo de la anciana totalmente calcinada. Me acerqué despacio y la agarré con delicadeza entre mis brazos. — Vieja... yo... — empecé pero no pude continuar: un extraño y doloroso fuego bloqueó mi voz mientras las lágrimas caían con mas intensidad. Abracé con más fuerza el cuerpo. Ella me había encontrado en los brazos de una mujer muerta y desconocida cuando era un bebé. Me acogió y me crió junto con los demás niños que rescataba: si bien sus lecciones eran demasiado duras, nos enseñaban a sobrevivir. Gracias a ella aprendí a luchar, a cazar, a robar, a asaltar y a defenderme. Aprendí a leer, a escribir y hacer cuentas sencillas. Aprendí a fabricar mi propia ropa, mis propias armas, cocinar y las reglas de éste mundo tan cruel. Muchos en la aldea le debíamos la vida: nos enseñó a ser fuertes porque los débiles morían pronto. Recordé nuestro primer entrenamiento: — En este mundo si eres débil te aplastan, así que nunca te arrodilles ante nadie —me había dicho en nuestro primer entrenamiento justo antes de romperme varias costillas de una patada, cuando el miedo me hizo caer de rodillas. —¿Llorando, Kelly? Y yo creyendo que eras inmune hasta a eso. Levanté la mirada para encontrarme con uno de los hombres de la aldea. Los ojos café de Kael me observaban con esa mirada misteriosa que le caracterizaba mezclada con curiosidad. — Vete a la m****a, Kael. — le dije con desdén: lo último que necesitaba ahora mismo era a ese irritante lobo merodeando por la zona. Él tan sólo sonrió con su característica media sonrisa. — Pensé que ya sabías que vivimos en la m****a. — dijo mientras se acercaba. Cuando llegó a mi lado, se agachó para estar a mi altura en el suelo. Le miré y todo mi enfado hacia él desapareció cuando vi sus ojos más brillantes de lo habitual: estaba evitando llorar. — Si la vieja te viese llorar, te partiría las piernas. — me dijo. No pude evitar sonreír un poco. — Puedo verla haciendo eso mientras dice algo como "si lloras, estás muerta". Los hombros de Kael subieron y bajaron con rapidez varias veces y pude ver cómo se reía en silencio: sus ojos se habían vuelto aún más brillantes. — Me hizo entrenar con los brazos rotos y los ojos vendados mientras decía: "Si te rindes, estás muerto. Aquí no hay lugar para los muertos". — Lo recuerdo. Te rompí los brazos en el entrenamiento del día anterior y no querías luchar por eso. — Creía que lo habías olvidado. — me dijo Kael sorprendido. — ¿Olvidado? ¡Me robaste la comida! — le dije indignada — Nadie me había robado la comida antes. — Claro. Nadie quería acabar como yo — dijo Kael, con una risa amarga y algo más que no supe identificar. Un silencio extraño y cómodo se instaló entre nosotros: uno que no entendía pero que me hizo sentir mejor. — Y ahora que la vieja no está… ¿qué vas a hacer, Kelly? — preguntó un buen rato después. — Vengarla. — dije con la voz helada y una férrea determinación— La vengaré de la forma en que más les duela. — No me sorprende. ¿Cómo piensas hacerlo? — ¿No es obvio? Seré su peor pesadilla. Les arrasaré las rutas, atacaré cada carroza, les robaré hasta la ropa interior. Dejaré a sus soldados inutilizados. Los llevaré a la ruina. Y cuando llenen los carruajes de peces gordos buscándome… los mataré. Sin excepción. — Atacarán las demás aldeas. — Cuento con ello. Estaré ahí para aplastarlos. Salvaré a quien lo merezca y mataré a quien se atreva a tocarlos. Lo que robe, lo repartiré. Seré jueza y verduga. Mis acciones serán ley. — dije con la voz helada y un tono inquebrantable. — Tan tú. Me apunto. — dijo Kael, con rabia y una determinación que no dejaba espacio a dudas. Le miré. Por un segundo, me pareció ver algo parecido al orgullo… y algo