Leonardo
—Las pruebas de cazador son un fastidio —murmura mi pupilo Ralik al entrar en mi despacho—. Demasiados preparativos, demasiado esfuerzo para nosotros y al final casi nadie logra entrar en la orden. Son pruebas demasiado difíciles.
—Ya lo hemos discutido, Ralik —levanto la mirada en su dirección y respondo con calma—. Esas pruebas están pensadas para quienes no poseen habilidades innatas de cazador… al menos deben demostrar ciertas hailidades.
—Pero podríamos aceptar a magos o brujas de bajo nivel, aunque no superen la prueba —insiste él—. Incluso a los videntes… Ellos podrían encargarse de tareas administrativas y nosotros…
—Es el consejo quien toma las decisiones, no nosotros…—lo corto.
—Pero tú podrías… —empieza a replicar, aunque se queda a medias; la mirada que le lanzo basta para silenciarlo.
Mi pupilo suelta un suspiro sonoro y se toca el cabello.
—Solo espero que este año al menos alguien destacado consiga entrar…y bueno, que no mueran muchos participantes…Es desagradable sacar sus cuerpos.
Mi pupilo se retira al ser llamado por otro cazador, y al quedarme solo, los recuerdos de la noche anterior me atraviesan de nuevo: el vampiro, la daga, el dolor de canalizar mis poderes… Las cacerías se han vuelto muy difíciles para mí desde aquella noche
Antes podía acabar con criaturas así usando mi poder directamente sin necesidad de armas especiales como si fuera un novato.
Me dirijo al baño, con la frustración martillando en mis venas. Me levanto la camiseta y me miro en el espejo. Las antiguas líneas plateadas que adornaban mi piel se están ennegreciendo poco a poco; cuando terminen de volverse negras mi secreto será descubierto. Aunque cuando toqué a esa cambiaformas algo cambió, pero no sé el qué...Y eso me frustra.
La sola idea de que mi padre lo descubra me quema la garganta. Un hijo del Gran Consejero Hernán no puede permitirse mostrar debilidad. No ante nadie.
Tengo que encontrar una solución pronto.
***
Es el día de la prueba, y, como siempre, todos parecen ansiosos por presenciar los desafíos a los que se enfrentarán los aspirantes a cazador.
Muchos lo viven casi como una fiesta, e incluso traen consigo a sus familiares para disfrutar del espectáculo. Yo, en cambio, no estoy especialmente interesado, pero debo asistir, por si durante la prueba algo se sale de control.
Al llegar a la arena de entrenamiento, muchos cazadores se giran para saludarme con respeto debido a mi posición… y la de mi familia.
Mi familia Rosedale es poderosa, antigua, descendiente de las fundadoras de la Orden. Todos sus miembros tienen habilidades únicas y su reputación es intachable.
Cada vez que pienso en ellos, la urgencia de recuperar el control sobre mi magia se vuelve palpable, como si de ello dependiera no solo mi honor, sino el de mi familia.
Unos murmullos me sacan de mi ensimismamiento. La gente se agrupa en corro, susurrando y lanzando miradas hacia la arena de entrenamiento. Sin fijarme demasiado en lo que me rodea, me dirijo a los asientos de los ojeadores y me siento.
Entonces, Ralik aparece corriendo, con la respiración agitada y los ojos brillantes y se sienta a mi lado con un golpe seco.
—No vas a creer quién se ha presentado a las pruebas de cazador… —dice, sin poder contener la emoción.
—¿Quién? —pregunto, fingiendo indiferencia.—La mujer loba que arrestamos la otra noche… —dice, como si no acabara de creérselo—, la que estaba con los vampiros…
Ralik la señala y mi mirada se clava en el grupo de aspirantes que aguarda instrucciones en la arena de entrenamiento. Y entonces, la distingo.
Está separada del resto del grupo, estirando mientras que los demás le lanzan miradas hostiles. Los ignora por completo, toma un coletero y recoge su cabello castaño caoba en una coleta. Algunas hebras se escapan, pero parece no importarle en lo más mínimo. Mi mirada se desliza hacia su cuello, cubierto por una especie de pañuelo.
Esa marca…
Ella no tarda en reparar en mi mirada y me hace un saludo emulando a los militares humanos con una expresión burlona.
Frunzo el ceño tanto que duele. Le dedico una mirada fría y dura. Eso parece divertirla en vez de intimidarla.
Pronto nota que la observo y me lanza un saludo burlón, imitando a los militares humanos. Frunzo el ceño hasta que siento cómo me duele. Le devuelvo una mirada fría y cortante, pero lejos de intimidarla, eso parece divertirse aún más.
Siento que alguien se acomoda a mi lado; no hace falta que mire para saber quién es.
—¿Te has vuelto loco? Has permitido que ella entre en la prueba.
—¿Yo? No hay ninguna norma o ley que prohiba a los cambiaformas o incluso a los vampiros presentarse…—dice Carlisle.
El muy c*pullo seguramente esté disfrutando esto. Si no fuera miembro del consejo, ya lo estaría insultando.
—Lo más seguro es que esa mujer loba sea una criminal…Seguro que sabes que..
—No estamos en Akatarawa—me corta el c*brón.—, y además, parece que la perdonaron…Ya sabes como son los hombres lobo, la hubieran sentenciado si hubiera hecho algo muy grave.
—Yo lo único que sé, es que sabes más de lo que dices…
—No sé de lo que me hablas.—dice Carlisle encogiendo los hombros.
—Podrían haberla echado de la prueba. La Orden tiene derecho de admisión, ¿no es así?.
—Debo de admitir que Darius lo ha intentado…pero Kevin la ha apoyado directamente y si nos ponemos en su contra…
—Si esa mujer logra entrar en la orden…
—Tendríamos un activo realmente útil, para variar… Leonardo, tú mejor que nadie sabes en qué situación nos encontramos…
No le falta razón, pero no quiero que la orden se llene de criaturas que no saben seguir las normas y haya que vigilar de cerca.
—No hay suficientes miembros para cubrir las patrullas nocturnas, y muchos mueren en las calles —últimamente, demasiados— o simplemente desaparecen sin dejar rastro —continúa Carlisle—. Los clanes de vampiros, y otras criaturas, se fortalecen cada vez más, y sus negocios turbios prosperan sin control.
—Mira a esos aspirantes… ¿de verdad crees que ella, o la Nigromante de allí, va a respetar siquiera una de nuestras normas?—mirándolo a la cara.
—Respetar las reglas está sobrevalorado…Además, situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas—dice sonriendo ligeramente.
—Me pregunto que te va a dar el Alfa a cambio…
—Leonardo…quizas deberias relajarte un poco…Ya sabes salir a divertirte, buscarte una esposa fogosa…
Le lanzo una mirada filosa que corta el aire, dejando claro que no estoy para bromas.
—No me cambies de tema…
—Muchacho, vamos a ver cómo resulta la prueba… Aún no sabemos cómo les irá a los candidatos. Este año el nivel de las pruebas es muy alto, incluso más que en ocasiones anteriores.
Carlisle me observa con una leve sonrisa y posa su mano sobre mi hombro, invitándome a relajarme. Y lo logra. A pesar de que somos como el agua y el aceite, siento que puedo confiar en él. Podría decir que mi vínculo con él es más fuerte que con mi propio padre.
Volvemos la mirada hacia la arena de entrenamiento; parece que la prueba de admisión está a punto de comenzar.
¿Qué sorpresas nos deparará este año?