más, escondido bajo su impenetrable fachada. — No necesito ayuda. — dije cortante. — Lo sé. — Entonces vete a molestar a otra parte. — Prefiero molestarte a ti. Ya me lo agradecerás cuando evite que te claven un cuchillo por la espalda. — Haz lo que te dé la gana, pero no te cruces en mi camino. — dije tajante, aunque sabía que si alguien podía cubrirme las espaldas, era él. — Uf, eso sí que no puedo prometerlo. Eres mi objetivo favorito. Le lancé una mirada fulminante. Kael soltó una carcajada áspera con un toque divertido. — Me dijiste que hiciera lo que quisiera… y eso estoy haciendo — dijo mientras se secaba las lágrimas con la mano — ¿Qué te parece si honramos a la vieja como se merece? A su estilo. A golpes. Vas a tener que estar a la altura. — Ya soy imbatible. — ¿Ah, sí? Porque esas lágrimas decían lo contrario. Venga, demuéstramelo. — soltó con una media sonrisa sarcástica y desafiante. Me levanté sin decir nada. Dejé el cuerpo de la vieja con cuidado en el suelo… y le ataqué de frente, sin previo aviso. Pero él ya me estaba esperando. Bloqueó el golpe como si lo hubiera predicho. — Previsible. ¿Esa es tu imbatibilidad? — dijo cargado de un sarcasmo provocador. No respondí. Fui directa a sus costillas con el puño cerrado y luego a la garganta con el codo. Le obligué a retroceder un paso. Sonrió. Así seguimos durante horas sacando nuestra rabia y nuestro dolor en cada golpe, en cada palabra y en cada grito.Corté la comunicación con Coren y froté mis sienes. La próxima vez Kelly y Kael se alegrarían aún más con la carreta, pero no podía quitarme lo último de la cabeza: ¿qué le habría dicho Shaela a mi padre, para que la declarase traidora? ¿Y cómo había escapado de la prisión? Aquel incendio había sido muy conveniente, ¿tendría algún aliado en el Palacio? Y si era así, ¿seguiría allí?. Exhalé un suspiro. — ¿Erick? ¿Qué sucede? — escuché a Kelly en mi espalda. Me sobresalté, haciendo que el corazón me latiese rápido. — ¿Kelly? ¿No estabas durmiendo? — pregunté forzando una sonrisa. — Lo intenté, pero después de vuestra discusión ha sido imposible. Así que he decidido relevar a Kael. — ¡Los niños! — dije preocupado, levantándome rápido. — No te preocupes. Está esperando a que regresemos. — Qué alivio — dije soltando la preocupación. — Sé que te preocupas por ellos, pero Kael nunca les haría daño. — ¿Estás segura? Yo le veo capaz de sacrificarlos. Kelly se rió. — Totalme
"Al menos ya no necesitamos seguir investigando a esa mujer" — me dijo mi lobo un rato después. "¿Tú crees? Eldric se ha conformado ahora, porque estaba alterado y han pasado muchas cosas. Sé que quiere que investigue esa religión, pero después, querrá volver a Shaela". "Esperemos que cuando eso pase, haya regresado al Palacio. No sé cuánto tiempo más vamos a poder fingir que el Rey está enfermo, seguir suplantando al médico y a Eldric, antes de que el Consejo se entere". "Por suerte ahora parecen muy ocupados con las leyendas. No han hecho nada más que reforzar la guardia del ala de la familia real" "Volverán con intensidad cuando encuentren lo que buscan". "Entonces esperemos que le den tiempo suficiente a Eldric para ganarse a los dos asesinos". Mi lobo bufó. "Sigue confiando en probabilidades remotas que yo pensaré un plan para cuando eso falle. Ya me lo agradecerás más adelante". Después se retiró, como si estuviese bastante cansado. Cerré los libros que trataban con tra
Kelly se fue a dormir con los niños y nos quedamos a solas Kael y yo. — ¿Cómo hacemos la guardia? — le pregunté para romper la tensión del ambiente. — Hazla como quieras. Yo vigilo desde un árbol. — Pero debiésemos repartir la zona o algo parecido, para cubrir más terreno. — El único terreno que debemos proteger es el que vemos. Todo lo demás es arriesgarse. — Si protegemos un área más extensa entre los dos, podremos ver llegar al enemigo, en vez de permitirle llegar a nuestro centro. Así podemos proteger mejor a los niños. — No funciona. Si nos atacan, ni los Ejecutores ni los soldados miran hacia arriba. Sólo verán una carreta abandonada e irán a por ella, para ver qué tiene. Es suficiente para matar a unos cuántos desde las sombras y que Kelly remate a los demás. Si nos separamos para cubrir más terreno, creamos más espacios por los que pueden atacar. — ¿Vas a usar a los niños como cebo? — protesté indignado. — ¿Por qué no? Kelly está con ellos, no les pasará nada. — ¿Y s
Kael trepó por un árbol y con varios saltos sigilosos, se alejó de la zona. Los niños bajaron de la carreta con cuidado mientras Erick observaba los alrededores: estaba comprobando que fuese seguro. Sonreí: ambos se preocupaban de los niños. Erick se acercó al agua y comenzó a lavarse justo cuando Kael volvía. — Es seguro — dijo Kael antes de dirigirse al río para limpiar sus armas. Observé a los dos: Kael limpiaba con mucho cuidado sus cuchillos y shurikens de forma metódica. Utilizaba un trozo de tela áspero, sucio y roto por varios lados como ayuda, aunque nunca tocaba el filo con ello. Erick se había quitado el traje y había entrado al río. Se frotaba el cuerpo con las manos, coloreando el agua de color rosa. Podía ver, a través del agua, el movimiento de sus músculos. Los niños ahogaron un grito cuando se sumergió unos segundos en el río. — No le pasará nada — les dije esperando tranquilizarlos. — Lo sabemos, Espina, pero... no queremos que le pase nada malo. S
— Van a comerle la cabeza — me dijo Kael después de observar cómo Erick se detenía a escuchar a los del Culto de Aldara. — No lo creo. Más bien parece curioso — respondí mientras sacaba una caja de madera y la colocaba a mi derecha — No encuentro la de las telas. — Se acabaron en la última aldea. Ya sólo nos queda comida, algo de cubertería y un puñado de jabones. — Necesitamos administrar mejor las telas. No podemos quedarnos en una aldea sin nada. Todas tienen las mismas necesidades — le dije con un suspiro. Kael no llegó a responderme, ya que una legión de soldados irrumpió gritando una condena a muerte. Kael y yo soltamos lo que teníamos en las manos y corrimos a defender el pueblo. Cuando llegamos, vi a Erick luchando con fiereza. "Parece que tenía razón con él" — le dije a Kael mientras mi daga cortaba la garganta de un soldado. "Hasta que se vuelva contra nosotros" — me dijo Kael: vi cómo rompía una rodilla mientras lanzaba un cuchillo a una garganta. Me agaché y Kael atr
"Ahí tienes al pez gordo, vivito y coleando: no se sorprendió del filo negro" — me dijo Kael enfadado por enlace mental, un rato después de haber salido de la aldea. "No creo que sea el mismo, pero sí que ha sido extraño". "Yo creo que si. Vemos dos, logran escapar y unos pocos días después, nos encontramos con uno disfrazado de mendigo. Uno que no se asusta de nosotros". "Lo sé. También estuvo haciendo algunas preguntas sobre La Vieja, el pueblo y lo que hacemos. Narcisa me lo contó, aunque insistiendo mucho en que él sólo tenía curiosidad y que quería saberlo para integrarse más rápido". "Y dices que no es un espía". "Por alguna extraña razón, le creo cuando dice que no es ningún espía y que sólo trabaja para sí mismo". "Y yo puedo decir que nunca he empuñado un arma". "No creo que sea un mentiroso, pero sí que selecciona lo que dice. No quiere que sepamos quién es en realidad". "Y eso es motivo suficiente para matarlo. Oculta información. Puedo encargarme de él en se
Último capítulo